
Foto: Gentileza de Fransico Vernazza
La vida de José Mujica, muchos opinan, fue digna de película.
Ese militante político de todas las horas, que primero en la década de 1950 trabajó en el Partido Nacional, que luego en los años 60 se hizo tupamaro y abrazó la lucha armada, que después pasó 12 años preso y buena parte de ese período en las condiciones de reclusión más crueles decicidas por la dictadura y que con el regreso a la democracia se integró a la vida institucional, creando casi desde cero un sector nuevo, el Movimiento de Participación Popular, aquel hombre, el Pepe Mujica, llegaría nada menos que a la presidencia de la República el 1° de marzo de 2010.
"Mis pocos conocimientos jurídicos, extraordinariamente escasos, me impiden dilucidar cuál es el momento exacto en que dejo de ser presidente electo para transformarme en presidente a secas. No sé si es ahora o si es dentro de un rato cuando reciba los símbolos del mando de manos de mi antecesor. Por mi parte desearía que el título de electo no desapareciera de mi vida de un día para otro. Tiene la virtud de recordarme a cada rato que soy presidente solo por la voluntad de los electores. Electo me advierte que no me distraiga y recuerde que estoy mandatado para la tarea. No en vano, el otro sobrenombre de los presidentes es mandatario. Primer mandatario, si se quiere, pero mandado por otros, no por sí mismo. Con mejores palabras y más solemnidad, esto es lo que la Constitución establece".
Escuchábamos recién parte del discurso que pronunció Mujica en la Asamblea General cuando fue investido como presidente de la República, hace 15 años.
Pero para que efectivamente pudiera convertirse en primer mandatario, no alcanzó con su sector político por más movilizado que fuera. Hizo falta alguien cuyo asesoramiento resultó fundamental, como él mismo reconocía. Hubo alguien atrás de aquella campaña electoral en la que Mujica se puso un traje, renovó su vestuario y cambió, sin perder la esencia, su imagen.
Conversamos En Perspectiva con Francisco "Pancho" Vernazza que, con varias campañas electorales sobre sus espaldas, fue el consejero responsable de esa metamorfosis del por entonces candidato en 2009. A Vernazza Mujica lo escuchaba y le hacía caso.