La posibilidad de encontrar petróleo en Uruguay no sólo abre un nuevo horizonte económico para nuestro país; también supone una serie de desafíos que la sociedad deberá encarar.
Esta semana, la reunión entre el presidente Tabaré Vázquez y los ex mandatarios Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle, Jorge Batlle y José Mujica marcó el inicio de un proceso de discusión para diseñar una política de Estado, para el caso de que se encuentren yacimientos de hidrocarburos en la plataforma marítima uruguaya.
¿Uruguay está preparado a nivel institucional para encarar una producción de este tipo? ¿Cuáles son los capítulos en los que el país debe tomar recaudos? Si existiera "renta petrolera", ¿qué uso debería hacerse con ella? ¿A qué país productor podría tomarse como referencia?
Sobre esas y otras preguntas, que previsiblemente integrarán la agenda de ese debate, comenzó a trabajarse durante el período de gobierno anterior. En agosto de 2014, En Perspectiva entrevistó al doctor en Física Ramón Méndez, entonces director Nacional de Energía en el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), que informó cómo se estaba encarando esa reflexión y detalló algunas observaciones en seis puntos principales que debería tenerse en cuenta.
A continuación compartimos un fragmento de aquella conversación:
EN PERSPECTIVA
Jueves 07.08.2014
(…)
NICOLÁS BATALLA (NB) —Está claro que este proceso que por un lado va por la exploración también debe ir por otros carriles. Prepararse para el momento en que efectivamente se encuentre petróleo. En la campaña electoral hacia las internas el candidato por el Partido Colorado Manuel Flores Silva ponía el tema sobre la mesa, y planteó incluso aquí en En Perspectiva que ya mismo el país debería tener una política de Estado para encarar este tema si se confirmaba la presencia de petróleo, que él daba como casi segura. ¿El Gobierno está trabajando en ese sentido?
RAMÓN MÉNDEZ (RM) —Sí, por supuesto, desde hace ya un par de años venimos trabajando exactamente en ese sentido. Hay algo que no puede ocurrir: no podemos ponernos a discutir qué queremos hacer con el petróleo el día que hagamos el agujero y salte petróleo. Eso no puede suceder bajo ningún concepto. Tenemos que generar todas las condiciones para ser un país productor de petróleo mucho antes de que efectivamente nos transformemos en un país productor petróleo, si eso ocurre algún día.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —¿Por qué hay que definirlo antes? ¿Por qué es importante tener esa visión estratégica de largo plazo?
RM —Por muchas razones. Primero, porque hay muchos temas complejos en juego. Hay que hacer modificaciones institucionales, legales, hay que tomar definiciones desde el punto de vista ambiental, hay que discutir muy bien el vínculo con otras actividades económicas que ocurren en el territorio. Y porque hay muchas enfermedades típicas que han ocurrido en las economías de países que se transformaron rápidamente en petroleros sin haberlo previsto que, más que modificarlos positivamente, los dañaron en algunos aspectos. Estamos llenos de ejemplos, muchos de ellos incluso en la región, de países en los cuales la existencia de petróleo, lejos de resolver los problemas, los complicó y en todo caso no les permitió hacer un salto hacia el desarrollo, sino que han permanecido en la misma situación que tenían antes de encontrar el petróleo.
RA —¿Venezuela, por ejemplo?
RM —No voy a dar nombres de países, todos conocemos países que han hecho transiciones exitosas, otros que no tanto y otros que las hicieron muy malas. Nosotros queremos estar entre los absolutamente exitosos, y para eso tenemos que empezar a prepararnos.
RA —¿En qué se está trabajando de cara a ese objetivo y a tener esa visión de largo plazo?
RM —Estamos trabajando en un conjunto de seis o siete elementos fundamentales que hay que resolver antes de eventualmente tener petróleo en nuestro país.
