Entrevistas

Niños uruguayos interpretan la ópera infantil Brundibár, símbolo de paz y liberación

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Brundibár es una ópera interpretada por niños que se representó en 55 oportunidades en el campo de concentración de Terezin, en las afueras de Praga. La obra fue utilizada en un film propagandístico nazi que buscaba engañar a la comunidad internacional sobre el trato que recibían los judíos deportados.

Los músicos, los niños intérpretes, y el público de la opera terminó siendo trasladado y exterminado en Auschwitz. Luego de presentarse en varios países, el Sodre estrenará una versión uruguaya de la obra, el miércoles y jueves de esta semana. En diálogo con En Perspectiva el director general de la puesta en escena, Rubén Martínez, y el director de la Orquesta Juvenil del Sodre, Ariel Britos, contaron cómo fue el desafío de contar una historia trágica de forma entretenida y a la vez dejar una enseñanza.

EN PERSPECTIVA
Lunes 06.07.2015, hora 10.13

EMILIANO COTELO:
En plenas vacaciones de julio siempre es bueno estar atentos a la oferta de la cartelera destinada a los más chicos. En ese sentido una ópera infantil es de por sí una rareza, puede resultar atractiva, pero más atractiva resulta aún si, como en este caso, se trata de un símbolo de la resistencia y un alegato a favor de la tolerancia.

Todo eso es Brundibár, una obra del compositor checo-alemán Hans Krása que fue representada en más de 50 ocasiones en el campo de concentración de Terezin, en las afueras de Praga, con la ayuda de los niños que allí se encontraban y que, en su gran mayoría, no lograrían sobrevivir al régimen nazi.

Esa ópera tan especial podrá verse en Montevideo esta semana, interpretada por niños y jóvenes uruguayos. Las funciones abiertas están previstas para miércoles y jueves en el Auditorio del Sodre.

Por eso casi sobre la fecha nos interesa profundizar en lo que es este acontecimiento, que tiene lugar a 70 años de aquellos hechos. Para tener todo ese antecedente, para que ustedes se ubiquen ante lo que va a poder disfrutarse en estos días, es que están con nosotros dos de los músicos encargados de llevar a escena esta ópera. Estamos con el director general de la puesta, Rubén Martínez, y el director de la Orquesta Juvenil del Sodre, Ariel Britos.

¿Cómo ocurrió que esta ópera se representara en un campo de concentración?

RUBÉN MARTÍNEZ:
Hans Krása era discípulo de Alexander von Zemlinsky, él estudiaba música en Checoslovaquia, era discípulo de este gran músico, que era el director de la Ópera de Praga. Esta ópera infantil Krása la escribió para un concurso de música un poquito antes de 1938 y antes de su llegada al gueto hicieron una primera versión en un asilo judío. De esa primera versión no se tienen datos específicos, pero apenas fue invadido esto se suspendió, creo que fue en 1938 o 1939 y todos fueron llevados hacia el gueto de Terezin.

EC – Ya estamos hablando de la Checoslovaquia invadida por los nazis.

RM – Si. Terezin fue el gueto a donde enviaban a casi todos los artistas judíos de Checoslovaquia, había muchos artistas, músicos, pintores, escultores, maestras…

EC – En la historia cuando se habla de ese lugar algunos lo llaman gueto, otros campos de concentración, era como un punto intermedio, ¿no? No era un campo de concentración de exterminio, pero de hecho era un campo de concentración donde las condiciones eran más favorables, incluso porque el régimen nazi llegó a exponer ese sitio para demostrar lo bien que trataba a los deportados, ¿no?

RM – Si, esa fue una película demagógica, mentirosa, que hicieron: “El Führer regala una ciudad a los judíos”. Antes de que se le regalara, mandaron limpiar a todos los que estaban cerca de morir, los llevaron a los campos de exterminio, y quedaron los más saludables para cuando hicieron ese film, en 1944. Los de la última representación de Brundibár, la número 55 –que fue la última– quedaron en ese film, que entró la Cruz Roja Internacional para ver cómo vivían: todos vivían fantástico, uno lo puede ver en el film ese del régimen que existe, está en internet, pero, claro, limpiaron todo y estaba todo precioso y hermoso, mostraron al mundo y a la Cruz Roja que ellos estaban muy bien tratados y encima hacían música. Es más, hay mucha música que se perdió que hacían dentro: cuartetos, orquestas, coros, pintaban… porque ellos no sabían lo que les esperaba, no sabían lo que era el exterminio, entonces no tenían noticias, sabían que se iban en un tren, pero no a dónde.

