Entrevistas

La cultura de la cancelación: ¿Un problema para la libertad de expresión, o una forma de justicia cuando la Justicia no funciona?

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Foto: Robyn Beck / AFP

Artistas rusos han sido repudiados, perdieron sus trabajos o vieron sus presentaciones canceladas desde que comenzó la guerra en Ucrania.

Will Smith, uno de los actores más famosos del mundo, dio un cachetazo al comediante Chris Rock en la ceremonia de los Premios Óscar. Desde entonces a Smith le cancelaron las dos películas en que venía trabajando.

El verbo en común en estos dos casos recientes es “cancelar”. Son dos ejemplos de lo que se ha llamado “cultura de la cancelación”, que ocurre cuando una persona de éxito se queda sin su plataforma principal, sin trabajo o respaldo económico, y muchas veces cae en desgracia. El repudio masivo generalmente es organizado en las redes sociales.

Desde que se popularizó el término, los casos más sonados han ocurrido por denuncias de acoso sexual, como le pasó al actor Kevin Spacey, cuya carrera se terminó de golpe en 2018 a pesar de que la Justicia no reunió pruebas suficientes para condenarlo.

Sin embargo, las más de las veces una cancelación se da por declaraciones polémicas, como las acusaciones por transfobia contra la autora de Harry Potter, JK Rowling. 

En ocasiones, la fuente del repudio no es actual sino cuando se redescubre algo del pasado: así le pasó al actor y comediante Kevin Hart, que renunció como presentador de la ceremonia de los Óscar en 2019 por tuits considerados homofóbicos que había publicado casi diez años antes.

El resultado de esto, según una carta pública de un grupo de intelectuales que se emitió en 2020, “ha sido estrechar constantemente los límites de lo que se puede decir sin la amenaza de represalias”. Entre los firmantes estaban los pensadores Noam Chomsky y Steven Pinker, o la escritora canadiense Margaret Atwood.

Quienes defienden este modus operandi hablan de una herramienta de justicia social directa, una suerte de boicot digital para lograr generarle consecuencias negativas a quienes digan o hagan cosas consideradas negativas, como comentarios racistas o machistas. Además, sostienen que muy pocos son verdaderamente cancelados: el caso más sonado es el de JK Rowling, que sigue publicando libros con buen suceso a pesar de estar “cancelada”.

La cultura de la cancelación y los extremos a que se puede llegar son, entonces, tema de debate, y es lo que les propusimos esta mañana en una nueva Mesa de Filósofos.

Nos acompañaron para eso tres filósofos y docentes universitarios: Francisco O’Reilly, Javier Mazza, y el coordinador de este espacio, Miguel Pastorino.

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