Lo primero tiene que ver con el marco institucional: ¿las instituciones que tenemos hoy son las adecuadas para transformarnos en un país petrolero? Entendemos que no, y en particular tiene que ver con los diferentes roles dentro del Estado. Hemos mirado muchísimos países, y hoy tenemos una referencia muy clara que es Noruega, para nosotros Noruega es un país espectacular, que en particular ha resuelto el tema petrolero de una forma ejemplar. Pero también miramos otros modelos muy diferentes de países que no queremos imitar, que no queremos tomar como ejemplo, pero en los que encontramos cosas que vale la pena rescatar.
Doy un ejemplo: Emiratos Árabes Unidos, que hace 50 años era uno de los países más pobres del mundo, simplemente un país de pescadores, siete pequeños emiratos, muy pobres todos ellos, y hoy es uno de los países más prósperos del mundo, es un país productor de petróleo. Lo que quiero destacar es que hoy de la renta del país solamente una parte menor es debida al petróleo, a pesar de que hoy es uno de los mayores productores de petróleo y seguramente de los más altos productores per cápita de petróleo. Sin embargo utilizaron la renta petrolera a lo largo de las décadas para salir de la pobreza en primera instancia, para desarrollarse, y luego para meterse en otro tipo de ingresos para el Estado, de modo que hoy más de la mitad de los ingresos del país no tienen nada que ver con el petróleo. Nos interesa destacar esa mirada de largo plazo, no acotada estrictamente a los 20, 30, 40 años en que podemos llegar a tener reservorios en nuestro país, que luego se agotan y luego qué.
RA —Plantea todo un desafío, porque hay prioridades, se necesitan recursos en la corta y uno dice "si obtenemos renta petrolera, gastémosla ya, démosle a lo que falta". Ustedes plantean que esto hay que hacerlo mirando…
RM —… el largo plazo. Yo decía que en primera instancia, antes de hablar estrictamente de lo económico, de la renta en sí, primero hay que definir las instituciones correctas.
RA —¿Eso qué implicaría?
RM —En muchos aspectos seguimos siendo como el Uruguay batllista de un siglo atrás. El Estado batllista hace un siglo entrega su preocupación por determinados sectores a determinadas organizaciones que se llamaban entes autónomos. No se visualizaban como empresas sino como entes autónomos a los cuales se les otorgaba toda la responsabilidad de un determinado sector, de definir la política, ejecutarla y controlarla. Eso ha ocurrido desde el Correo hasta los combustibles, la electricidad, luego las telecomunicaciones básicamente con la misma idea.
A partir del Gobierno anterior, presidido por el doctor Tabaré Vázquez, pasamos a una idea diferente. El Estado sigue teniendo un papel muy importante, pero diversificado, diferentes organismos se ocupan de diferentes responsabilidades. Por ejemplo, en lo que se refiere a la política energética quien define la política es el Poder Ejecutivo, no la definen las empresas. La ejecutan las empresas, en este caso UTE y Ancap. Y la controlan, la supervisan y defienden al consumidor, que es el más débil de la cadena, organismos independientes como la Ursea (Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua), que regula junto con el Poder Ejecutivo el funcionamiento de las empresas públicas y privadas.
Lo mismo sucede si vamos estrictamente a la producción de petróleo. En general los países tienen lo que se llama una agencia nacional de petróleo, tiene nombres diferentes, que es la propietaria del derecho a explotar el territorio. Y la empresa petrolera se dedica a ser empresa, no a hacer de reguladora ni a negociar, no a ser juez y parte con un eventual socio extranjero. Es el Estado por medio de un organismo propio, que a veces es el propio ministerio y a veces es una agencia independiente llamada agencia de petróleo o cosa por el estilo. Así sucede en Brasil, en Colombia, porque estamos mirando fundamentalmente el ejemplo de los países latinoamericanos, y así sucede en particular en Noruega, que es el ejemplo emblemático que estamos mirando.
Una agencia independiente que resuelve cuál es el buen momento de dar nuevas licencias de producción, de qué tamaño tienen que ser los bloques, cada cuánto tiempo tiene que mirar y definir que eventualmente se devuelva si no se está cumpliendo lo previsto. Y que entre otras cosas controla también a la propia empresa estatal que resuelve temas como algunos aspectos de la renta, y mira temas ambientales, como en el caso de Noruega también.
