
La Tertulia de los Viernes con
Alejandro Abal, Raúl Cohe,
Juan Grompone y Carolina Porley

Hace cien años, en 1925, Uruguay celebraba el centenario de su independencia en un clima de optimismo, modernización y orgullo nacional.
Fue una conmemoración pensada no solo hacia adentro, sino también hacia afuera: el país se exhibía como un modelo de civilización, progreso y estabilidad democrática en América Latina.
Uno de los emblemas de aquel relato fue “El Libro del Centenario”, una monumental obra de 1.100 páginas con más de 3.500 imágenes, mapas y gráficos, editada por la agencia Capurro con apoyo oficial.









El libro buscaba mostrar al mundo —y también a los propios uruguayos— las fortalezas de un país joven y pujante: sus riquezas naturales, su sistema educativo, sus obras públicas y hasta su sistema penitenciario, que se presentaba con orgullo.
Pero junto a ese retrato idealizado, había también silencios: en ese país modelo no aparecían los pueblos indígenas, ni los afrodescendientes, ni la desigualdad social.
¿Qué nos dice aquella narrativa del centenario sobre la identidad nacional que se buscaba consolidar? ¿Qué símbolos, qué valores y qué exclusiones contenía ese imaginario oficial?
Continúa en: ¿Cómo se presentaría Uruguay hoy, en el bicentenario? ¿Qué cambió en nuestro ideal de país?









