Transcripción de la entrevista disponible aquí
Chile se pronunció ayer en plebiscito a favor de reformar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. En la otra decisión que estaba en juego los chilenos resolvieron que el proyecto de reforma se redactará en una Convención Constituyente, de integración paritaria, y cuyos miembros serán elegidos por la ciudadanía en las urnas; la alternativa -que no prosperó- era una Convención Mixta, en la que también participaban parlamentarios en ejercicio.
Las dos resoluciones, que obtuvieron amplia mayoría, fueron festejadas anoche en las calles de todo el país. En Santiago, tras conocerse los primeros resultados el Centro se saturó con una caravana de autos que hacían sonar sus bocinas y la Plaza Italia se convirtió en escenario de una fiesta multitudinaria.
Según los datos oficiales, escrutado el 98% de los circuitos, la postura a favor de una reforma se aprobó con 78% de los votos frente al 21% que rechazó esa posibilidad. Y la opción por el mecanismo de asamblea constituyente 100% electa en las urnas, obtuvo 79% a favor y 21% en contra.
De un padrón electoral de casi 15 millones de personas, votó poco más del 50% en un país donde el sufragio es voluntario.
¿Qué implica esta novedad? ¿En qué medida encauza la crisis política y social que se desencadenó en Chile hace un año cuando estallaron las movilizaciones multitudinarias de protesta?
Lo analizamos hoy temprano En Perspectiva en contacto con Fernando Rosenblatt, uruguayo, doctor en ciencias políticas radicado en Santiago de Chile, donde es profesor Asociado en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales e investigador del Instituto Milenio Fundamento de los Datos.
***
Transcripción de la entrevista disponible aquí