¿Existe una “Gran Novela Uruguaya”, que capture la esencia de la nación?
En este año 2021 pasa al dominio público la novela El gran Gatsby, publicada en 1925 por F. Scott Fitzgerald. Una de las principales candidatas a eso que se ha dado en llamar “la Gran Novela Americana”.
Para la crítica estadounidense, se trata de una historia que captura la esencia, el alma, de la nación estadounidense mejor que ninguna otra.
Otras competidoras son Moby Dick, de Herman Melville; Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain; Las uvas de la ira de John Steinbeck; El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger; Matar un ruiseñor, de Harper Lee; y más recientemente Libertad, de Jonathan Franzen, publicada en 2010.
Este hito relativo a El gran Gatsby lleva a la pregunta: ¿puede hablarse de una “Gran Novela Uruguaya”? ¿Cuál sería y por qué?
La Tertulia de los Viernes con Marcia Collazo, Juan Grompone, Gonzalo Pérez del Castillo y Fernando Scrigna.
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2 Comentarios
Nuestro país carece de tal relato y acaso sea porque también adolesce de sentido de nación.
En su génesis cosmopolita que aún se sigue configurando, es un mosaico de distintos talantes con tonalidades a modo de pintura impresionista, rico en detalles y trazos suaves y no tanto, por algunos pulsos importantes con disrupciones notorias.
Tal sumatoria no establece una nacionalidad esencial con abarcativa épica común suficiente, tal vez seamos un poco o mucho como país
-pequeño pais- una acumulación de matices, con acuerdos en algunos sentires formando idiosincrasia ni tan enraizada y honda, y también con contradicciones más o menos importantes según la circunstancia y apasteladas en cierta tranquilidad aldeana subyacente.
Me congratulo de que no exista tal obra literaria que cuadre el referido sentido de nación, porque creo que nunca ha sido hasta ahora necesario un epítome -escrito con mayor o peor maestría- sobre la nacionalidad, siempre proclive a enfermar de ese candoroso e infame mal llamado, nacionalismo.
Este rincón austral padece y disfruta de cierta lejanía, de puertas entornadas y en lujosas y frecuentes ocasiones de puertas abiertas.
No es una carencia sino más bien un humilde tesoro, lo innecesario de tener un símil narrado representativamente de un «sueño americano…o alemán o ruso…etc»
Es que todos los países de América (incluso Estados Unidos) se formaron como un crisol de diversos orígenes: europeos de distintos países y regiones, más pueblos aborígenes, más negros traídos de África, más asiáticos del cercano y del lejano oriente… Y nuestro país, más allá de chanzas con distintas nacionalidades (p. ej.: gallegos, judíos, etc.), ha logrado integrarlos a todos de forma que se sientan pertenecientes a este país: uruguayos. Esto es una gran diferencia con los países europeos, que muchos de ellos son distintas nacionalidades encerradas dentro de fronteras establecidas en tiempos de reyes y emperadores.