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Lacalle Herrera: Creía que a Lacalle Pou le faltaba “materia prima suficiente… masa crítica”

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El ex presidente y dirigente del Partido Nacional (PN) Luis Alberto Lacalle, dijo a En Perspectiva que al principio no estuvo de acuerdo con la candidatura presidencial de su hijo, Luis Lacalle Pou, en las últimas elecciones, porque consideraba que en aquel momento no había “un clima o materia prima suficiente”. Según él, faltaba “masa crítica”. De todos modos, agregó que “una vez que (Lacalle Pou) se decidió (a ser candidato) lo apoyamos de todas maneras”.

(Emitido a las 8:15 hrs.)

EMILIANO COTELO:
En estos meses que estuvimos fuera del aire ocurrieron varios hechos relevantes en la vida política del país. La democracia uruguaya cumplió tres décadas, asumió un nuevo gobierno con Tabaré Vázquez en la Presidencia y se renovaron las cámaras legislativas. Con ese recambio en el Parlamento, dejó su banca en el Senado Luis Alberto Lacalle Herrera. Se alejaba formalmente de la política uno de los dirigentes más influyentes de las últimas décadas.

En realidad, el líder blanco ya estaba lejos de los primeros planos desde hacía varios meses. La incursión de Luis Lacalle Pou en la carrera electoral y el discurso de renovación que pregonó durante toda la campaña dejaron en posición incómoda al único presidente de la República salido del Partido Nacional (PN) desde la restauración democrática.

¿Cómo siguió Lacalle Herrera el ascenso de su hijo? ¿Cómo evaluó la performance del PN en las elecciones? ¿Cómo está viendo el nuevo escenario político?

Doctor Lacalle, su presencia en los medios fue mínima durante el último año. Y sobre todo durante la campaña electoral; en ese período prácticamente no se lo vio, no se lo escuchó. Nosotros mismos aquí en En Perspectiva intentamos entrevistarlo al menos un par de veces y no tuvimos suerte. ¿Qué pasó? ¿Cómo se procesó esa decisión de desaparecer completamente de la campaña? Usted, que hasta hace poco era el principal referente del partido.

LUIS ALBERTO LACALLE HERRERA:
Quiero que todos recordemos el proceso. El 11 de junio de 2010 yo anuncié ante la Convención del PN que mi búsqueda de la presidencia de la República se terminaba y –para que se viera claro que no era “en las actuales circunstancias” de nuevo, que no era una estrategia– el abandono de algo que yo quería mucho y quiero mucho y que creo que es tan importante, como la presidencia del Directorio del PN.

Fue un sábado, para mí fue un sábado bastante particular. Hablé 47 segundos, un discurso de los más importantes y el más corto de mi vida.

EC – Desconcertante, porque se aguardaba una larga alocución.

LALH – Sí. Pero no quiero reminiscencias ni necrológicas ni homenajes, que todo eso se me ha propuesto. Yo sigo siendo un activista político y alguien que se considera en el servicio, no en el campo de batalla, pero sí en el estado mayor o como quiera llamarle, como entrenador, generador de sugerencias. Ya no generador de la política, porque es un rol distinto.

EC – Justamente, ¿por qué dejó de aparecer? ¿Por qué no habló más?

LALH – Primero por qué tomo la decisión. Porque hay un tiempo para todo, miré un poco para el costado… Yo empecé a los 17 años, o sea que hacía unos cuantos que andaba en esto. Lo hablé mucho con Julita, que es a quien confío estas cosas primero que a nadie, porque tiene muy buen criterio. Y ahí quedó el espacio en que yo no era y no era nadie, o aparecieron algunos cuantos a corretear por ahí. El fenómeno de Lacalle Pou se produce autónomamente, porque yo no estoy se crean las condiciones, pero no es que una cosa suceda a la otra en una lógica de trasmisión de nada. Acá no se trasmitió nada. Surge.

EC – Está descartando, desmintiendo especulaciones que ha habido.

LALH – ¡Ah, bueno, pero…!

EC – Por algo pone tanto énfasis cuando dice esto.

