Foto: Mohammed ABED / AFP
Ayer domingo abrió en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij la COP27, la conferencia de cambio climático de la ONU.
El lunes y martes unos 120 jefes de Estado y de gobierno acudirán oficialmente para dar un impulso a las negociaciones.
Uno de los puntos principales sobre la mesa es la creación de un fondo de daños y pérdidas por el cambio climático, una vieja exigencia de los países pobres y en desarrollo, los más afectados por el calentamiento del planeta.
En juego están posiblemente centenares de miles de millones de dólares. Tan solo las recientes inundaciones que sufrió Pakistán este año supusieron pérdidas de unos 30.000 millones de dólares, según cálculos del Banco Mundial.
Además de toda la batalla financiera, que se anuncia áspera, los asistentes a la COP deben examinar cómo han cumplido con su promesa de aumentar sus cuotas de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Menos de 30 países han anunciado hasta ahora compromisos más exigentes.
Las emisiones de CO2 deberían bajar en un 45% de aquí a 2030 para mantener una mínima esperanza de que el calentamiento del planeta se limite a +1,5º C, que era el objetivo más ambicioso de la COP21 de París.
Pero al ritmo actual, el mundo se encamina como mínimo a un aumento de la temperatura media de 2,4ºC, incluso del 2,8º, según los modelos más alarmistas.
Los últimos ocho años han sido los más cálidos de la historia, alertó la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en nuevo informe inquietante difundido este domingo.
¿Por qué hay que prestarle atención a este evento desde Uruguay? ¿Qué resultados le convendrían a nuestro país?
Conversamos En Perspectiva con el especialista, Walter Oyhantçábal, agrónomo con una maestría en Ciencias Ambientales, miembro del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).