El próximo jueves el asesino serial Pablo Goncálvez será liberado tras 23 años y 4 meses de prisión. Su salida estaba prevista para dentro de siete años, pero Goncalvez logró reducir su condena de 30 años, la máxima prevista en el código penal uruguayo, haciendo uso del beneficio que permite descontar un día de pena por cada dos días de trabajo o estudio.
Los crímenes que cometió Goncalvez entre el 1° de enero de 1992 y el 8 de febrero de 1993 conmovieron a Uruguay hace poco más de dos décadas. El 31 de diciembre de 1991 secuestró a la profesora de historia Ana Luisa Miller después de que la joven saliera de un baile en Carrasco. La asfixió y luego arrojó su cuerpo en una playa de Canelones.
Nueve meses más tarde, en setiembre de 1992, secuestró a la joven de 15 años Anabella Castro a la salida de un boliche que él frecuentaba. Al igual que había hecho con Ana Luis Miller, la asfixió y abandonó su cadáver en la Playa Mansa de Punta del Este.
Finalmente, el 8 de febrero de 1993, secuestró a María Victoria Williams en una parada de ómnibus simulando pedir ayuda para su abuela que se había desmayado. En este crimen, Goncalvez llevó a la joven hasta su casa y una vez adentró la sofocó y la asesinó.
Mientras estuvo en la cárcel Goncalvez se recibió de abogado. En dos oportunidades se le negó la libertad anticipada. En la última en agosto de 2012, el Instituto de Criminología determinó en una pericia que “no existían signos manifiestos de rehabilitación”.
¿Se transforman en parias sociales una vez que salen de la cárcel?¿Está bien la alarma social que viene causando la proximidad de su liberación?¿Existe posibilidad de perdón y derecho a cambiar?
Este fue uno de los temas tratados en La Mesa de los Viernes con Ana Ribeiro, Juan Grompone, Hugo Achugar y Alejandro Abal.
[la_mesa type="1″]