LALH – Porque no creo que ni a la jerarquía de Lacalle Pou, que es mayor de 21 años y sabe lo que hace y tiene su propia manera de ver las cosas, ni a mí ni al propio PN le haga bien aquello de que poco menos que lo ponemos con la mano a Fulano de Tal. Él labró desde las jerarquías menores, esta fue la revolución de los sargentos, fueron los diputados los que impulsaron esto, yo fui mirando el proceso. Eso es lo primero que tiene que quedar claro.

EC – ¿Cómo vio esa “revolución de los sargentos”? ¿Cómo le resultó eso de que su hijo terminara siendo uno de los aspirantes a la candidatura presidencial, y finalmente el candidato?

LALH – Creo que le asistía razón al grupo que, encabezado por Lacalle Pou, produjo esta renovación. Una victoria en la interna del partido que nadie esperaba, y diría que nadie esperaba por el margen que se dio. Fue realmente una revolución, en el sentido de cambiar, remover las cosas.

EC – No me contestó la pregunta… ¿cómo reaccionó cuando supo que efectivamente su hijo iba a competir?

LALH – Fue una decisión que nos comunicó a mí y a su madre en el ámbito familiar. Yo lo había desaconsejado por equis razones…

EC – Usted lo había desaconsejado…

LALH – Sí.

EC – ¿No va a contar por qué?

LALH – Por el tiempo, me parecía que todo tiene un tiempo de maduración. Claro, es parte del mundo que uno ya capta menos. La velocidad con que pasan las cosas; y una cosa que se va a producir, la caducidad de los liderazgos en vida. Acá estábamos acostumbrados a votar hasta el último día a Fulano; siempre que Fulano también tuviera un poco de apoyo. No me quiero ir muy lejos ni compararme con gente mucho más importante que yo, pero el doctor Herrera hasta los 84 años, Luis Batlle hasta que se murió. Había una especie de inercia que llevaba a esto. Y, aunque la comparación pueda parecer un poco hereje o herética, no hay duda de que lo que hizo Benedicto XVI fue una gran transformación en lo que es el ejercicio del poder, sacado ya del ámbito eclesiástico.

EC – ¿Usted se siente el Benedicto XVI del PN?

LALH – [Se ríe.] ¡Esa era clavada! Se la di tan regalada… Esos goles no valen, hay que hacerlos con un poco de esfuerzo. Lo anuncié antes, iba a dar lugar a comentarios. Creo que tiene una sabiduría relativa a los tiempos, el desgaste que producen los tiempos actuales en las figuras. Yo viví la primera experiencia con la gira del doctor Herrera en 1958, llegábamos con el ómnibus a todo el país y había gente que salía a caballo dos días antes para verlo. ¿Porque cómo lo veían si no? En las fotos del diario, aquellas todas de puntitos, que no tenían definición. O en retratos que andaban por ahí: “Este es Herrera”. Y cada cinco años –cada cuatro años en ese entonces–podían verlo, tocarlo eventualmente. Ahora están hartos de vernos toda la mañana, porque no en esta época, pero cuando estaba en actividad, probablemente ya habría salido en algún canal o en otra radio. Es decir, hay un desgaste, en un tiempo además de se usa y se tira, que es un poco la civilización que tenemos ahora.

EC – Usted mismo había reconocido, cuando perdió en las elecciones anteriores frente a José Mujica, que quizás no estaba entendiendo los nuevos códigos de la sociedad uruguaya y del mundo en materia de comunicación.

LALH – Ahí entró el diablo, como dicen ellos cuando meten la pata y se quieren curar en salud, los periodistas dicen “el duende de la imprenta”. En un reportaje en Búsqueda yo digo: “Creo que hay parte del país que no me entiende, y parte del país al que no entiendo”. El titular –por supuesto, más ganchero– era: “Lacalle: ‘El país no me entiende’”. Nunca lo dije, habría un contrasentido, con lo que me dedicaba a conocer mi país, si un buen día dijera “estoy alienado de este país”.

EC – Todo esto venía a cuento de cómo tomó la decisión de su hijo de competir por la candidatura presidencial. En principio no estuvo de acuerdo, no le pareció que fuera el momento.

