En Bolivia la dimisión del presidente Evo Morales, luego tres semanas de protestas contra su polémica reelección, dio pie a festejos en las calles, pero también a actos de salvajismo y a la detención de altos funcionarios electorales, sin que se sepa todavía quién tomará las riendas del país.
Morales había ofrecido ayer celebrar de nuevo elecciones luego de que una auditoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA) detectara "serias irregularidades" en el conteo de los comicios presidenciales del 20 de octubre. Sin embargo, esta propuesta del ex mandatario no logró aplacar las protestas de la oposición. Sobre la tarde, Morales perdió el apoyo de las Fuerzas Armadas, de la Policía y de la Central Obrera Boliviana, por lo que optó por dimitir.
Hablando en un video, sostuvo que deja el cargo para que la oposición encabezada por los dirigentes Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho no sigan persiguiendo dirigentes sociales:
Estoy renunciando para que mis hermanas y hermanos, dirigentes del Movimiento Socialismo no sean amenazados. Lamento mucho este golpe cívico, y algún sector de la policía puede plegarse para atentar contra la democracia y la paz social con violencia, con amedrentamiento intimidar al pueblo boliviano. La lucha no termina acá. Los humildes, los sectores sociales, los patriotas vamos a continuar en esta lucha por la igualdad social y la paz.
El candidato opositor y ex presidente Carlos Mesa dijo que los bolivianos habían "dado una lección al mundo". Poco antes, Luis Fernando Camacho, el líder cívico derechista que comandó la rebelión popular, cumplió su promesa de entrar al Palacio Quemado, sede de la Presidencia, con una carta de renuncia de Morales en una mano y una Biblia en la otra.
La Tertulia de los Lunes con Gabriel Mazzarovich, Elena Grauert, Juan Gabito y Manuel Laguarda.
Foto: Enzo De Luca / Bolivian Presidency / AFP
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