
Foto: AFP
Las fronteras son líneas imaginarias, muchas veces dibujadas en forma arbitraria, pero ordenan el mundo.
Esto no es necesariamente algo malo ni mucho menos algo nuevo: en el Antiguo Testamento ya aparecen referencias a documentos para viajar con seguridad a territorios extranjeros, un antecedente del pasaporte que conocemos de las últimas décadas.
Pero nunca en la historia del planeta Tierra hubo tantos seres humanos, nunca hubo tanto movimiento de personas, y por eso se hace cada vez más difícil ordenar esos desplazamientos.
Aquellas líneas imaginarias pueden volverse de pronto muy reales y concretas cuando alguien quiere trasladarse ya no por ocio o por trabajo sino por necesidad: por hambre, por miedo, o soñando con otra realidad por encima de la que le tocó en suerte.
Del otro lado, puede entenderse que ningún país sea capaz de absorber así nomás a todas las personas que quieran entrar. Pero además se suman otras complicaciones, como el temor de una parte de la población ante los migrantes, ya sea por razones culturales o de seguridad.
Esa tensión está muy presente desde hace años en la discusión política internacional, en Europa, en Estados Unidos y también en Latinoamérica.
¿Es la migración el gran desafío de nuestros tiempos?
La Mesa Internacional con Gustavo Calvo y Leo Harari.
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