Agro

La Mesa Agropecuaria
Devolución de carne con ethion, situación de la agricultura uruguaya y telegramas

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RD —¿Y por qué a nosotros sí?

GC —Uruguay tiene una combinación de marginalidad productiva con otros factores que van de la mano de los costos de producción, producir en Uruguay es caro porque como tenemos suelos malos tenemos que agregar más fertilizante, tenemos que hacer medidas de manejo que en otros lugares de repente no se hacen, y hay otros factores como el combustible, la energía, los salarios, que por suerte se incrementaron durante mucho tiempo, pero hoy, en un momento en que podríamos estar disfrutando, por ejemplo, de combustible muy barato, ya que somos importadores 100 % de petróleo, por otros factores no lo estamos disfrutando. Ese es el problema que tenemos. EEUU, vía subsidios, vía seguros agrícolas y vía impulsos a la producción, descubre que esos US$ 300, US$ 320 de soja de hoy no son malos, dejan rentabilidad; Brasil, vía una devaluación fabulosa, vía impulsos a la producción, vía créditos con tasa 0 en reales, descubre que esos US$ 320 dan números positivos, y Argentina, gracias a un nivel productivo espectacular, específicamente en la zona núcleo, y algunos cambios drásticos que han ocurrido con el ingreso del nuevo gobierno, también descubre que esos US$ 320 –hablando de soja, lo podemos extrapolar a cualquier programa– no están mal. Entonces Uruguay precisa que el precio suba, pero la forma de que el precio suba es que el mundo produzca menos y desgraciadamente hoy las señales al resto del mundo son “seguí produciendo más o menos lo mismo que vas a hacer dinero”, y acá dentro “si producimos lo mismo, estamos en el horno, no tenemos rentabilidad”.

RD —Tú hablabas de negocio riesgoso asociado a la rentabilidad y permanentemente me preguntan: si somos marginales en una actividad tan riesgosa como esta, ¿por qué el Uruguay sigue insistiendo con la agricultura?

GC —Está la zanahoria que va delante del burro, cuando los granos valían un cuarto de lo que valen hoy, a fines de los 80, en los 90, Uruguay plantaba 200.000 hectáreas, cuando pasaron a valer US$ 600 la soja, US$ 300 el maíz…

GV —200.000 hectáreas entre todo, de soja se plantaban 20.000.

GC —Se llegaron a plantar 5.000.

GV —Hoy estamos arriba de 1,2 millones.

GC —Entonces esa zanahoria hizo que, como dice Pablo, en un rubro que es muy dinámico, que muy rápidamente puede saltar de una punta a la otra, Uruguay llegara a los 1,5 millones de hectáreas que logramos. Hoy estamos en un momento crítico un poco por la acumulación de años negativos, en que nos venimos comiendo las ganancias que se lograron hacer durante los otros años, y por segundo año consecutivo plantamos con un valor y vamos a cosechar con uno menor. Eso acelera el impacto, porque los costos de insumos cuando uno siembra son referidos a un valor que hoy no existe, entonces es más importante todavía.

AB —Creo que de todas maneras va a haber una reubicación de la producción, va a disminuir; insisto, Uruguay es un país ganadero con diversificaciones productivas en la agricultura, en la forestación y en alguna otra cosa. Lo que vivimos fue un impulso a partir de excelentes precios internacionales, que también tienen su componente, porque EEUU no devaluó, al contrario, valuó su moneda y por lo tanto a nosotros nos beneficia.

En el caso de la ganadería, si bien hay luces amarillas, bajó un 9 % a nivel internacional el precio de los ganados, pero hay un cambio del valor dólar de un 25 %, 30 %, y eso, cuando hay muchas cosas que se pagan en dólares, pero también muchas cosas que se siguen pagando en pesos, es una mejoría en la competitividad.

Como síntesis, posiblemente haya una disminución del área sembrada, pero no va a ser la debacle ni se va a dejar de hacer agricultura, y además acá hay zonas que son agrícolas y que vale la pena que lo sigan siendo.

EC —¿Y qué pasa, por ejemplo, con los contratistas? Porque ese es un rubro que no digo que haya nacido con este auge, pero se desarrolló mucho, empresas que compraron maquinaria y que se han dedicado a vender servicios de cosecha, etcétera. ¿Qué pasa con esas empresas, con esos nuevos actores?

GV —Creo que eso está comprometido. Hoy el parque de maquinaria que hay –es brutal lo que creció el parque de maquinarias en estos últimos 10 años en Uruguay, era impensable– tecnológicamente está muy por encima de toda la región; muchas de esas máquinas se compraron con plata propia, y en los últimos tiempos sobre todo se compró mucha con créditos. El contratista que durante los tiempos de gloria todos los años veía cuánto subía su tarifa de servicios hoy día está en el proceso inverso, tiene que bajar los precios, está compitiendo; creo que dentro de toda la agropecuaria es el sector que está más comprometido.

Pablo decía que el productor se había gastado la plata. Capaz que eso escuchado por alguien que no entiende parece muy rápido, pero el sector agropecuario en general hoy tiene un nivel de endeudamiento infinitamente menor que el que había en las décadas del 70, 80, sobre todo después del 80, 80 y 90, cuando se debía en muchos casos más de lo que había.

EC —Entonces el sector de los contratistas sí la tiene difícil.

GV —Totalmente. No lo digo yo, lo dicen ellos.

EC —¿Cuántas personas están involucradas, cuántos empleos están en juego?

GV —Ya se está viendo en mucha gente que trabajaba, no propietarios de máquinas sino empleados de máquinas. Y sobre todo en nuestra profesión, hace siete u ocho años a los agrónomos los contrataban antes de salir de la facultad, hablaban con los profesores, tenían referencias de los alumnos, los tenían en lista de espera y los tomaban antes de empezar. Hoy día no solo no hay trabajo para los que están saliendo, sino que muchos de los que estamos trabajando están quedando en seguro de paro o sin trabajo.

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