
Foto: Difusión
La Tertulia de los Lunes con
Miguel Fernández Galeano, Casilda Echevarría, Martín Bueno y Patricia González.

Estados Unidos finalmente se sumó la semana pasada a la búsqueda del narcotraficante uruguayo Sebastián Marset y ofreció US$ 2 millones a quien pueda proporcionar información que ayude a dar con su paradero.
La recompensa se canaliza a través del Programa de Recompensas por Delitos Transnacionales Organizados (TOCRP), una iniciativa del Departamento de Estado destinada a luchar contra estructuras criminales internacionales relacionadas con el narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de armas y el lavado de dinero, entre otros.
El Departamento de Justicia quiere arrestar al narcotraficante uruguayo por lavado de dinero a través de instituciones financieras de Estados Unidos. Poco después de que se lanzara ese aviso, el uruguayo Federico Santoro, conocido por su alias, "Capitán", y socio de Marset, se entregó a la Justicia de ese país. Santoro fue quien facilitó el traslado de millones de dólares provenientes del narcotráfico de países de Europa y América del Sur. Tal vez al escuchar esta noticia a algunos de nuestros oyentes se le vengan a la cabeza imágenes de Colombia, hace unos años, cuando la DEA se involucró en el caso de Pablo Escobar y poco después cayó el narco más poderoso. O noticias más recientes, como la capturas del mexicano Ismael “El mayo” Zambada, otro narco muy pesado al que Estados Unidos buscó e hizo caer y hoy está en cárceles de máxima seguridad.
Pero nunca habíamos visto a un uruguayo en esa posición.
¿Qué significa que un narco surgido en nuestro país alcance este nivel de atención mundial? ¿Es un signo de que Uruguay se ha convertido en una pieza clave en el tablero del narcotráfico internacional, o es un caso aislado que no refleja la realidad general del país?
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