Es decir, la organización institucional de un país productor de petróleo exige que el Estado tenga otro tipo de organismos y otra diversificación de las funciones.
RA —Separar lo que tiene Ancap con estas empresas que están explorando, implicaría que Ancap cumpliera otro rol.
RM —Sí, Ancap tiene que concentrarse –como sucede en Noruega con Statoil, que es una excelente y excepcional empresa, como lo es Ancap– en la producción de petróleo. Y tiene que haber una agencia que se dedique a regular todo el sistema de forma independiente.
NB —¿Uruguay está maduro institucionalmente para dar ese paso?
RM —Uno puede mirar la mitad del vaso vacío o la mitad del vaso lleno. ¿Somos un país preparado para producir petróleo? No, porque nunca nos preocupamos por generar las condiciones para producir petróleo. ¿Tenemos las condiciones de transformarnos en un país preparado para producir petróleo? Por supuesto. Por eso quiero compartir con ustedes y con la audiencia todo lo que estamos haciendo para prepararnos, para que si en el año 2020 llegamos a encontrar petróleo el país esté absolutamente pronto, con sus instituciones, con sus leyes nuevas, con todo lo que significa estar preparado para aprovechar adecuadamente la renta petrolera.
RA —Hablábamos de siete grandes aspectos. Ya vimos el tema institucional.
RM —Lo segundo, que viene de la mano del primero, es el tema legal. Hay que hacer redefiniciones legales para redefinir los roles.
El tercer elemento fundamental tiene que ver con el vínculo con las otras actividades económicas que hay en la zona. Uruguay, casi por construcción, es un país sustentable. Más allá del eslogan Uruguay Natural, el turismo, etcétera, la mayor parte de su economía se basa en una sustentabilidad de largo plazo. Lo agropecuario por definición, si se hace bien, se puede repetir eternamente durante décadas y décadas y generaciones y generaciones. El petróleo, o la extracción minera en general, rompe con eso porque tenemos esa generación de riqueza durante los años en que efectivamente existe ese energético, ese mineral, y una vez que se terminó de vender se terminó para siempre.
RA —Ahora estamos hablando de un recurso limitado.
RM —No es un recurso ilimitado, es un recurso finito, por lo tanto tenemos que ver de qué manera hacemos esa explotación económica diferente lo más "parecida" posible al grueso de la visión de la producción nacional, de sustentabilidad en el largo plazo. Y ahí viene lo de la renta petrolera, cómo hacer para que podamos tener ingresos durante 200 años y no 30 años, mientras dure la explotación en sí misma.
Lo primero que hay que hacer es hacer compatible todo eso con lo que sí es sustentable: la producción agropecuaria, en tierra firme, pero el turismo y la pesca en el mar. En mayo del año pasado hubo un primer trabajo con el Gobierno de Noruega, una cooperación con el Gobierno de Noruega, en el que participaron una docena de instituciones nacionales para ver cómo compatibilizar la actividad petrolera en el mar con la pesca, con el turismo y con otras actividades sustentables.
RA —Hay varias preguntas de los oyentes que van por ahí, la preocupación o la inquietud por las cuestiones ambientales. "¿Estas prospecciones en qué medida afectan el acuífero?". ¿Qué fue lo que se trabajó con estas empresas y de qué manera se puede garantizar el tema ambiental o por lo menos el menor impacto posible?
RM —El hombre ha hecho cosas disparatadas con el medioambiente, y el sector petrolero, lejos de ser la excepción, ha sido un ejemplo paradigmático de esta acción del hombre. Pero luego vienen otros hombres que dicen "si no sabés hacer esto de otra forma no lo hagas". El hombre en general aprende a hacer las cosas mejor y empiezan las regulaciones más fuertes para exigir que si hay formas de hacer las cosas que no dañen, que se tomen esos caminos y no otros.
