Foto: Dimitar DILKOFF / AFP
"En el bonito parque arbolado Shevchenko, en el centro de Kiev, un misil dejó un cráter profundo y desfiguró el área de juegos para niños.
Un fino humo blanco se escapa aún del hoyo. Las ramas de los árboles que lo rodean están cortadas limpiamente.
Poco después de las 8, hora local, de este lunes, dos misiles golpearon este barrio señorial, con menos de un minuto de intervalo, y a 300 metros el uno del otro".
Así comienza una crónica de la AFP escrita en Kiev, la capital de Ucrania, que sufrió en la mañana de este lunes una serie de bombardeos rusos.
El ataque, que dejó al menos 11 muertos y 89 heridos, fue la primera respuesta a la explosión que este fin de semana dañó el único puente que comunica Rusia con la península de Crimea, que pertenecía a Ucrania y fue anexada por el gobierno de Vladimir Putin en 2014.
Esa infraestructura, que era clave para el envío de suministros a las tropas rusas que ocupan esa zona, quedó parcialmente destruido por la detonación de un camión bomba,
La reacción de Moscú no se limitó a los bombardeos en Kiev. Rusia también atacó la ciudad de Zaporiyia, donde produjo más de una veintena de fallecidos.
¿Es esto una nueva escalada de la violencia, como apuntó el secretario general de la ONU?
¿Marca un quiebre con el transcurso de la guerra?
Conversamos En Perspectiva con Ricardo Barboza, capitán de navío retirado, licenciado en Relaciones Internacionales y docente en la Facultad de Derecho de la Udelar.