EC – Agrego que para que esa ópera infantil pudiera efectivamente representarse en ese campo de concentración su autor, Krása, la escribió de nuevo.

RM – Si, la escribió y la reescribió, varias veces.

EC – Porque había perdido los papeles con el proceso de arresto, deportación, etcétera, se quedó sin nada.

RM – Claro, la escribió y la reescribió porque con la deportación se iban los músicos, hay dos o tres versiones orquestales, que son antes, durante y después de Terezin. Nuestra versión orquestal es sudamericana, porque la hizo Héctor Almerares, que es mi suegro, para cuerdas, flauta, clarinete y percusión, y suena muy bien, es muy orquestal y muy sencilla para orquestas juveniles. Lo que yo recibí en mis manos fue el libro de canto piano, con el que hicimos la orquestación. La primera versión que se hizo en Argentina fue en 2006, con el maestro Jorge Ferrari, con el cual conocí esta ópera -un gran maestro, ahora director de la Escuela de Música de Rosario, que ayer me confirmó que no puede venir pero manda un saludo enorme a los uruguayos y desea que disfruten de esta ópera, porque él es un apasionado de Brundibár, él fue el que me guió por este camino, y cuando yo conocí esta obra y la estudié dije: “La voy a hacer en mi ciudad”, se lo prometí a él…

EC – Aclaremos que Rubén es argentino.

RM – Si, de Ciudad de la Plata. Yo ya había hecho óperas infantiles con mucho éxito y generalmente en las óperas infantiles busco, por supuesto, el lado de la enseñanza, de dejar una enseñanza a los chicos y a la gente, como los derechos humanos en Let’s Make an Opera!, de Benjamin Britten, por ejemplo, también conocida como El pequeño deshollinador, que la escribió para la televisión en 1950. Así hay muchas óperas infantiles, como El arca de Noé, me vienen muchas a la mente ahora.

EC – Agrego que esta ópera infantil, Brundibár, en determinado momento se pierde, desaparece, deja de hablarse de ella, hasta que en los años 70 es redescubierta y a partir de ese momento, de hecho, se la comienza a representar en buena parte del mundo. Ha habido una especie de "movimiento Brundibár".  ¿Cómo es eso?

ARIEL BRITOS:
Brundibár para empezar es una temática ineludible. A mí se me presentan como dos escenarios. Tenemos que encarar lo que es una ópera para niños con todo el contenido que sabemos que tiene. En este caso -quizás tenga que ver con el cómo y el por qué- es una temática quizás no tan vigente porque lo que los niños buscaban era conseguir leche para su mamá, que estaba enferma. Pero si eso lo extrapolamos a la actualidad creo que resuelve un montón de carencias desde lo humano y lo afectivo de los muchachos.

EC – Yo iba a la historia de este movimiento. ¿Por qué se representa en tantos lugares del mundo, por qué genera el interés que despierta esta ópera tan particular?

AB – El interés que tiene evidentemente es el histórico desde el punto de vista de los derechos humanos de cosas que pasaron, como el Holocausto, que no deben volver a suceder. Yo un poco me refería a que nosotros tenemos que descontextualizarla de alguna forma dado que hemos elegido este julio para hacerla y para un público infantil, ahí radica un poco la dificultad. El interés evidentemente es histórico, humano y de formación de la gente…

RM – Y educación.

AB – Absolutamente.

EC – Yo veía el sitio de internet que se creó en Uruguay para preparar el aterrizaje de Brundibár, que es brundibaruruguay.com, y allí esto está planteado así: “A 100 años, del Genocidio Armenio. A 70 del fin de la Segunda Guerra Mundial. A 70 de la Liberación de los campos de concentración nazis. Hace tan solo semanas, cientos de niños cristianos, fueron asesinados por el solo hecho de ser cristianos. ¿Hasta cuándo…?”.