El caso de la explotación petrolera es un ejemplo paradigmático. Y más recientemente, el surgimiento con más fuerza del fracking, porque el fracking hace décadas que existe, pero para la explotación del petróleo y de gas no convencional, que exige una fractura hidráulica mucho mayor y se hacen miles de pozos para la explotación de un reservorio, a diferencia de un reservorio tradicional, puso en juego la posibilidad de ser más destructor y al mismo tiempo las exigencias de ser más cuidadoso de la forma en que se hace para efectivamente garantizar que eso no se hace.
Ese es el cuarto elemento: la evaluación ambiental estratégica previa a cualquier actividad de producción petrolera es absolutamente central. Desde mediados del año pasado está funcionando un grupo de trabajo entre el Ministerio de Industria, Energía y Minería, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y la propia Ancap en el cual venimos analizando cuáles son las buenas y las malas prácticas tanto para exploración como para producción de petróleo en el mundo, para ver qué es lo que vamos a exigir en nuestro país, para ver qué vamos a permitir y qué no vamos a permitir.
RA —Ahí hay varias preguntas. Por ejemplo, ¿el fracking se va a permitir?
RM —La visión nuestra es no cobrar al grito de la tribuna. Eso quiere decir que antes de tomar absolutamente cualquier definición hay que hacer los análisis correspondientes. Eso quiere decir que no vamos a permitir que se haga fracking si no hay una forma de hacer fracking que sea absolutamente segura para el medioambiente.
Pero si se muestra que hay nuevas formas de hacer fracking con determinados tipos de cuidados y determinadas garantías de que no hay impacto sobre el medioambiente, y en particular sobre lo que más se teme, que son los acuíferos, no habría razón para prohibir algo que en algún momento se hizo mal pero que se aprendió a hacer bien.
Tiene que quedar absolutamente claro que no se va a permitir hacer fracking ni utilizar ningún tipo de tecnología si existe alguna duda de que puede dañar el medioambiente. Solo si se comprueba de una forma absolutamente fehaciente que efectivamente existen tecnologías para hacerlo de una manera respetuosa. También quiero dejar absolutamente claro que hoy por hoy nadie está haciendo fracking, nadie está pensando en hacer fracking y no hay nada de nada de eso en nuestro país ni se piensa que lo haya por ahora.
NB —En la negociación con las empresas eso no ha estado planteado en los contratos ni para descartarlo ni para asegurarlo.
RM —No; son contratos de exploración, no son contratos de producción. Por tanto no está previsto, ni siquiera está solicitada ninguna tecnología en particular para producir, porque no estamos en la etapa de producción. Y si llegamos algún día a ese momento la idea es tener absolutamente montada toda la metodología y el análisis, que se haya resuelto cuáles son las tecnologías válidas, las no válidas.
Me imagino que el próximo Gobierno tendrá que poner a disposición de todos los actores, la sociedad civil, el sector político, las ONG, todas las partes interesadas, toda la información antes de tomar decisiones que tengan un sustento de país de largo plazo. Nuestra posición es que lo que tiene que primar es que Uruguay es un país sustentable, que ahí está nuestra riqueza, el turismo, lo agropecuario, la pesca, eso es lo que nos caracteriza y esa es nuestra riqueza. Por tanto una producción que pueda poner en riesgo esa situación no va ser prohibida –esa sí es una posición firme–, pero para ser autorizada tiene que mostrar de una manera inequívoca que se puede ser de una forma que evite esos riesgos.
RA —Vamos a tener que estar preparados para medir el impacto por ejemplo del fracking.
RM —Absolutamente. Eso tiene que ver entre otras cosas con la capacitación de recursos humanos –es uno de los siete puntos de la lista–, fundamentalmente dentro del Estado. Tiene que ver con hacer la evaluación ambiental estratégica, que es el proceso en el que estamos. En el mes de octubre va a haber un gran seminario internacional, vamos a traer expertos de países como Noruega y otros que nos van a contar cuál es la experiencia que han transitado a lo largo de las décadas, cuáles son las prohibiciones y las exigencias que han ido colocando, qué es lo que se puede hacer y cómo, y qué es lo que no se puede hacer bajo ningún concepto, para empezar a aprender y a generar los gérmenes de una nueva regulación, una nueva reglamentación y capacitación de recursos humanos para que las instituciones estatales que estén encargadas de eso puedan hacerlo con el mejor conocimiento posible.
