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El martes en la noche sucedió uno de los acontecimientos más importantes de la campaña electoral en Estados Unidos.
La candidata demócrata, Kamala Harris, y el aspirante republicano, Donald Trump, protagonizaron duros intercambios mientras dicutían sobre los temas que más le preocupan a los estadounidenses, como la economía, inmigración, aborto y política exterior.
El debate fue organizado por la cadena ABC en Filadelfia, en el estado de Pensilvnaia, uno de los llamados estados bisagra, que pueden ser clave en la definición de los resultados electorales.
El tenso cara a cara, marcado también por descalificaciones personales, fue una cita decisiva para convencer a los indecisos, el 8% del electorado.
“Trump: Deberías preguntar si permitirá el aborto en el octavo mes. Noveno mes. Séptimo mes.
Harris: Vamos.
Trump: ¿Podrías hacer eso?
Harris: ¿Por qué no le haces esa pregunta?
Trump: podrías hacer un aborto en el séptimo mes, el octavo mes.
Harris: uno no tiene que abandonar su fe o creencias profundamente arraigadas para estar de acuerdo con que el gobierno y Donald Trump ciertamente no deberían decirle a una mujer qué hacer con su cuerpo”.
La tendencia general entre los analistas, los medios de comunicación y las encuestas rápidas que se divulgaron hasta el momento dan a la vicepresidenta demócrata, Harris, como ganadora, que, luego de suceder a Joe Biden logró impulsar la candidatura demócrata.
El 5 de noviembre los estadonuidenses deberán votar por su próximo presidente: el expresidente republicano Donald Trump o la actual vicepresidenta demoócrata Kamala Harris.
¿Qué tanto puede influir el debate en la decisión de los electores? ¿Es posible que mueva la aguja? ¿Cómo quedan parados los candidatos?
Conversamos En Perspectiva con Eduardo Gamarra.