Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Los restos hallados el 30 de julio pasado en el Batallón 14 del Ejército pertenecen a Luis Eduardo Arigón, militante del Partido Comunista que tenía 51 años cuando fue secuestrado y desaparecido, el 14 de junio de 1977.
El fiscal especializado en delitos de lesa humanidad, Ricardo Perciballe, informó en conferencia de prensa que la identidad fue confirmada en un 99,99% por el laboratorio del Equipo Argentino de Antropología Forense, donde se analizaron muestras de ADN.
Perciballe dijo que Arigón fue privado ilegítimamente de su libertad, torturado y desaparecido "por el solo hecho de resistir a la dictadura", y confió en que haber encontrado sus restos permita dar "un poco de paz" a su familia y a toda la sociedad.
En la conferencia de prensa también participaron la antropóloga forense Alicia Lusiardo, que lidera el Grupo de Investigación de Antropología Forense (GIAF), el ministro de Defensa, Armando Castaingdebat, Wilder Tayler, director de la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH), y Sabina Arigón Barrocas, una de las hijas de Luis Eduardo Arigón.
Lusiardo explicó que la “característica individualizante” fue una fractura en una costilla y algunas otras características en los huesos, como un esguince en el tobillo, que permitieron “colaborar con la identificación”.
Por otra parte sostuvo que, según lo establecido por la junta médica, los restos no presentan lesiones traumáticas que permitan determinar la causa de la muerte. Sin embargo, precisó, se “identificaron fracturas producidas por impacto con objeto contundente sobre la víctima en actitud de defensa, protegiendo su cara o cráneo, y fracturas en el tórax, que permiten establecer o sugieren que son producto de impactos contundentes”. Lusiardo agregó que es posible que “la multiplicidad [de lastimaduras] y su ubicación hayan contribuido con la causa de la muerte. No es posible descartar que la muerte haya sido por traumatismos ajenos al sistema esquelético”.
A su turno, Sabina Arigón recordó que ella fue testigo del secuestro, junto a su hermana, que hoy vive en Chile.
“Son sentimientos encontrados. Por un lado, tranquilidad, cierta felicidad, porque es un ciclo que se cierra, y por el otro, mucha tristeza por confirmar las sospechas de que estaba muerto. Me da vergüenza. No puedo creer que los seres humanos, no me importa del pensamiento político que sean, hagan este tipo de cosas. Matar a una persona y esconderla es de cobardes, ni en las guerras se hace eso. Lo que hizo esta gente es algo que para mí es vergonzoso, es de cobarde. Ojala si alguno lo está viendo, no se si queda alguno vivo, puede limpiar su conciencia y aportar lo que sabe”.
Según la ficha de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, Arigón trabajaba en la librería Heber Saldivia en la Galería del Notariado, militaba en la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio e Industria y en el Partido Comunista del Uruguay.
Fue secuestrado en su domicilio, en el barrio La Blanqueada de Montevideo. Varios testigos lo identificaron siendo sometido a torturas en el centro de detención y torturas La Tablada.
El fiscal Perciballe hizo notar que el expediente sobre la desaparición de Arigón se inició en 1986 pero estuvo “paralizado” por la aplicación de la ley de caducidad. También consignó que hay cuatro personas procesadas por esta causa.
Tayler, en tanto, apuntó que la nueva identificación de restos permite conformar “un patrón establecido respecto de ese predio en el Batallón 14, que es un lugar que fue utilizado como un cementerio secreto para los desaparecidos, con una metodología que evidentemente albergaba el designio de que no fueran encontrados nunca”. En ese mismo predio se hallaron los restos de Amelia Sanjurjo, Ricardo Blanco Valiente y Julio Castro.
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