Las movilizaciones de los productores denominados “autoconvocados” han generado que el país pare y escuche sus demandas. Comenzaron a organizarse a través de las redes sociales, Facebook y WhatsApp, y al día de hoy, luego de poco más de una semana, convocan manifestaciones casi todos los días en distintos puntos del país.
Los voceros son en la mayoría improvisados, y se fueron convirtiendo en tales durante las propias protestas. Su repercusión es tal que generan desafíos para distintos actores, primero para el Gobierno, al que lo obligaron a abordar el tema y a hacer declaraciones que tiendan a reforzar la institucionalidad, como dijo el presidente Tabaré Vázquez el lunes.
(Audio Tabaré Vázquez)
“El Gobierno necesita que las instituciones gremiales sean fuertes. Que tengamos un interlocutor válido. Porque lo otro es el caos, el desorden”
(Fin audio)
Pero también, esta movida implica un desafío para el sistema político en su conjunto, al que se ve en algunos casos por parte de estos productores con un desencanto generalizado.
Y a su vez, este grupo de “autoconvocados” implica también un reto para las tradicionales gremiales agropecuarias, a quienes estos productores le cuestionan su representatividad. De hecho, eso ha llevado a que los presidentes de estas instituciones con más trayectoria decidieran no dar un paso más hasta no consultar y recoger los reclamos que plantean aquellos que protestan en las rutas el próximo martes 23 en la asamblea que se realizará en Durazno.
¿Estamos ante una primera aproximación a un movimiento de indignados en Uruguay, como ha ocurrido en otras partes del mundo? ¿Qué desafíos implica para el país en general y para cada uno de estos actores? ¿Cuánto fomenta este fenómeno lo que puede ser una grieta “campo-ciudad”?
La Mesa con Gustavo Garibotto, Diego Hernández, Carolina Rico y Osvaldo Oliver
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