LALH – Después los hechos se produjeron.

EC – Entiendo que usted pensaba que le convenía esperar cinco años más, por ejemplo.

LALH – Sí; no notaba que hubiera un clima o una materia prima suficiente, masa crítica, diríamos.

EC – Por lo tanto, lo sorprendió la holgura con que ganó la interna del PN.

LALH – ¡Ojo! Entre medio está que una vez que el hombre se decidió lo apoyamos de todas maneras, por supuesto. No había otra opinión ni podía haberla. Pusimos todo lo que uno puede poner desde afuera para ayudar: sugerencias, consejos, experiencias, que a veces se pueden transferir –no siempre–, y luego el fantástico episodio.

Recuerdo que el jueves anterior al 1.º de junio –cuando fue la interna– Luis me fue a ver a casa y le dije tres cosas: “M’hijo, vas a ganar, vas a ganar tú, porque tú le diste tono y contenido a esto, el propio tuyo. Y porque vas a ganar y vas a ganar tú, sos ahora mi jefe, yo ya tengo otro jefe político”.

EC – ¡Impresionante debe haber sido asumir esa realidad!

LALH – Y sí, y lo dije con un enorme gozo. ¿Qué más quiere uno que que un hijo siga la vocación o lo que a uno le gustó? Y en este caso es una vocación muy lejana, quinta generación del PN.

EC – Pero sigue pendiente la explicación: Lacalle Pou, su hijo, ¿le pidió expresamente que se mantuviera al margen de la campaña?

LALH – Nosotros acordamos que mi presencia podía ser instrumental a la estrategia del Frente; le buscaron la boca conmigo toda la campaña. Incluso hay un episodio muy gracioso: una chica de un canal de televisión, queriendo pasarse de lista, como pasa muy a menudo, le pone el aparato ahí adelante y le dice: “¿Y usted qué es de Luis Alberto Lacalle?”, y Luis, que es bastante rápido, dijo: “El padre”. Porque tiene un hijo que se llama Luis Alberto Lacalle –no somos muy originales en los nombres en la familia–. ¡La dejó muerta a la tipa!

EC – ¿El motivo era ese: usted debía mantenerse en silencio, debía mantenerse al margen para que él pudiera desprenderse de la sombra paterna?

LALH – No, no es cuestión de sombra o no. Es que una persona es una persona y otra es otra. No hay nada peor que los trasvasamientos. Además, era una circunstancia única en la historia del país; les pido a los oyentes que tengan memoria que miren para atrás: no existió nunca un candidato a presidente con su padre vivo, y menos con su padre del mismo oficio, porque a lo mejor hay uno que era médico, mirando para atrás. Pero nunca existió una transferencia del centro de la actividad de un padre a un hijo en un mismo oficio. Así que ha sido para nosotros muy…

EC – … ¡muy difícil! Debe de haber sido muy difícil eso de mantenerse al margen, mantenerse callado.

LALH – Muy orgulloso. No es fácil, la adrenalina había sido el alimento cotidiano, ahí la adrenalina empezó a desaparecer.

EC – Ya que nos está contando entretelones de esos meses, ¿compartió la estrategia “por la positiva” de Luis Lacalle Pou?

LALH – Yo no soy quien, porque soy votante y él es el jefe, así que lo voy a seguir en lo que él considere que es lo bueno. Creo que la positiva fue una cosa muy fresca y muy nueva en la vida del país.

EC – Le permitió ganar bien la interna, con un margen que muchos no esperaban.

LALH – Cierto.

EC – La mantuvo luego en la campaña electoral nacional, cuando tuvo que enfrentar al doctor Tabaré Vázquez, y ahí no le fue bien, perdió las elecciones.

LALH – Con el diario del lunes es muy fácil para ustedes. No le fue bien, pero era una campaña que todos analizábamos desde el punto de vista de tres temas como prioridades de la población. ¿Qué decían todos los sondeos y el olfato, el tacto mínimo de uno? Seguridad, educación y salud. Un desastre los tres. Sin embargo, con tres desastres en eso, el Frente Amplio (FA) retuvo prácticamente su posicionamiento. No era una campaña fácil. A mí el olfato me decía: “Vamos por seguridad y vamos por educación, miren que le están pegando fuerte a la gente”.