***
RA – Hablábamos de los aspectos en que el país debe prepararse para aprovechar el petróleo de la mejor manera.
RM – Con respecto al medioambiente, creo que la mejor prueba es la política energética. La política energética es una de las políticas ambientales más importantes de la historia del país. La introducción de renovables, el gas natural como el complemento de menor impacto ambiental para ese 50 % de energías renovables y más del 90 % en la matriz eléctrica. La desulfurizadora, los biocombustibles. Esa es la tónica que le hemos dado a todo este tema.
Entonces no vamos a permitir que si llega petróleo rompa todo este esquema. Queremos hacerlo como lo hacen países como Noruega, que son reconocidos como números uno a nivel mundial en materia ambiental. Tenemos ejemplos que muestran que eso es posible, que es posible no autorizar cualquier cosa, sino autorizar cosas como en Noruega, que es un país pesquero también, que prioriza la pesca sobre el petróleo y eso no impide que el petróleo genere ingresos maravillosos.
RA —Veamos el ejemplo de Noruega. ¿Cómo funciona allí la renta petrolera? Es un país que no hace mucho que descubrió que tiene petróleo.
RM —Hace 40 años, en el mar del Norte. Ellos priorizaron lo ambiental en primera instancia y la sustentabilidad de largo plazo en su economía era absolutamente central, como queremos hacer nosotros. Una renta petrolera adecuada, que no recaliente demasiado la economía y que no se utilice en apenas un par de generaciones es absolutamente central.
RA —Noruega tiene un fondo que invierte en el 96 % en el exterior.
RM —Nosotros queremos separarlo en dos grandes bloques conceptualmente. Un primer bloque tiene que ver con inversiones que se hacen hoy pero pensando en el largo plazo: infraestructura, educación, investigación y desarrollo. Investigación y desarrollo es un tema absolutamente central, el petróleo puede darnos la posibilidad de generar conocimiento para producir transformaciones en el largo plazo. Eso quiere decir agregarles valor a nuestros recursos naturales. Para eso se precisa conocimiento, triplicar el número de investigadores, cuadruplicar el número de personas que hacen innovación en las diferentes instituciones…
RA —Es que hasta hace unos años a nadie se le ocurría meterse en una carrera que tuviera que ver con el petróleo aquí en Uruguay.
RM —Pero no solamente sobre el petróleo. Por seguir hablando de energía, el caso de la cadena de las energías renovables es bien claro, hoy estamos exportando conocimiento en temas que en Uruguay no existían. Estamos exportando cómo hacer un parque eólico, Uruguay tiene empresarios hoy que están exportando a la región el montaje de parques eólicos que aprendieron en nuestro país. Hoy se financian 25 proyectos al año nuevos en investigación y desarrollo en temas energéticos, porque se piensa en aprovechar la transformación energética para generar nuevos conocimientos que permitan agregarle valor a nuestra cadena de valor productiva para generar mayor capacidad de exportación nacional.
Ese es el tipo de inversiones de largo plazo que se pueden hacer hoy con la renta petrolera, pero que permiten transformar el país de una forma estructural hacia el futuro.
NB —¿Cómo se instrumenta esto?
RM —De forma muy sencilla: multiplicando por 10 el presupuesto de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, a partir de esto que es algo mínimo comparado con lo que puede ser la renta petrolera. Hoy Uruguay invierte 0,6, 0,7 % de su producto bruto en investigación e innovación, y algunos países como Noruega, Finlandia están en 5, 6, 7 %.
RA —¿Qué porcentaje de esa renta petrolera que tendríamos se debería destinar a investigación e innovación?
RM —Básicamente una mitad de esto debería utilizarse para inversiones de transformación estructural del país. Es decir, inversiones en infraestructura, en educación y en investigación y desarrollo. Otra parte de la renta petrolera tiene que ir a inversiones de largo plazo, como hizo Emiratos Árabes Unidos. Ellos se han dedicado al mercado inmobiliario y otro tipo de inversiones, pero en definitiva invertir.
