Volar es caro, sobre todo en nuestro continente, que está lejísimo de las ofertas que a veces se ven en mercados como el europeo.
Por eso, en el primer mundo ya tienen cierta tradición las aerolíneas low cost, que sacrifican algunos servicios con la intención de abaratar precios.
Se han vuelto importantes hasta el punto de que varias compañías grandes tienen su rama de bajo coste: Iberia tiene Vueling, la alemana Lufthansa tiene a Eurowings, entre otras.
Este formato no tiene demasiada trayectoria en Sudamérica, pero en la década pasada fueron entrando y creciendo varios actores, como la chilena Sky Airline y la argentina Flybondi, y ahora también Uruguay comienza a aparecer en el radar.
A finales de mayo, JetSmart, aerolínea de origen chileno propiedad de un fondo de inversión estadounidense, sumará dos frecuencias diarias en la ruta Montevideo-Buenos Aires, el puente aéreo, que hasta ahora solo era cubierto por Aerolíneas Argentinas.
Las low cost son una novedad en nuestro país, que además tuvo su conectividad muy afectada por la pandemia, un golpe del que se está recuperando. Y parece entonces una buena noticia que se sumen frecuencias, más si eso implica que se bajen precios.
Pero, ¿cuánto bajan los servicios en una low cost? ¿Hay confianza entre el público uruguayo en una aerolínea que se promociona como de bajo coste?
Conversamos En Perspectiva con Verónica Marambio, gerenta comercial de Mercados Internacionales y Desarrollo Regional de JetSmart.