EC – Usted entendía que había que hacer una campaña crítica, en la que se pusiera el acento en esas falencias, en esos puntos débiles del gobierno del FA.

LALH – No; yo digo “el eje está ahí”, y resultó que el eje estaba por otro lado. Es parte de lo que uno en esta vida arriesga. Puede tener buen olfato, o la gente, que por suerte es un misterio, por qué se resuelve. En definitiva, una de las cosas lindas del sistema democrático es que es totalmente impredecible.

EC – Pero ¿usted hubiera mantenido la positiva en la campaña electoral nacional?

LALH – No, porque yo no fui candidato, no me obligue a hacer un rol que no tuve. ¡Cuidado con el símil candidato! Yo no fui candidato, me corté la coleta de candidato y desaparecí como candidato. Mi labor no era ser candidato.

EC – Lo cierto es que en las elecciones nacionales el PN tuvo el 30%, que no fue una diferencia importante con lo que había obtenido con usted como candidato presidencial cinco años antes.

LALH – Cierto. Y el Partido Colorado (PC), que podía haber sido un aporte en el balotaje, el sistema que tenemos ahora, tuvo prácticamente la mitad de lo que calculábamos. Tuvo 12, todos calculábamos 18. Las elecciones tienen eso…

EC – Pero ¿usted hizo esa comparación?, ¿miró los números: “tanto conseguí yo, tanto consiguió mi hijo”?

LALH – Ah… eso es de las cosas más… primero, inútiles, es conversación de café. Segundo, es muy feo, porque ¿cuáles eran las circunstancias? Entonces también Herrera tuvo el 38 y yo el 30, y yo cuando gané las elecciones tuve directo el 22 y el PN el 38… Me parece que no estamos para eso, estar comparando la historia para atrás me parece un juego de una futilidad total. Cada circunstancia es cada circunstancia. Se hizo de buena fe lo mejor que se podía y se llegó a ese resultado. En esto nadie tiene asegurada la vida.

EC – ¿Cómo ha visto la decisión de su hijo de no presidir el Directorio del PN?

LALH – No sé, es una decisión que él ha tomado en consulta con sus asesores.

EC – Él dijo: “No voy a presidir el Honorable Directorio, porque hay que separar las tareas del controlador y el controlado. Y yo voy a ser uno de los controlados por el partido”.

LALH – Está bien. Es una interpretación de una especie de directorio como la AUF y los equipos fuera de la AUF. Puede ser, es una interpretación.

EC – Una interpretación que rompe con una tradición familiar, además.

LALH – También.

EC – Su bisabuelo, Juan José de Herrera, fue presidente del Directorio del PN; luego lo fue su abuelo, Luis Alberto de Herrera, y lo fue usted.

LALH – Dos veces, con gran honor para mí. Pero cuidado con esos tradicionalismos conservadores. Lo que se estaba diciendo era “sean conservadores, hagan lo mismo que se hace desde hace 100 años”. Me parece perfectamente plausible desde el punto de vista desde el cual Lacalle Pou define ese otro rol. ¿Por qué no? Nosotros siempre hemos sido los innovadores acá, los conservadores han estado en la izquierda, que nunca ha querido… Ahora que estoy escribiendo el libro sobre el gobierno nuestro… ¡Ay, Dios mío, qué cosa terrible el conservadurismo enfermizo del país, de no cambiar nada!

EC – ¿Se puso a escribir un libro sobre su gobierno?

LALH – Sí. Y ya voy más o menos por la mitad.

EC – Raro que no lo hubiera escrito antes. ¿Por qué ahora?

LALH – Porque ahora tengo más tiempo y estoy fuera de la troya, entonces puedo hablar a título exclusivamente personal, como lo estoy haciendo acá. Yo ya no represento nada en el sentido formal y legal; quizás haya gente que se sienta representada amigablemente. Vamos a ver qué tal sale.

EC – ¿Tiene título el libro ya?

LALH – Más o menos. ¡No voy a contar todo! Me quiere sonsacar todas las cosas. No va.

