Peña pidió disculpas por presentarse como licenciado cuando todavía no lo era
Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
El ministro de Ambiente, Adrián Peña, pidió disculpas ayer por haberse presentado durante varios años como licenciado en Administración de Empresas cuando todavía no había obtenido ese título.
El jueves el semanario Búsqueda informó que el ministro dijo en numerosas ocasiones que era licenciado o dejó que otros le atribuyeran ese título terciario, cuando recién se recibió a fines de 2022.
A raíz de esa publicación, Peña concurrió ayer a la Torre Ejecutiva para reunirse con el presidente, Luis Lacalle Pou. En el encuentro le mostró un certificado de estudios expedido por la Universidad Católica que acredita que salvó su primera materia el 12 de julio de 2002 y terminó aprobando la tesis el 7 de setiembre del año pasado.
Luego, en rueda de prensa, Peña explicó que su actividad pública y privada le impidieron terminar a tiempo la carrera y le fue quedando pendiente sólo la defensa de la tesis. De todas formas, admitió que fue un error presentarse públicamente como licenciado y no haber aclarado que no lo era cuándo otros le atribuían el título.
“Supone un error que no tengo ningún problema en reconocer. Allí me equivoqué, indudablemente. No tuve ninguna intención de engañar a nadie. No tenía ningún sentido tampoco. Yo la carrera la hice para trabajar en mi actividad privada pero no ejercí la profesión, nunca firmé un balance ni presté servicios en nombre de la profesión. Eso no tuvo que ver tampoco con mi designación en algún cargo público y menos en el de ministro, donde eso no aparece. Nunca estuvo en mi biografía. Hay algunos errores, alguno personal y alguno de mi equipo que asumo como líder de mi equipo. Y son errores por los que pido disculpas hoy que soy una persona pública”
Según Búsqueda, Peña aparece como licenciado en su perfil incluido en la página web del Parlamento para el período 2015-2020, en el acta oficial que da cuenta del fallo para otorgar el Premio Nacional de Ambiente en 2021 y en el texto de un convenio para cooperación ambiental entre Uruguay y Costa Rica firmado en enero de 2022, ocho meses antes de que se graduara.
Pero además, en 2018, cuando era diputado, Peña dijo ser licenciado durante una sesión de la comisión de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Cámara Baja en la que se discutía un proyecto de fomento al emprendedurismo. “Soy licenciado en Administración de Empresas. En el Uruguay, con alguna excepción, desde la academia no se forma emprendedores; se forma gente para administrar empresas”, aseguró, según consta en la versión taquigráfica.
La nota de prensa también recordó que en 2016 Peña criticó al ex vicepresidente Raul Sendic, en medio de la controversia por su título de Licenciado en Genética Humana. “Dígame Licenciado’… se acuerdan de Chespirito? Homenaje a Roberto Gómez Bolaños por parte de la 711 de Sendic!”, escribió Peña en aquel momento en Twitter.
La Tertulia de los Viernes con Alejandro Abal, Juan Grompone, María Josefina Pla y Gloria Robaina.
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5 Comentarios
Sendic:
Cuando aquel episodio, en mi inocencia, me pregunté para qué alguien ostentaría un título universitario que no poseía de una profesión que nunca ejerció.
Concluí el severo síndrome que padece la clase política que, cree validarse en ese ejercicio con el diploma; síndrome de «m’hijo el dotor»
Y antes estuvo Mujica sin el cartón solemne, mirado como sapo de otro pozo y no solo por los opuestos, también estuvo el 1er Lacalle, quitado del escenario por sus correligionarios por haber perdido con un «Naides»
A destiempo Sendic renunció, sorprendió a propios y ajenos, pero sí, tardiamente y con el daño consumado, renunció.
No fue aquel el único daño, fue objeto de críticas legítimas avaladas por el sentido común; el otro daño fue que se habilitara el escarnio como herramienta política, y si desde arriba se enciende la luz verde, desde abajo también se cruza.