RM – Exactamente, ¿hasta cuándo? […] Cuando conocí esta obra dije: esta es una obra única, como un cuadro de Rembrandt, es único, y tiene que ser tratada como única y con el respeto que eso implica. Pero no nos olvidemos que es una ópera para niños, cantada por niños y con orquesta de niños: todos son niños. El respeto que se merecen los niños y también la alegría que tienen los niños. Lo difícil de esta ópera es el contexto, cómo nosotros con alegría podemos hacer una ópera que fue hecha en un lugar de horror, de terror y de muerte. Ellos algunos sobrevivieron.

Cuando yo hice esta ópera en 2011 en La Plata la hice al aire libre en una vieja estación de trenes, por supuesto era muy fuerte, porque colgué los banderines, no los nazis pero sí muy parecidos con botitas y zapatitos, aquí va a haber algo parecido también, lo van a ver en el frente del Auditorio del Sodre, los voy a colgar afuera, creo. Va a pasar la gente y los va a ver y va a decir “Uy, ¿qué pasa? Hay un movimiento nazi por aquí”, no, hay un movimiento de paz, de liberación, de educación. Lo comprendieron las autoridades de Uruguay, y eso es genial, es fantástico, yo soy un agradecido de poder hacer esto en Uruguay, es la mejor versión que he podido realizar, la hice especialmente para Uruguay. Soy un agradecido al Sodre, desde el primero hasta el último. Desde la presidencia de Jorge Orrico hasta el último de sus técnicos, pasando por Gerardo Grieco, su director general y Ariel Cazes, el artístico, y con Ariel Britos ni hablar, un apoyo incondicional con la orquesta y con todo el equipo que tiene de las orquestas juveniles que suenan fantástico. Están muy bien organizados, yo realmente me sentí como pez en el agua.

 

EC – Rosario, tú estuviste la semana pasada en la conferencia de prensa de lanzamiento.

ROSARIO CASTELLANOS:
Sí, todo esto que acaba de decir Rubén creo que estaba perfectamente expresado por esta única sobreviviente, Ela Weissberger, que llegó hasta nuestro país como va a todos los lugares donde se representa Brundibár. Ella contó algunas de las anécdotas terribles, como el hecho de que todavía conserva la Estrella de David con el número 646 con el que se identificaba, lo hizo con unas ganas de vivir, una potencia, una claridad mental y un entusiasmo que realmente de alguna forma entra en contradicción con aquello que le tocó vivir. Ella sostiene que cada representación de Brundibár, cada vez que lo escucha, es como si hablaran todos sus amigos que murieron en el campo, que fueron todos. Esa sensación de que toman voz aquellas personas que ella dejó de ver, que eran sus amigos, se transforma en un canto de alegría. Increíble, cuando empezaron a cantar los jóvenes uruguayos detrás de la orquesta conformada por jóvenes se levantó como si hubiera sido un resorte a cantar con ellos con una voz fenomenal, fue el personaje de la gatita en su momento, y realmente se sumó al coro en un extremo, con una potencia de voz… 85 años que si vieran ustedes cómo están llevados, realmente un ejemplo de esa condición de poder transformar una tragedia en una enseñanza hacia adelante.

EC – ¿Podemos escuchar un poco de la música de Brundibár?

[Audio Brundibár en italiano]

EC – Estamos escuchando una de las tantas grabaciones que están en internet de Brundibár por eso que escuchábamos antes: se ha representado en tantos lugares… Interesa que nos detengamos en cómo va a ser esta versión uruguaya.

RC – Yo voy a hacer una aclaración previa: según Rubén Martínez es la mejor de las versiones.

EC – Por eso, cómo va a ser ésta, la mejor de las versiones, que tiene una huella argentina porque estamos charlando con Rubén, que es el responsable de esta puesta en escena y que ya puso en escena esta ópera en su país, pero ahora va a tener un giro, ¿no?

RM – El acento uruguayo.

EC – Y de ahí lo que pueda aportar Ariel.

AB – Va a ser una versión particular, yo tengo que confesar que hasta que tomé contacto con Ela era otra ópera. Realmente esa señora nos ha dejado una enseñanza. Yo me he debatido sobre cómo encarar esta ópera, desde qué punto de vista hacerlo, en la orquesta ha sido un tema de conversación muy importante, no nos hemos podido limitar a la partitura…

EC – Una aclaración allí: estamos hablando con Ariel Britos, director de la Orquesta Juvenil del Sodre, integrada por chicos, ¿de qué edades?

