La relación entre Estados Unidos y China sumó la semana pasada un nuevo foco de tensión. Esta vez en torno a la autonomía de Hong Kong.
El viernes pasado, el presidente Donald Trump informó que suspendía la entrada a su país de aquellos ciudadanos chinos que representen un "riesgo" potencial para la seguridad del país. Además pidió investigar a empresas chinas que cotizan en Estados Unidos y dispuso que su administración ponga fin a las medidas comerciales preferenciales para Hong Kong.
Los anuncios de Trump fueron una respuesta a la controvertida ley sobre seguridad nacional impuesta por China a Hong Kong y que, según sus detractores, puede terminar con la autonomía de ese enclave.
Mediante esta norma, Pekín puede «impedir, detener y reprimir toda acción que amenace de manera grave la seguridad nacional, como el separatismo, la subversión, la preparación o la ejecución de actividades terroristas, así como las actividades de fuerzas extranjeras que constituyen una injerencia en los asuntos» de Hong Kong.
Ayer, un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de China declaró que "cualquier declaración o acción que perjudique los intereses de China se encontrará con un firme contraataque".
La Mesa de Análisis Internacional con Gustavo Calvo, Leo Harari y Gerardo Stawsky.
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Foto en Home: Un activista pro-China sostiene una bandera de China y un muñeco burlando a Donald Trump, afuera del consulado estadounidense en Hong Kong, el 30 de mayo de 2020. Crédito: ISAAC LAWRENCE / AFP