Foto: AFP/ Servicio de prensa de la Presidencia de Ucrania
La agenda de la cumbre del G7, que se realizó el viernes y el sábado en Hiroshima, Japón, estuvo dominada por dos temas: la guerra en Ucrania y la influencia geopolítica de China
Al final del encuentro, en una declaración conjunta, las siete democracias industrializadas más importantes del mundo condenaron la invasión rusa en Ucrania y prometieron apoyo diplomático “inquebrantable” al gobierno de Volodimir Zelensky.
El mandatario ucraniano, que se hizo presente por sorpresa en la reunión, logró nuevas promesas de entrega de material militar de los miembros del G7: Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia. Sin embargo, no logró uno de sus objetivos: mantener una reunión bilateral con el presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, que estaba invitado a la cumbre. La audiencia no se concretó ya que ambos presidentes adujeron problemas de agenda.
De todos modos, Lula fue crítico con las postura de Zelensky y del gobierno ruso.
Ninguno de los dos parecen dispuestos a avanzar hacia la paz porque «ambos están convencidos de que van a ganar la guerra».
El otro gran tema de la cumbre fueron las relaciones de los miembros del grupo con China. En el comunicado, el G7 pidió a Pekín que «no lleve a cabo actividades de injerencia» en sus países miembro, y expresó su «preocupación» por los derechos humanos, «especialmente en Tíbet y Xinjiang». Además, el G7 condenó la política del gobierno de Xi-Jinping en el mar de China Meridional.
En segundo plano quedaron otros temas estratégicos. Por ejemplo, en la declaración conjunta los líderes del G7 se comprometieron a avanzar en discusiones para una gobernanza común de la inteligencia artificial y a cooperar en materia de migración y cambio climático, entre otros puntos.
La Mesa de Análisis Internacional con Gustavo Calvo y Leo Harari.
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