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Peña:
Fue en aquel momento uno de los tantos autoerigidos paladines de la moral; el reloj vio pasar desde entonces muchas vueltas de agujas, muchas.
Más reciente y fresco sucedió el asunto de Ache, bochornoso, no para ella en exclusividad sino además para el elenco que integró aquella delegación gubernamental citada al Parlamento, donde al decir de esquina, mintieron a cara de perro; ella renunció, renunció para que los compañeros no la echaran y el líder de los compañeros que la señalaba con el dedo índice, resultó tener la uña sucia.
A Peña le sucedió desconocer la inexorable ley de la gravedad, esa que aconseja con sabiduría, no escupir para arriba.
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¿Yo? como muchos y no se cuántos, puedo soltar, a veces perdonar, lo que me cuesta es olvidar y no siempre quiero ni tampoco puedo.
Todos nos equivocamos, persistir en la equivocación, degrada porque hay que incurrir en la mentira y es sabido que el éxito de la inmensa mayoría de mentiras, es fugaz, amén de que mantener una mentira genera ser rehén y esclavo también de ella.
Repito a Camus «todos los problemas provienen de no hablar claro»
Cuando en la última hora acaba la tarea de pastores y labriegos, recuerdan lo que vieron y oyeron, piensan en los mensajes que bajaron de Palacio y, antes o luego, pasan cosas.
Estimado Juan,
Mire en Caras y Caretas que alguien memorioso y seguramente metido en redes recordó que en twitter, Peña le había enrostrado a Sendic y a la 711 ser un homenaje involuntario a Chespirito… Si hubiera que ejemplificar la recomendación de «no escupir para arriba», creo que es un ejemplo difícil de superar. Perfecto diría. ¡Ay! El tema de la coherencia nos cuesta. Hemiplejia le llama el presidente a la incoherencia, que teniéndola en sus tiendas, sólo la ve en las de sus adversario políticos.
Esto es hasta tragicómico, ya que la política uruguaya está llena de falsos diplomados. ¿Qué trauma tenemos que nos pasa esto? Además del caso criticado ad nauseam de Sendic (yo me sumé al coro de críticos y no me arrepiento), en tiendas de la izquierda hubo creo que un par más (un sociólogo que no era sociólogo y otro caso más) y en la derecha tienen varios también, creo recordar que por lo menos dos blancos y dos colorados contando a Peña ahora. Por algún motivo de los otros se habla menos, se lo menciona un rato y luego ya está. ¿Alguien lleva la cuenta?
A mi personalmente hay dos cosas que me saltan a la vista:
Primero: un diploma no es un título nobiliario, es un reconocimiento meritocrático, algo que reconoce una acumulación de esfuerzo coronado de éxito en un momento de la vida y, eventualmente, algún aprendizaje que en aquél momento era significativo. No es un cartoncito como decía Topolansky, porque tratando de obtener el cartoncito mucha gente queda por el camino. No es fácil, y lo que no es fácil, algo dice de quien lo logra. Aunque sea morderse el codo, que es perfectamente inútil, algo dice de la flexibilidad del que se lo muerde, de su persistencia entrenando semejante habilidad, etc… Y si se trata de ilustrarse y eventualmente escribir al menos una disertación para tener un grado, bueno, hay horas de esfuerzo, hay capacidad de expresarse por escrito y decir algo relevante y sobre todo hay voluntad de renunciar a otras cosas para invertir tiempo en eso, que al final de domarse a uno mismo también va la vida virtuosa (al menos en mi «filosofía de boliche» ese principio es sagrado). Hay otras formas de domarse a uno mismo que no son títulos, como por ejemplo ejercer cualquier trabajo físicamente pesado. No viene al caso, pero es justo decirlo porque no sólo estudiar es un sacrificio y muchas veces los más duros no tienen que ver con el estudio. En el Uruguay nadie presume un oficio manual, lamentablemente. Quienes presumen el diploma que no tienen no creen en esto, creen que es como un título nobiliario que les da membresía a un club selecto. No entendieron lo que mejor hizo el maestro Tabárez por el Uruguay, que fue pronunciar la frase «el camino es la recompensa». A quien no hizo el camino, presumir de él no le vale nada.