AB – Hay un espectro muy amplio, hay chicos que tienen desde 10 hasta 27 años en la Orquesta Juvenil, que tiene 129 integrantes.

EC – ¿Cómo trabajaron una ópera tan especial como esta?

AB – Generalmente en un primer ensayo de la orquesta sinfónica lo que tratamos es de contextualizar la obra, ver quién es el autor y el contexto histórico. Cuando llegamos a esa parte [con Brundibár] no había cómo remontar el ensayo porque cuando los muchachos se dieron cuenta de a qué se enfrentaban, qué implicaba lo que iban a tocar, fue muy difícil, el primer ensayo fue todo una gran conversación hasta que logramos pasar a la parte musical, pero no terminaba de tomar forma, porque: ¿qué es, es una tragedia, un cuento para niños?, ¿qué estamos contando?, ¿por qué elegimos ese público, esa época?, estaba como disociada una cosa de la otra. Fue tomando forma en la medida que en los ensayos Rubén Darío, que es un nexo súper interesante, le empezó a explicar a la gente el canto que le da otro color, etcétera. Pero lo que terminó de madurar la obra fue la presencia de Ela Weissberger, porque realmente esa señora es un canto a la vida…

RC – La cara de los chicos cuando la escuchaban era un poema.

AB – Absolutamente, es otra ópera a partir ahí, en el ensayo todo el mundo entendió -y me incluyo- que lo que tenemos es transformar esa ópera en un cuento para niños que sea divertido, una cosa linda. Ellos entendieron lo que pasó, nosotros no podemos cambiar el pasado pero sí de repente a través de nuestro granito de arena podemos hacer que cosas muy desagradables que pasaron no se repitan.

EC – Hay un personaje de Brundibár que termina aludiendo a Hitler, ¿no? Si ustedes van a los archivos, por ejemplo al sitio de Brundibár Uruguay y observan aquellas filmaciones hechas por el régimen nazi en el campo de concentración de Terezin, van a quedar muy impactados cuando la cámara toma en primer plano al chico que hace ese personaje. Claro, tiene un bigote muy distintos a los de Hitler, en vez de ser chiquito es enorme, pero cuesta imaginarse que eso pudiera estar realizándose en aquel lugar y en esas circunstancias, y que a ese chico todavía el noticiero de ese film oficial lo mostrara tan en primer plano como lo hace. Cuesta imaginarse a ese chico por dentro en ese momento, porque en la cara tiene como unos ojos de picardía que son realmente impactantes. Vale la pena ir a mirar aquella grabación en blanco y negro.

AB – Si, y yo creo, voy a hacerme eco de las palabras de Rubén Darío, que también va a valer la pena venir a ver las funciones de Brundibár en Uruguay, porque Rubén con toda su creatividad y su inquietud ha agregado un prólogo súper interesante y en el comienzo hay un diálogo entre Hitler y Krása que es una especie de juego pero es muy duro, con muchas cosas que se dicen muy en broma pero que todas las quisiéramos decir y en el fondo las pensamos, que no tiene desperdicio.

EC – Es una ópera muy breve, son dos actos, y anda en los 35 o 40 minutos.

RM – 35 minutos.

EC – La versión que se va a ver en el Auditorio del Sodre es un poco más larga porque tiene una introducción y un epílogo.

RM – No, tiene un prólogo, termina tal cual, pero el prólogo… Ese fue el desafío cuando yo tuve en mis manos la partitura y pensé muchísimo cómo hago una obra infantil, que tiene que ser divertida y dejar enseñanza, en este contexto, cómo enseño a los niños lo que ocurrió de una manera pedagógica y con buena onda. Para mí el más grande de los cómicos de este siglo fue Charles Chaplin, entonces cuando tuve esto puse [las películas] “El gran dictador” y “Hombres de armas” y dije: “Acá está”, esto es lo que quería hacer. Volví a mi niñez, empecé a pensar cómo me enseñaban las maestras, hace muy poco tiempo [Risas.], y lo hacían con mucho amor, respeto y alegría. Esas son las tres palabras que me jugaron dentro de lo que escribí: amor, respeto y alegría.