NB —Poner a trabajar ese dinero.
RM —Poner a trabajar ese dinero en diferentes inversiones productivas. Por ejemplo, si Uruguay resolviera explotar hierro, invertir en algo que le agregue valor al hierro, que mediante conocimiento se le agregue valor para terminar exportando productos. Por ejemplo, estuve en Corea en una empresa que hoy exporta los productos de tungsteno de mayor valor tecnológico que existen en el mundo, desde cabezas para perforar pozos hasta elementos para fabricar microprocesadores. Hace 40 años era una mina de tungsteno donde los mineros se morían por las condiciones de trabajo. Era una mina de tungsteno y hoy es la empresa que produce productos derivados del tungsteno de más alta calidad tecnológica del mundo. Ese tipo de cosas es lo que podemos hacer con la renta petrolera. Utilizar el dinero para hacer inversiones que permitan el desarrollo del país con un agregado de valor a los productos naturales uruguayos, agregándoles conocimiento y generando nichos de mercado novedosos.
RA —En Noruega se creó el Banco Noruego de Manejo de Inversiones para manejar la renta petrolera. El 96 % de la renta petrolera se destina a ese banco, y allí el esquema de inversiones que tienen planteado es: 60 % en acciones de empresas, todas en el exterior; 35-40 % en bonos, y hasta 5 % en inmuebles.
RM —Ellos han diversificado, pero Noruega es un país muy diferente de Uruguay. Tiene riquezas, valores diferentes de los nuestros. Tomar a Noruega como ejemplo no quiere decir que copiemos lo que hace. Tenemos que adaptar buenas ideas de otros lados a nuestra realidad particular y a nuestra necesidad particular.
Nosotros tenemos que desarrollarnos como país. Desarrollarnos quiere decir no caer en trampas de pobreza, no caer en trampas de crecimiento. Que si baja el precio de los commodities que exportamos eso tenga una relevancia relativamente menor en la economía nacional, porque nuestra economía pase por el agregado de valor y no tanto estrictamente por la exportación de productos brutos. Tenemos que desarrollar al país, desarrollar aquellos nichos en los cuales tenemos capacidad de agregarles valor a nuestros productos y desarrollar un mercado que coloque productos de buena calidad generados por el agregado de conocimiento a nuestros productos naturales. Y eso exige inversiones, exige un plan nacional a largo plazo, exige una mirada del país donde queremos estar 20 años después y tomar decisiones hoy para garantizarlo. El modelo de utilización de los recursos para un país como Noruega no necesariamente va a ser el adecuado para nuestras necesidades de desarrollo.
NB —Quizás lo más parecido que tuvo Uruguay fue la discusión que se dio, dentro de la ley de megaminería, a propósito del Fondo Soberano Intergeneracional. ¿Cuánto se parece esto a eso que aparece en la ley?
RM —Es parecido a eso pero es mucho más, porque la renta petrolera puede llegar a ser mucho más importante, muchísimo. Por lo tanto la capacidad de transformación es mucho más importante.
Además hay otro elemento muy importante que los noruegos en particular y otros países han manejado muy bien y que nosotros tenemos que hacer lo mismo. No podemos recalentar nuestra economía. Si la producción de petróleo es muy rápida, los ingresos son muchos en poco tiempo, y eso no solamente recalienta la economía, sino que, lejos de mejorar, dificulta la posibilidad de hacer ciertas cosas. El ritmo de extracción tiene que ser muy bien definido por el Estado, de forma de ir garantizando los ingresos al ritmo que conviene para un modelo de desarrollo global de la economía, del sistema productivo nacional y de las necesidades de desarrollo de infraestructura y de inversiones en educación y en investigación e innovación.
RA —¿Qué porcentaje de ese fondo podría destinarse a ese gasto que nos tiente en el corto plazo, a las necesidades urgentes de financiamiento que hoy tenemos?
