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Se cumplió ayer un año de los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023 en el sur de Israel, cuando miembros del grupo islamista palestino Hamás cruzaron la frontera desde la Franja de Gaza, asesinaron a 1.206 personas, torturaron y vejaron a decenas más y secuestraron a 251.
De aquellos rehenes, hoy siguen cautivos en Gaza 97, 34 de los cuales habrían muerto, según el ejército israelí.
En Israel, una multitud emocionada inició las ceremonias de conmemoración en Reim, donde aquella madrugada fueron ejecutados al menos 370 jóvenes que asistían al festival de música Nova.
En un mensaje televisivo emitido este lunes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió a sus conciudadanos que se cumplirán los objetivos de la guerra contra Hamás en Gaza fijados por su gobierno, lo que definió como una “misión sagrada”.
"En el momento de la prueba suprema, demostramos una vez más que somos el pueblo de la eternidad. Un pueblo que lucha por traer luz al mundo, un pueblo que se esfuerza por difundir el bien y erradicar el mal. En cada encuentro de mi esposa y yo con nuestros combatientes, con nuestros heridos, con las familias en duelo, escuchamos una y otra vez el mismo mensaje: la guerra no debe detenerse prematuramente. Mientras el enemigo amenace nuestra existencia y la paz de nuestro país, seguiremos luchando. Mientras nuestros secuestrados sigan en Gaza, seguiremos luchando. No renunciaremos a ninguno de ellos. Yo no me rendiré".
En estos 12 meses Israel desplegó una respuesta militar con pocos precedentes: sobre Gaza cayeron 22 mil bombas solo en los primeros 30 días, después de lo cual siguió una invasión de infantería en el territorio palestino. Según datos del Ministerio de Salud de Hamás, que la ONU considera fiables, estas operaciones han dejado un saldo de 41 mil muertos, 40% de ellos menores de edad.
Y de acuerdo con la ONU, 66% de los edificios gazatíes fueron destruidos, incluyendo 87% de las escuelas, cifras muy por encima de casos tristemente célebres del pasado reciente, como Mariúpol en Ucrania y Alepo en Siria.
Philippe Lazzarini, jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, definió a Gaza como “un cementerio”.
Mientras tanto, con el correr de los meses fue creciendo el enfrentamiento con otro grupo islamista, Hezbolá, que, en solidaridad con Hamás, bombardeaba desde Líbano en dirección a la frontera norte de Israel. Finalmente, el 23 del mes pasado se desató en esa zona una guerra abierta, en la que Israel fue matando y acorralando a los mandos medios y altos de Hezbolá, hasta asesinar a Hasán Nasralá, el máximo líder del movimiento islamista.
Una semana atrás, se sumó abiertamente al conflicto otro actor de peso en la región: Irán, enemigo acérrimo de Israel, que respalda a Hamás y Hezbolá, lanzó unos 200 misiles hacia Jerusalén y Tel Aviv. Aunque no hubo víctimas, el hecho marcó un nuevo agravamiento en la escalada.
Ayer, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán elogió en un comunicado el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 como "un giro en la historia de la lucha legítima de la nación palestina contra la ocupación y la opresión del régimen sionista". Además, describió aquella operación como una liberación de "la ira histórica contenida del pueblo palestino contra ocho décadas de ocupación, asesinato y genocidio". En esa nota Irán también acusó a los aliados de Israel de estar detrás de aquellas acciones del estado hebreo.
La Mesa Internacional con Gustavo Calvo y Leo Harari.
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