Ayer se llevó a cabo en Chile la segunda vuelta presidencial. Sebastián Piñera, con el 54,6 % de los votos, resultó re-electo presidente mientras que en segundo lugar quedó Alejandro Guillier, que obtuvo un 45,4 %.
Para conversar de este proceso electoral que se cerró ayer en Chile, conversamos esta mañana con Fernando Rosenblatt, doctor en Ciencia Política, Profesor Asociado y Director de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales, en Chile.
EC: Fernando, buenos días, ¿cuál es tu primer comentario sobre la segunda vuelta de ayer?
FR: Lo primero es destacar la magnitud de la victoria de Piñera. Todos esperábamos una segunda vuelta más competitiva y finalmente hubo una distancia importante entre ambos candidatos. De hecho, todo se resolvió muy rápido y a las 19:45 Guillier estaba reconociendo la derrota. Pasada las 20 hrs Guillier fue a saludar a Piñera y dieron un breve discurso. Lo segundo, es importante destacarlo siempre, la tranquilidad con la que se vivió la jornada electoral. Más allá de la baja intensidad que hablamos en algún momento, fue una elección limpia y un acto electoral que se desarrolló sin ningún problema, fue una elección libre.
Más allá de lo electoral, el escenario político que se dibuja en Chile es complejo.
Tal como hemos venido conversando, Chile sigue viviendo un complejo escenario político, de profunda crisis de legitimidad de las organizaciones e instituciones de la democracia representativa chilena.
Después de la elección, queda un escenario de mayor fragmentación. Por ejemplo, ahora hay dos coaliciones que están del centro a la izquierda del espectro ideológico.
Más allá de las coaliciones, después de esta elección tenemos varios partidos relativamente nuevos con representación en el Congreso (algunos ya habían ingresado en 2013) que deben superar el desafío de permanecer, de ser estables en el tiempo.
Entre los partidos tradicionales, la DC deberá definir más claramente donde se ubicará. No es menor pero en la primera vuelta corrieron solos. Yo no tengo tan claro que la unidad que se vio para la segunda vuelta sea un retorno al patrón de alianza del centro y la izquierda como la de la época de la Concertación.
Además, está el Frente Amplio, con una bancada no despreciable de 20 diputados pero con el desafío de consolidarse. La Nueva Mayoría (ex Concertación, sin la DC y con el Partido Comunista), con partidos tradicionales que se han visto interpelados, pero que aquí están, debilitados pero todavía están.
La centroderecha resultó ganadora pero ha sufrido, al igual que la centroizquierda, con las graves acusaciones de financiamiento irregular, corrupción, etc. que ha desprestigiado mucho a la política y que ha profundizado el distanciamiento de la ciudadanía con los partidos, como ya lo hemos conversado en otras ocasiones. Es decir, ayer ganó Piñera pero el sistema política chileno está en un escenario bien complejo, con muchas incertidumbres de cara al futuro.
EC: Volvamos a la elección de ayer y luego retomamos el escenario político hacia adelante. Ayer votó más gente y por lo que se observa en la prensa, tanto a los políticos como a los analistas esto llamó la atención.
FR: Sí, de acuerdo, votaron 300.000 personas más, en total 7 millones 31 mil y en la primera vuelta votaron 6 millones 700 mil.
Y efectivamente se esperaba que votaran menos personas.
Antes, para la primera vuelta, yo había dicho que había varios factores que hubieran augurado una mejor votación pero en realidad votó menos gente porque esos factores no son suficientes. Entre esos factores yo había destacado la competitividad de la elección. Y había dicho que la competitividad parecía no ser tan determinante porque en los hechos había votado poca gente. Pero lo cierto es que la alta competitividad de la primera vuelta era sobre todo a nivel del Congreso, con muchos candidatos algunos con muy poca difusión y bajos niveles de conocimiento. La alta competitividad ahora se daba entre dos opciones para la Presidencia, era más claro el escenario y se trataba del cargo más importante en el régimen de gobierno presidencialista. Entonces, en este escenario, la competitividad sí puede haber influido.
Además, en las últimas dos semanas no se divulgaron datos de encuestas porque, de acuerdo a una reforma a la ley orgánica constitucional sobre votaciones populares y escrutinios, se pueden divulgar resultados de encuestas hasta 15 días antes de la elección. Entonces, hubo poco dato—y además con los tropezones de las encuestas en la primera vuelta—.
Entonces, la ausencia de datos y, además, recordemos, el mal resultado de Sebastián Piñera (respecto de lo esperado) fue generando un clima de incertidumbre y una sensación de elección bien competitiva.
EC: Pero, lo cierto es que la victoria de Piñera fue contundente. Entonces, no se cumplió la expectativa de una elección reñida. Como dijimos al inicio, Piñera ganó con el 54.6%, y Guillier obtuvo, por lo tanto, el 45.4% de los votos—hubo 1% aproximadamente de votos en blanco y nulos.
FR: Sí, y Sebastián Piñera ganó prácticamente en todo el país con la excepción de las regiones del extremo Sur, de Aisen y región la de Magallanes y Antártica Chilena. Lo cierto es que, como se dijo durante la campaña. la cuesta era mucho más empinada para Alejandro Guillier.