EC – ¿Cuándo va a estar pronto?

LALH – La idea sería para el otoño que viene o esta primavera. Porque estuve en la duda de si hacer un relato acabado día por día, poco menos, de los 60 meses famosos, o una visión de un gran amigo y gran consejero en muchas cosas. Vamos a ver, creo que va a salir interesante. Un poco durabel va a estar en algunas cosas, porque hay algunas cosas que vistas en perspectiva son tremendas. Lo de las empresas públicas es tremendo visto en perspectiva, cómo se planteó y lo que era en realidad. Vamos a ver qué tal sale.

EC – Está aludiendo al referendo que derogó capítulos de la Ley de Empresas Públicas.

LALH – Sí, la ley, cómo fue votada por mayoría amplia y después cómo fue revertida mediante un recurso legal, como es el referendo. Mucha cosa interesante, las cosas que se hicieron, las transformaciones, […] incambiada, en los puertos, las desmonopolizaciones, la desburocratización, la apertura de la economía. ¡Teníamos aranceles de 350%! Eso se abrió y nunca más lo cierra nadie, porque fue ingresar al mundo. En el comercio de la carne eliminamos el stock regulador, abrimos la exportación de ganado en pie para tener una válvula de equilibrio de los precios, los arrendamientos se hicieron más fáciles de contratar y de dejar. Eso generó esta producción tremenda. El empuje a la forestación; la ley era del período anterior, pero trajimos los inversores, los chilenos aquellos, 200.000 hectáreas se plantaron en ese período y después ya no la paró nadie. Cosas muy lindas algunas… otras no tanto. De todo tiene la viña del Señor.

***

EC – El viernes 27 de febrero, cuando tuvo lugar la despedida de Mujica como presidente aquí en la plaza Independencia, dijo una frase que fue muy comentada: “No me voy, estoy llegando”. Con lo que anunciaba que seguiría haciendo política. Eso a los pocos días se comprobó, por ejemplo en su protagonismo en la campaña electoral departamental. ¿Usted sí dejó la política?

LALH – No, no, bajo ningún concepto. A los 73 años que tengo estaría borrando toda mi vida. Lo que pasa es que una cosa es la política activa, en la primera línea, en la cancha, y otra es en los lugares donde se genera pensamiento. Ayer fui a ver cuál era el escritorio que me iba a tocar en la Casa del Partido en el Directorio, estuve arreglando mis papeles allí. Voy a estar en la parte de formación de jóvenes, y lo voy a hacer con mucho gusto. Simplemente cambia el modus, la manera de hacerlo. El caso del señor Mujica es sustancialmente distinto del mío, pero Mujica no es mejor que yo por decir que se queda o que se va.

EC – Hablando de la comparación: ¿qué papel juega usted en las elecciones departamentales? ¿O no juega?

LALH – Pasado mañana voy a un acto en Maldonado. Al igual que todos los dirigentes principales del partido, estamos a la orden de los que nos quieran invitar. Cada vez menos los candidatos locales quieren a los candidatos o personalidades nacionales, porque se produce un fenómeno de deseo de captación muy amplio, en todos los casos, sea un candidato frentista, colorado o blanco, aspiran a tener votos de todos lados, el blanco de los frentistas y de los colorados, y así las tres combinaciones. Entonces la presencia de alguien que viene de la batalla grande puede provocar que alguno no vote. Nunca se va a poder comprobar esto, pero es el modus operandi. Al cambiar de fecha era inevitable que esto pasara.

EC – Y para usted, ¿es aceptable, está bien?

LALH – Es lo que dicen las normas, y además es lo que dice el tipo que está jugándose la vida.

EC – ¿Entonces?

LALH – Si el que se está jugando la vida me dice “Luis Alberto, no te veo en un rol”, no voy, simplemente. Ahora voy a Maldonado, en Maldonado he ido a un par de actos, pero es donde a uno lo solicitan, entonces es totalmente voluntario de los candidatos.

EC – ¿Cómo evalúa los pasos que está dando el doctor Tabaré Vázquez en este primer mes de gobierno?

