Este 2016 se cumplen 200 años desde que se gestó un clásico de la literatura de terror, protagonizado por uno de los personajes de ficción más famosos de todos los tiempos: Frankenstein.
Fue en el verano boreal de 1816 cuando una joven burguesa británica de 18 años llamada Mary Godwing, pareja del poeta Percy Shelley, visitó a su amigo Lord Byron en Villa Diodati, Suiza.
A modo de entretenimiento, una tarde el anfitrión propuso a sus visitas –los Shelley y un médico de nombre John Polidori- participar en una suerte de concurso de cuentos de terror. Allí germinó la idea de Mary Shelly que poco después vería luz bajo la forma de una novela: “Frankenstein o el Prometeo moderno”, considerada la primera historia moderna de ciencia ficción.
Como todos sabemos, la obra narra la historia de Víctor Frankenstein, un joven estudiante de medicina que, obsesionado por conocer "los secretos del cielo y la tierra", crea un cuerpo a partir de la unión de partes de cadáveres. El experimento concluye con éxito cuando Frankenstein logra insuflar una chispa eléctrica de vida a su monstruosa creación.
Varios analistas han encontrado en esta transgresora historia una alegoría de la perversión que puede traer el uso de la ciencia. Pero además la novela trata temas universales como la paternidad, la inmortalidad, la búsqueda de trascendencia y la manipulación de poder para “jugar a ser Dios”.
Este fue uno de lo temas tratados en La Mesa de los Viernes con Ana Ribeiro, Juan Grompone, Gonzalo Pérez del Castillo y Mauricio Rosencof.
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