Gabriel Díaz nos guió en una recorrida que comenzó por Japón, donde Barack Obama se volvió en el primer presidente estadounidense en visitar la ciudad de Hiroshima. También visitamos una exhibición de sonidos que se expone en Costa Rica con el objetivo de recuperar la música precolombina y conocimos a la revista Aceituno y Aceituna, que es hecha por sirios para los niños de su país.
La Columna Itinerante
Lunes 30.05.2016
ROMINA ANDRIOLI (RA) —El presidente estadounidense Barack Obama brindó un discurso el viernes en Hiroshima, donde fue lanzada la bomba atómica por EEUU en 1945, provocando la muerte de 140.000 personas y reduciendo a cenizas esa ciudad. Obama fue el primer presidente de EEUU en funciones en visitar Hiroshima.
El gobierno estadounidense había adelantado que no pediría perdón por ese ataque devastador, y efectivamente así fue.
GABRIEL DÍAZ (GD) —Ya era sabido que Obama no pediría perdón por lanzamiento de que aquella bomba nuclear, llamada Little Boy, Niñito. De entrada convengamos que llamar a una bomba atómica Little Boy es de un grado de retorcimiento inefable que tal vez solo puede explicarse por aquello de la banalidad del mal, de la filósofa Hannah Arendt, es tremendo.
El presidente Obama no pidió perdón, pero además abogó por un mundo sin armas nucleares, cuando en la administración Obama el arsenal nuclear de EEUU no ha cesado de crecer, como denuncia, por ejemplo, la organización civil Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares. Más allá de los titulares, esta visita dio que hablar en redes sociales, foros y artículos periodísticos.
RA —¿Qué pudiste recoger de este acontecimiento?
GD —Por el grado de agresividad verbal que hay en las redes uno tiene que ponerse como un traje de neopreno cuando accede, pero también hay que decir que hay sensatez y templanza.
Muchísimos expertos y no expertos se preguntan si era necesario lanzar esas bombas cuando la rendición japonesa era inminente. Otros tantos dicen lo contrario, que la violencia y el avance imperialista de Japón era imparable…Muchos sostienen que EEUU quería demostrar su poderío frente a los soviéticos. Y también hay gente que se pregunta para qué la guerra, hasta cuándo la guerra. Y yo me pregunto, los japoneses ¿qué dicen los japoneses?
RA —¿Y tenemos alguna respuesta sobre ese punto?
GD —Al menos podemos intuirla. Recordemos que el año pasado hicimos La Columna Itinerante desde Tokio, donde estuve un mes trabajando en clases de conversación con tokiotas que practicaban el español y eso me permitió un acercamiento diario e intenso con ellos, de cinco horas diarias. Me atrevería a decir que tienden más a guardar silencio que a hablar, debido a una férrea obediencia frente a la autoridad. Por eso durante la visita de Obama no vimos multitudinarias manifestaciones contra la guerra o las bombas nucleares.
RA —Sobre ese rigor, recuerdo que desde Tokio nos contabas acerca de la severa educación que reciben los niños desde pequeños.
GD —Así es, a los chicos se les enseña a no gritar, a no llorar, a no protestar y a estar quietitos. Durante la corresponsalía contamos que esa disciplina seguramente fue el motor que movilizó a Japón tras la Segunda Guerra hacia un desarrollo descomunal, que no fue inmediato -porque hubo hambre y abandono sufrido por las víctimas de la guerra-, pero sin duda fue un motor, un factor clave.
RA —Y el Japón de hoy, tras ese mes intenso que estuviste allí, ¿qué impresión te dejó?
GD —Una impresión de claroscuro. Hoy es uno de los países más industrializados del mundo y modélico en muchos aspectos, Tokio tiene la tasa de criminalidad más baja del mundo y excelentes servicios públicos. Pero también allí se registran las tasas de suicidios más altas del mundo y Japón es, entre los países ricos, el que más discrimina a la mujer trabajadora.
Además hay un dato fundamental: Japón supo tener una Constitución pacifista y ya no la tiene. Y por ese motivo, como nunca, la gente sí se volcó a las calles.
RA —Pongamos el foco en eso: ¿cuándo ocurrió y en qué consistió ese cambio constitucional?
GD —Ocurrió en setiembre del año pasado. Se trata de la reinterpretación del artículo nueve de la Constitución, que prohibía a Japón ir la guerra como medio para solucionar disputas internacionales. Este artículo dotaba a la Constitución japonesa de un carácter pacifista que predominó durante 70 años. Ahora el Ejército japonés sí puede emprender acciones militares en el extranjero, incluso sin ser atacado.
RA —Y decías que en esa oportunidad la sociedad se movilizó como nunca antes.