RM —Aquí nuevamente tenemos que diferenciarnos completamente de un país como Noruega u otros países que ya tienen un nivel de confort medio de los ciudadanos más que aceptable y un nivel de igualdad mucho mayor que los países de América Latina y en particular Uruguay. A pesar de que Uruguay sigue mejorando los niveles de igualdad, seguimos estando dentro del concierto sudamericano y todavía tenemos decenas de miles de familias que viven en condiciones de vivienda absolutamente precarias.
Entonces nosotros sí tenemos una deuda social importante con los uruguayos y tenemos que resolver temas claros, como por ejemplo la vivienda, que requiere inversiones muy importantes. Tenemos que utilizar sin ninguna duda en primera instancia la renta para generar condiciones de vida mínimamente adecuadas para todos los uruguayos. La forma de darle continuidad a eso en el largo plazo es y seguirá siendo la transformación productiva: generar puestos de trabajo altamente calificados, generar valor, independizarnos lo más posible de producciones de bajo valor agregado e incrementar aquellas de alto valor agregado, para generar otras formas de trabajo, otros valores productivos.
NB —El actor que tiene que liderar ese proceso de todos estos pasos que venimos comentando es el Gobierno.
RM —Sin lugar a dudas. Lo está haciendo.
NB —Pero el Gobierno va cambiando a medida que van pasando los años, y el Gobierno al que le toque ese momento va a tomar decisiones que después van a comprometer a las generaciones que viene. ¿Cómo se trabaja para que haya acuerdos multipartidarios o reunir consenso para poder liderar esas decisiones?
RM —Nosotros queremos seguir haciendo lo que hemos hecho. En el Gobierno anterior, presidido por el doctor Tabaré Vázquez, definimos una política energética, y dentro de esa política energética tomamos la definición de ir en busca de gas y petróleo. Lo primero que hicimos antes de lanzar la primera ronda petrolera en el año 2009 fue visitar los directorios de todos los partidos políticos e informarles lo que queríamos hacer, y recibimos el visto bueno. Cuando se da la transición entre el Gobierno anterior y el actual, el presidente electo, Mujica, creó una comisión integrada por los cuatro partidos representados en el Parlamento, les entregó la política energética que aprobó el Consejo de Ministros en el año 2008 y les dijo: "Esto es lo que estamos haciendo, ¿están de acuerdo? ¿Qué quieren cambiar?", y se transformó en una política de Estado.
Es exactamente lo mismo lo que queremos hacer ahora. La visión mía es que Uruguay es un país donde nos peleamos mucho políticamente, pero tenemos una luna de miel que son los meses después de las elecciones. Los primeros años del Gobierno siguiente es un momento ideal para generar grandes acuerdos nacionales. Lo que estamos preparando, como Gobierno saliente, es una mirada global de todo esto en lo que venimos trabajando desde hace dos años con la ayuda de países amigos; Colombia en particular también nos está ayudando muchísimo.
Estamos preparando una propuesta global para poner a disposición de los diferentes actores, para tratar de tomar definiciones al comienzo del próximo Gobierno, poder ejecutar los acuerdos que alcancemos y realizar las transformaciones en el correr de ese Gobierno para tener al Uruguay totalmente pronto hacia el año 2020 en caso de que tengamos la suerte de transformarnos en un país productor de petróleo.
RA —Tenemos una catarata de mensajes de los oyentes, los engancha mucho este tema. Hay quienes dicen que estamos vendiendo la piel del oso antes de cazarlo por pensar en estas cosas, y hay quienes dicen, como Alberto: "¿Cómo hacemos para contagiar o clonar esta mente? Con el 20 % de los uruguayos pensando como él, seguro seremos nuevamente la Suiza de América".
RM —Gracias por la impresión. Seguramente estamos vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, el problema es que si nos enfrentamos al oso sin tener por lo menos el arma para cuerearlo, nos pasa por arriba. No tenemos más remedio, capaz que invertimos gente, capacitamos gente, gastamos dinero para nada, porque capaz que no tenemos petróleo. Pero lo opuesto es inaceptable, no podemos correr el riesgo de no haber hecho nada hasta el momento en que aparezca el petróleo.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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