«Desnazificar» Ucrania: ¿Qué hay de verdad detrás de la justificación de Putin para la invasión?
Foto: Fotografía de archivo tomada el 14 de octubre de 2016, durante una manifestación en Kiev, Ucrania. Crédito: GENYA SAVILOV / AFP
Cuando Vladimir Putin lanzó su invasión de Ucrania, argumentó que uno de sus objetivos era “desnazificar” al otro país.
La afirmación parecía casi absurda en un estado democrático y con un presidente judío.
Pero, ¿hay algo de verdad en eso?
Desde que comenzaron las batallas en suelo ucraniano, se han compartido numerosas imágenes de soldados con simbología nazi.
Incluso hay un grupo de mercenarios de extrema derecha, el llamado Batallón Azov, que es abiertamente neonazi y que combate mano a mano junto con el ejército ucraniano contra los rusos.
Los mercenarios en sí, no solo los neonazis, son todo un tema en la defensa de Ucrania, con un rol importante en la ciudad de Mariúpol, una de las más asediadas por la invasión.
Sobre este tema conversamos con Gustavo Calvo, uno de los analistas internacionales de cabecera de Radiomundo.
1 Comentario
Está muy bueno que se empiece a hablar de esto en Uruguay, donde la posición atlantista es siempre hegemónica. En los hechos sí existe un puente entre los viejos nazis ucranianos y los actuales: En 2010 el presidente Yuschenko (el que luego se volvería un héroe/mártir para el bloque pro USA) le dió estatus de héroe nacional a Stepan Bandera. En ese momento la Comisión Europea –que todavía no sabía que se iba a encolumnar detrás de Yuschenko luego– condenó este hecho, al igual que Israel, el Centro Simón Wisenthal, la duma rusa y hasta el parlamento polaco (imposible de acusar de rusofilia). Bandera es un personaje histórico bastante controversial por su confeso antisemitismo, su racismo que lo llevaron a perseguir tanto polacos como rusos, su colaboración con los nazis en la invasión de Ucrania y la ejecución de 33.000 personas en Babi Yar a manos de la organización paramilitar y política que él fundó. Sí, hoy día ese político que recibió el firme respaldo de «occidente» (usemos esta expresión entre comillas para referirnos a USA y sus satélites europeos) es capaz de reivindicar una figura de estas características. Así que de aquéllos racismos vienen a reivindicarse herederos estos racismos. Cuando en 2014 un golpe de Estado voltea a Yanukovich, presidente pro ruso legítimamente electo de Ucrania, este se asila en Rusia y en su lugar queda Timoshenko, que con los estándares con los que juzgamos a los rusos podríamos decir que es una oligarca ucraniana del gas. El golpe ocurrió bajo los auspicios de «occidente». Timoshenko tuvo algunas delicadezas como hablar de la necesidad de una limpieza étnica que eliminara a los rusos de Ucrania (que son la friolera de 8 millones) y un diferendo judicial en el que «occidente» no dudó en interferir y presionar a la justicia ucraniana (con el argumento de que estaba flechada, claro, porque los que deciden el límite de la ecuanimidad son los «occidentales»).
Hay un problema acá que es desentrañar la madeja que armó USA, que siempre tiene las mismas características. Se basa en el principio que USA tiene el destino manifiesto de transformarse en un imperio global y que entonces sus enemigos son los países que no se prosternan ante su supremacía. USA no tiene problemas en ayudar tácticamente a los enemigos de sus enemigos estratégicos. Históricamente desde el 45 el enemigo era la URSS, único país que podía realmente plantarle cara y desobedecer su autoridad. Así fueron a recostarse a China, cuando Mao estaba en plena Revolución Cultural pero tenía malas relaciones con la URSS. Así armó a los khmers rojos para que guerrearan contra Vietnam –aliada de la URSS– y a los talibanes para que guerrearan con la URSS también. Con esto no creo estar diciendo nada que no se sepa, excepto quizás que en todos esos casos, la URSS representaba un régimen más civilizado y afin al pensamiento occidental que aquéllos por los que USA tomó activamente partido. ¿A qué voy con esto? La estrategia de USA se ha revelado correcta en el sentido de acorralar al país que era un obstáculo para su crecimiento imperial. El resultado está a la vista: el pacto de la NATO se tragó a 14 ex miembros del Tratado de Varsovia y las lanzaderas de misiles se le vienen encima a Rusia. Pero, lo que mi inteligencia resiste es a que me vendan esto como una cruzada moral. No hay nada de moral en apoyar neonazis sólo porque son antirrusos. Pueden ser aliados tácticos para ganar la batalla estratégica por el control del planeta, pero no son moralmente superiores a nadie. Me molesta profundamente que la propaganda occidental transforme movimientos profundamente antioccidentales en «freedom fighters» sólo porque le sirven y después va a ver cómo deshacerse de ellos. Me hace pensar en la leyenda judía del Golem: el problema de crear un monstruo que a uno lo proteja y después no poder controlarlo (como les pasó con Al Qaeda o incluso con China, que ahora les disputa la supremacía económica y la están tratando de demonizar para pararla).
Cuando Putin dice que USA es el imperio de la mentira tiene razón. Eso no significa que Putin sea bueno, ni que las invasiones sean la forma de resolver conflictos geoestratégicos, pero Putin no disfraza los intereses geopolíticos de Rusia de campaña por la libertad y la democracia.
Comento por su Calvo lo quiere investigar: escuché hace unos días a un experto militar decir que todo el problema de esta guerra es para que Rusia gane un minuto. Aparentemente si la NATO pone lanzaderas de misiles en la frontera noreste de Ucrania, los misiles que hoy día tiene la NATO llegarían en 5 minutos a Moscú. Los sistemas de defensa rusos tienen un tiempo de reacción de 6 minutos. Al día de hoy todos los otros países de la NATO estarían –siempre según este análisis– a más de 6 minutos de tiro de misil de Moscú y la razón por la que Rusia está reaccionando así es porque con Ucrania en la NATO se les viene la noche 100% seguro.
Desde mi perspectiva los rusos tienen a su favor que los argumentos que da son los reales: la seguridad de Rusia, empujar a la NATO a una distancia que le dé tiempo a sus sistemas anti misiles de parar ataques. Lo del problema del nazismo en Ucrania es real, pero ocurre en buena parte de Europa Central (Polonia, Austria, Hungría son buenos ejemplos). El tema es que están en la parte de territorio que Rusia necesita que no sea de la NATO y por esa franja de territorio Rusia está dispuesta a pelear hasta el final.