GD —Como nunca en 50 años. En setiembre los japoneses se volcaron a las calles para protestar contra un Gobierno que finalmente desoyó el reclamo de miles de ciudadanos que le pidieron que frenase esa reforma. Por supuesto que esta modificación tiene mucho que ver la alianza de Japón con EEUU y la presión que el país norteamericano habría ejercido para que esta reforma se concretase, según reconocía el año pasado la propia cadena CNN.
En todo caso, eso ya es materia de expertos en geopolítica, pero me parecía importante poner en contexto esta visita de Obama…
***
RA —Viajamos hacia Costa Rica, donde tiene lugar una exhibición muy peculiar, una exposición de sonidos. ¿Podemos contarle a los oyentes de qué se trata?
GD —Se trata de una exposición muy particular abierta al público en el Museo del Banco Central de Costa Rica que se titula: “La metáfora de los sonidos”. Es una muestra que más bien parece ser un viaje a través del tiempo y de los sonidos de 23 instrumentos precolombinos.
RA —Y contanos qué se han propuesto con esta iniciativa, de qué va.
GD —Sus impulsores, un equipo interdisciplinario, quieren indagar o rastrear aquellos sonidos que inspiraron la música precolombina en lo que hoy es Costa Rica. La muestra permite conocer cómo se idearon esos instrumentos, en qué prácticas cotidianas o de celebración estuvo presente la música y se pregunta cuán viva sigue la herencia musical de los pobladores prehispánicos…
RA —Estamos hablando de instrumentos creados hace cuántos años.
GD —Por lo que cuentan la muestra reúne instrumentos musicales que son auténticas reliquias que datan de los años 500 AC. al 1550 DC. Encontramos entre ellos cascabeles, flautas, silbatos, maracas y sonajeros, que se pueden ver y escuchar en la exposición en directo. Nosotros podemos escucharlos y verlos a la distancia gracias a la magia de Internet con tan solo escribir en el buscador: “La metáfora de los sonidos Costa Rica”.
***
RA —Seguimos la recorrida, nos llegan voces de niños, ¿desde dónde?
GD —Nos llegan desde Siria o desde campos de refugiados sirios, son las voces de niños que representan a muchos niños que han dejado de ir al colegio, perdieron sus casas o a sus padres, que están combatiendo, en fin. Unicef nos dice que son ocho millones los niños sirios afectados de una forma u otra por la guerra. Hacia ellos está dirigida la revista infantil de la que les quiero hablar: Zaytun Zaytouna, que se traduce al español como “Aceituno y Aceituna”.
RA —Una revista para niños en medio de la guerra suena casi a pequeño oasis en medio de la barbarie. ¿Quiénes la crearon?
GD —Un oasis en medio de aquella pesadilla que lleva cuatro años sin salida a la vista. Esta revista nace de la mano de diez escritores y diez ilustradores sirios, es una publicación quincenal de 20 páginas que toca temas relacionados con la cultura, la educación, la poesía y el juego. La revista incluye dibujos e historias elaboradas por los propios niños con el fin de darles un espacio de libertad, desahogo, creación y distracción.
RA —¿Y cómo consiguieron hacer la revista?
GD —Creo que con un gran coraje y humanidad, porque los creadores son perseguidos, les clausuraron una o más imprentas, pero bueno, ellos cuentan que luego de una gran odisea han conseguido sacarla de forma clandestina, claro.
RA —Para lograr evitar la censura, ¿no?
GD —Claro, la revista está prohibida por el Gobierno sirio y por el autodenominado Estado Islámico, cosa nada extraña habida cuenta de la total ausencia de cordura que domina aquella región y a quienes suministran las armas. Aceituno y Aceituna sigue saliendo, a pesar de todo, en papel y con miles de seguidores en sus páginas de internet.
RA —Y ojalá puedan seguir entregando esas dosis de pequeñas alegrías en medio de la guerra…
GD —Ojalá que así sea.
Hoy quería terminar con una anécdota personal que viene a cuento y tiene que ver con mi abuelo materno, el tata Campanella, que tenía un pequeño huerto en pleno centro de Salto y que de tanto en tanto me pedía que lo ayudase a recoger acelgas, lechugas, zapallos…En esa quinta siempre me llamaba la atención que entre todas las hortalizas había muchas margaritas que crecían sin ton ni son. Donde no había verdura, había margarita. Y un día le pregunté, de dónde salían esas flores.
RA —Y qué te dijo.
GD —Que las plantaba él, para ganarle terreno al yuyo malo… Es decir: cuanto más se expandieran las margaritas, menos mala hierba habría. Y yo creo que iniciativas como la de estos jóvenes diseñadores y cuentistas, es eso, margaritas en medio de tanta destrucción y mala hierba. Así que por más margaritas y hasta la próxima.
***
Foto en Home: Jóvenes en Irán. Gabriel Díaz/EnPerspectiva.net.