Stephen Hawking, el físico y cosmólogo británico, “el del Big Bang y los agujeros negros”, como lo llaman en pasillos de algunas universidades, falleció este miércoles a los 76 años.
Como si hubiera elegido la fecha de su muerte, lo hizo el día del nacimiento de Albert Einstein, la otra gran estrella mediática de la ciencia gracias a su teoría de la relatividad, a la que Hawking encontró conexión con la mecánica cuántica, los dos grandes paradigmas de la física.
Cuando Hawking tenía 21 años le diagnosticaron una forma atípica de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que ataca a las neuronas motoras encargadas de controlar los movimientos voluntarios. Los médicos le dieron entonces dos años más de vida. Sin embargo, vivió 55 años más. Y a pesar de que fue quedando progresivamente paralizado (hasta el punto que solo podía comunicarse a través de una computadora que interpretaba sus gestos faciales gracias al único músculo que controlaba, el de la mejilla) se casó dos veces, tuvo tres hijos, protagonizó documentales, hizo apariciones en series televisivas como Los Simpson, y recibió innumerables reconocimientos.
A pesar de todos estos logros, Hawking, un hombre con ideas revolucionarias, de un gran carisma y sentido del humor, confesó que hubo un enigma que nunca logró desentrañar: “las mujeres”, “un misterio total”, según dijo.
La Mesa de los Viernes con Ana Ribeiro, Juan Grompone, Gonzalo Pérez del Castillo y Mauricio Rosencof.
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