Segundo: Los políticos uruguayos que hacen esto no entienden de dónde viene su legitimidad. Sendic estaba legitimado por VOTOS, por eso estaba ahí. Los políticos tienen dos formas de legitimarse, que son los votos y la designación en cargos de confianza hecha por gente que sí tiene votos. Va de eso la democracia, de hacerse elegir y de la legitimidad que tiene quien fue electo, ¿no? Sendic era de los que tienen votos y, justo es decirlo, tenía más legitimidad porque no le debía a la confianza de ningún jerarca su cargo. Sin embargo se fue solo, para evitar que lo echaran, pero se fue. Peña es un ministro, puesto por un ejecutivo que encabeza el presidente. Lo que el presidente crea que es la confianza luego de este episodio bochornoso y luego de haber criticado a voz en cuello a Sendic en el parlamento habla más de la –perdón por citar al propio LP– hemiplejia ideológica del presidente que de lo que hizo Peña. Lo esperable de un presidente no hemipléjico era una destitución inmediata de este ministro. No por la gravedad del caso, que ya a esta altura es una raya más en el tigre de nuestro sistema político, sino por el deber de parecer coherente que un político debería sentir.
Adrián Peña en este asunto actuó como un imbécil (permítanme este calificativo duro), porque con los antecedentes que había sobre títulos no existentes, debió haber sido más cuidadoso. Creo que como dirigente político queda bastante oscurecido, sobre todo si aspiraba a ser candidato a presidente. Ahora, esta falta no lo descalifica para actuar como ministro.
Y como se ha comparado el caso con el de Sendic, vayan tomando nota de estas diferencias. 1º) Sendic nunca obtuvo el título de licenciado, por más que haya cursado estudios, pese a lo cual siempre se hizo llamar así; en cambio, Peña sí lo obtuvo, aunque tardíamente, y se disculpó por haberse llamado licenciado cuando todavía no lo era. 2º) Sendic no renunció por haber dicho que tenía un título inexistente, sino por los malos usos que hizo de las tarjetas corporativas en ANCAP.
Estimado Jorge,
Respecto a 1) es una mera cuestión temporal. Fíjese que incluso ahora nos enteramos de que le falta un seminario de 6 días. Entonces, digamos, está a 6 días de clase de configurar condiciones para pedir el título. No sé qué tiempo le llevaría, en qué semestre se puede cursar, pero lo real es que eso que usted señala hoy por hoy lo iguala a Sendic. Quizá luego lo haga, quizá no, pero lo cierto es que hoy por hoy y desde la primera vez que dijo tener ese título que no tenía, estuvo en falta. Piense usted que alguien roba algo y luego se arrepiente y lo devuelve. no por eso dejó de robar. Respecto a 2) es cierto, pero es claro, creo yo, que lo que destruyó a Sendic fue la vergüenza ajena que generó con la insistencia en afirmar que sí estaba diplomado. La insistencia que incluso hizo a Topolansky «quemar» un poco de su capital político para defenderlo mintiendo que había visto algo inexistente.
Si tuviera que decir algo en favor de Peña, creo que es eso lo más adecuado: Peña aceptó que había mentido. Siempre lo tratan de diluir, de explicar que mintieron pero que no fue grave, que no ejerció y otros descargos. Uno no se escapa de que le expliquen de que a pesar de todo es una buena persona que se confundió actuando de buena fe, etc, etc. El caso de Sendic no fue más grave, al contrario, porque no sólo la falta de ese título no lo inhabilita para ser vicepresidente, sino que llegó por elección DIRECTA. Lo que fue más grave fue lo que él hizo a partir de que se descubrió la mentira. Eso si fue bochornoso.