A mí no me gusta nombrarlo a Hitler, no me gusta decir su apellido, así que se lo cambié, ya van a descubrir cuál es y se van a reír, pero en español les va a sonar y se van a reír. El encuentro con Hans Krása no es chaplinesco porque nadie puede imitar a Chaplin, pero sí tomo sus cosas de la película y armo toda una… Primero entran payasos, con los niños desfilando al ritmo militar, con un niño [tocando el] redoblante en la orquesta… captamos al público y luego viene el diálogo en un spanish-alemán. Tiene que ver con reírnos de la tragedia.

EC – ¿Cuántos niños tendremos en escena? ¿Cuántos de la orquesta juvenil?

AB – De la orquesta unos 40.

EC – No es la orquesta completa.

AB – No, no, es que la instrumentación no estaba preparada tampoco para la orquesta completa.

EC – ¿Y el coro?

AB – Y el coro son 64.

EC – ¿Cómo se eligió ese coro?

AB – Hay dos versiones. Una es el Coro Ayre, un coro juvenil que trabaja con nosotros dentro de la Fundación de Orquestas Infantiles y Juveniles de Uruguay. Son unos muchachos que ya tienen una trayectoria bastante larga con muchos años trabajando en esto. Después una versión muy interesante que es con Primaria. Nosotros hemos hecho una selección de voces en las escuelas de música y eso ha dado como resultado un coro increíble con unos niños que cantan fenómeno y que tienen una predisposición para la escena y una ductilidad pocas veces vista.

RC – Ahí hay un aspecto que no es menos interesante: en el trabajo que se hizo en las escuelas artísticas de primaria todos los chicos aprendieron la letra para cantar la canción final y van a estar en la platea dispuestos a acompañar al coro en el escenario cantando ellos también con una levantada de manos y agite al final que va a ser muy lindo.

RM – Si, va a ser muy lindo el final, muy emotivo también. Hay sorpresas.

[Audio Brundibár en italiano]

EC – Ariel Britos y Rubén Martínez están escuchando esta grabación, que es de una de las tantas versiones de Brundibar y comparan con la que ellos están preparando, si es más rápida, más lenta…

AB – Es que es muy difícil no colocar la impronta personal en todo esto. Uno se emociona y termina siendo una versión.

RM – Es que es toda una emoción. Cuando uno trabaja con niños… yo realmente todos los años me vengo emocionando, estoy hecho un llorón [risas]. Vengo estudiando esta obra desde 2008, la realicé apenas asumí como asesor cultural de la Ciudad de La Plata, lo primero que hice fue Brundibár, y cómo hacerla. Entonces, como por supuesto en el teatro argentino, el Colón, etcétera, me conocen de los 80, yo en mi ciudad auné esfuerzos, llamé a la comunidad de la provincia, al Teatro Argentino de La Plata, la municipalidad, etcétera, y la pude realizar en 2011. En 2015 la tengo que hacer, no puedo no hacerla, por los 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, los 100 años del genocidio armenio y lo que está ocurriendo: ayer el papa pidió oración porque ocupó una ciudad el grupo rebelde de los islámicos y están matando cristianos. El mundo está muy revolucionado en cuanto a guerras y a cosas realmente cruentas, creo que en este siglo tenemos que trabajar todos lo más que podemos para educar al futuro, que son nuestros niños.

EC – Algunos de nuestros oyentes preguntan para niños de qué edades es esta ópera.

RM – De 0 a 90 [Risas.].

AB – Absolutamente.

RM – Sí, pueden venir, se van a divertir los niños y los mayores, lo puedo asegurar.

AB – Sí, sí, es más…

RM – Es mi mejor puesta [Risas.]. Yo estoy muy feliz porque realmente aquí en Uruguay encontré lo que artísticamente estaba buscando de eso. Primero que la escenografía está pensada a nivel mundial, es la planta de Terezin que luego se transforma en casas, atrás va a estar el Muro de Berlín y en los costados hay dos torres, que son las Torres Gemelas de Nueva York, y va a estar representado también Uruguay arriba del escenario, en los niños.

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