LALH – Creo que salió muy jaqueado porque es más que notoria la división muy profunda entre de un lado el Partido Comunista y el MPP y del otro lado el resto, aunque tampoco es homogéneo. Hay una lucha tremenda, pocas veces había visto… Claro, uno mira la superficie, la lucha se produce en ámbitos a los que uno no tiene acceso. Pero el agua se mueve; denota que hay allí una terrible lucha. El doctor Vázquez jugó muy fuerte eligiendo el gabinete prácticamente de sorpresa, pero no le salió gratis, porque después lo apretaron, y él replica “borrando” de la agenda muchas cosas que se venían patrocinando. Creo que tiene razón Vázquez, el Fondes era una cosa muy mal organizada. Pero se trata de metas o proyectos preferidos por el anterior presidente, un anterior presidente que está sentado en el Senado y que tiene una cantidad de legisladores.

Lamentablemente para el país, auguro una muy fuerte lucha. Y más cuando se acerque –que se va a acercar y se acerca– el presupuesto. Porque nosotros vivimos un gobierno político-sindical; antes había cívico-militar, ahora es cívico-sindical, el poder democrático no está todo en las estructuras, se ha alienado y se ha achicado. Cuando la fuerza sindical venga a poner sobre la mesa su reclamo –de una manera mucho más blanda y mucho más amable que si fuera contra el PN– va a haber una pinza sobre el presidente Vázquez, que va a ser el mujiquismo, el comunismo y lo sindical, que van a coincidir en plantearle una situación que no va a ser fácil para el presidente. Yo no le arriendo la ganancia al presidente.

EC – El oyente puede decir, sobre todo si es frenteamplista: ¿no está exagerando el doctor Lacalle? ¿No está planteando un escenario excesivamente pesimista tratando de llevar agua para su molino?

LALH – ¿Qué molino? ¿Que le vaya mal al país? Yo nunca estuve en esa. Usted es bastante buen testigo de lo que yo he sido, yo nunca insulté a nadie –ni en la lucha interna partidaria ni en la lucha nacional– ni le deseé mal a mi país. Al contrario, como decía Ortiz: lo que es bueno para el país es bueno para el PN. La otra cara es: lo que es malo para el país es malo para el PN. Y creo que el presidente va a vivir una circunstancia muy difícil. ¡Y a mí no me gusta que al presidente le vaya mal, porque yo vivo acá!

EC – Usted tiene, o tenía, un buen vínculo con el doctor Vázquez…

LALH – ¡Tengo, tengo!

EC – … desde la época en que fueron elegidos juntos. El mismo día usted fue designado por la ciudadanía presidente de la República y Tabaré Vázquez intendente de Montevideo.

LALH – Y cuando nos dimos un abrazo, ¡es una cosa tan impresionante la juventud de los dos! Pero él, que es un año mayor que yo, parecía una cruza de Elvis Presley con el Flaco Cleanto, una cosa por el estilo, tenía el pelo medio largo, así. Estaba de campera, era muy menudito –ahora es un hombre ya más robusto–, y cuando nos dimos un abrazo en un canal de televisión (canal 4) fue impresionante, estamos los dos que somos unos niños de pecho. ¡Pero él parece mi hijo, aunque es un año mayor!

EC – Desde aquel momento ustedes han tenido varios diálogos. No sé si sigue hoy ese intercambio…

LALH – ¡Cómo no! Hoy el que es mano es él; si yo tuviera un tema gravísimo que plantearle, estoy seguro de que al día siguiente el presidente me recibe. Pero el que es mano es él.

EC – Y esta inquietud que tiene a propósito de cómo le va a ir en su gobierno, a propósito de su cuadro político interno, ¿la ha hablado con él?

LALH – No, esos son temas propios de los frentistas, no va a venir un Juan de afuera a decirle “loco, mirá que…”. Es un tema casero. Yo lo miro como observador político con alguna experiencia, sabiendo cómo son estas cosas. Y si esto va a ser malo para el país, ojalá me equivoque. ¡Ojalá! Porque yo nunca he contribuido a que las cosas vayan mal. Me parece patético recurrir a eso.