Guillier partía, por decirlo de alguna manera, del 22,7% de la primera vuelta mientras que Sebastián Piñera, que había ganado la primera vuelta, había obtenido 36,6% de los votos.
EC: Retomemos el análisis sobre el escenario que se abre de ahora en más en el sistema político chileno.
FR: Sí, porque la elección terminó y más allá de la victoria electoral contundente de Piñera, su mandato tendrá múltiples desafíos. Para empezar, no tendrá mayoría en el Congreso, ni en diputados ni en el Senado. Primer desafío para la gobernabilidad. Y además, como decíamos, hay un sistema en general más fragmentado, con organizaciones partidarias en general bien débiles—por ser muy nuevas o porque están severamente cuestionadas.
La participación llegó al 49% (en primera vuelta había sido 46,6%). Mejoró, pero no sé si se revirtió una tendencia. Entonces, el distanciamiento de la ciudadanía con las instituciones y organizaciones de la democracia representativa, permanece y no se terminó con este ciclo electoral. Hay que ver, obviamente, cómo sigue esta historia pero el cheque entregado a Piñera no viene de un porcentaje elevado del electorado. Quizás asistiremos a una situación como la que vimos en otros casos de rápido desgaste de su imagen ante la opinión pública.
Si esto se suma a la multiplicidad de demandas que se han activado políticamente en los últimos años, y que nos hace pensar que seguiremos teniendo importantes niveles de movilización, como ha sido en los últimos años, podemos pensar que Piñera tendrá un desafío enorme. Esto, en un contexto económico que, como en el resto de la región, no es nada sencillo.
EC: Estás describiendo un escenario bien complejo para el próximo período de Sebastián Piñera.
FR: Sí, a diferencia de una hipotética victoria de Guillier, la coalición de Piñera es más homogénea.
Lo que pasa es que son muchas las dificultades para la gobernabilidad en el Chile de hoy, para generar mayorías estables. Y detengámonos únicamente en los debates pendientes, que han sido “activados” políticamente y que no están resueltos. La reforma educativa no ha terminado y hay profundas discusiones y temas bien grandes para resolver respecto a la gratuidad. Está pendiente también la discusión sobre las pensiones. El movimiento No Más AFP ha logrado niveles muy masivos de movilización y no hay razones para pensar que se desactivará en el futuro próximo.
También está pendiente la discusión sobre la reforma Constitucional. Michelle Bachelet inició un proceso que, dijo, terminaría en el gobierno siguiente. Obviamente no sabemos qué va a pasar pero no hay forma que Piñera pueda eludir ese debate. Además, hay desafíos estructurales asociados a la matriz productiva, a la energía.
EC: Más allá del gobierno de Piñera y de sus desafíos, tú los has dicho antes, la política chilena está en proceso de cambio. ¿Ese proceso no puede terminar de consolidar un nuevo ciclo político estable y legítimo para la ciudadanía?
FR: Sí, hay un proceso de realineamiento político y de emergencia de nuevos liderazgos y organizaciones partidarias: Revolución Democrática en la centroizquierda y Evópoli en la centroderecha son las manifestaciones más exitosas. Lo que pasa es que no deja de ser una época un tanto complicada para la consolidación de organizaciones partidarias permanentes. Y ojo, yo no estoy pensando en un único modelo de organización partidaria. El siglo XX terminó. Más allá de esto, más allá de la forma específica que asuman, es difícil consolidar organizaciones permanentes, sobre todo por el contexto institucional y político en Chile.
Por lo tanto, es un tremendo desafío para estas nuevas organizaciones, generar cierta estabilidad, permanecer en el tiempo con cierta legitimidad y valor para la ciudadanía. Esto incide sobre la construcción de mayorías y de gobernabilidad y por lo tanto incide sobre la estabilidad y la calidad de las políticas de los gobiernos.
EC: Volviendo al futuro gobierno de Sebastián Piñera y ya para cerrar, Fernando, ¿cuáles serán los principales desafíos de estos meses?
FR: Lo primero es la conformación del gabinete. Está claro que al nombrar a los futuros ministros los presidentes electos dan muchas señales. Una cosa a la que estaremos atentos es al peso de los líderes políticos, de los partidos que integran la coalición. Recordemos a la audiencia que una de las principales críticas que se hizo al inicio del primer período de Sebastián Piñera fue la integración de su primer gabinete.
En aquel entonces muchos le atribuían las dificultades de arranque de aquel gobierno al predominio de tecnócratas y el escaso rol de los partidos. En esta oportunidad creo que los partidos tendrán mayor lugar, no sólo por ese aprendizaje sino quizás por la nueva conformación de la coalición de centroderecha, más homogénea que lo que hubiera sido la de un gobierno de Guillier, pero más diversa que nunca, ya no son 2 partidos y hay nuevos liderazgos esperando una oportunidad. Por otro lado, al interior de su coalición, Piñera tiene una ascendencia política que quizás no tenía en su primer mandato. El desafío será el mantener el peso de su autoridad en un horizonte de cuatro años sin reelección y como dijimos, con organizaciones débiles y con muchas demandas muy activadas políticamente.
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Crédito foto: Claudio Reyes / AFP PHOTO