EC – Un análisis parecido a este que recién estaba trazando escribió el domingo pasado en la columna que tiene en el diario El País. Tenía ese tono pesimista que queda de manifiesto en lo que dice.

LALH – Realista, diría yo; pero póngale pesimista si quiere.

EC – Termina la nota de esta manera: “Será la pulseada entre Mujica y el presidente la que habrá que observar con atención. Sacar del camino al actual presidente es el sueño del MPP”. ¿Qué quiere decir con eso de “sacar del camino”? Usted pronostica que el MPP quiere ¿qué?, ¿hacer qué con Vázquez?

LALH – Creo que quiere ganarle el tirón interno, ponerlo en una altura menor para poder prevalecer. No olvidemos que la ecuación acá es una coalición, que como toda coalición es más débil que un partido, por la heterogeneidad.

EC – Para usted el MPP querría debilitar a Vázquez. Porque la expresión “sacar del camino” es un poco fuerte, da para muchas interpretaciones posibles.

LALH – Si mañana logran que el presidente Vázquez diga: “¿Saben qué? Me vuelvo a la medicina”, seguramente no les va a desagradar. No digo que estén en eso, digo que hay una pulseada, y en la pulseada uno quiere ganar. Entonces estas fuerzas, llamémosles más radicales, quieren prevalecer sobre el presidente de la República, me parece que es notorio. Si otros no lo ven así, quizás sea yo el equivocado.

EC – Y en el último párrafo dice: “Entretanto, el que está paralizado y expectante es el país. La seca, más la inflación, más el déficit, más la baja de precios internacionales, más la rigidez del gasto público, más la condición de minoritario del gobierno en su propia bancada no auguran nada nuevo. Entretanto, educación, seguridad, salud siguen agobiando a nuestros compatriotas”.

LALH – Es una antigua interpretación que tengo de la peculiaridad de un sistema que se dice en gran parte socialista –vamos a ver si son todos, pero vamos a aceptar que la coalición frentista es mayoritariamente o predominantemente socialista–, pero se da la paradoja de que el socialismo propugna un Estado fuerte, y al final de estos gobiernos, en casi todos los países de América y acá también, el Estado en lo que tiene que hacer está peor que nunca y en lo que no tiene que hacer, que son las empresas públicas, está rico y fuerte. En el Uruguay de hoy el núcleo central está ahuecado, seguridad, salud, educación, defensa, relaciones exteriores, comercio exterior están mal, y Ancap es una especie de República autónoma y próspera.

EC – Usted dice: “Entretanto, educación, seguridad, salud siguen agobiando a nuestros compatriotas”. Sin embargo, “nuestros compatriotas” acaban de confirmar al FA en el gobierno, y por 50%, con mayoría parlamentaria propia, etcétera. ¿Cómo se entienden ese “agobio” y ese voto?

LALH – ¿Usted cree que porque hayan votado 50% a los frentistas yo tengo que cambiar mi percepción de la realidad? ¡No no no!

EC – ¡No, no no, mi pregunta es por su interpretación! ¿Por qué se da ese resultado electoral?

LALH – El PN estuvo 93 años fuera del gobierno. En su teoría tendríamos que haber dicho: “No, si la gente sigue votando, vamos a hacernos colorados o a borrarnos”.

EC – No no, no digo eso.

LALH – ¡Cómo no!

EC – ¡No! Digo que usted dice que la gente está agobiada por esos problemas, pero ¿por qué vota lo que vota?

LALH – ¡Ah, por suerte yo no sé por qué vota! Yo no soy totalitario, ante la urna somos todos totalmente independientes. Y si a alguno le gusta patear contra el clavo, tiene todo el derecho de patear contra el clavo. Porque ahora uno escucha a los sindicalistas y a Astori y resulta que está todo mal. El cuento de Astori, es la tercera vez que nos hacen el cuento de Astori. Primero ministro para ganar, después vicepresidente a cargo de la economía, silencioso, no abrió la boca, lo tuve enfrente durante cinco años. Y ahora dice: “¡No, las cosas están mucho peor de lo que creíamos!”. ¿Y dónde estaba él entonces? ¿En Belén con los pastores?

***

Transcripción: María Lila Ltaif

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