El puerto de Montevideo es un cementerio de barcos abandonados. Semihundidos, escorados y oxidados se amontonan en un rincón de la Bahía de Montevideo. Aunque no significan riesgo a la navegación, limitan la ampliación de las operaciones y la Administración Nacional de Puertos está dispuesta a sacarlos de allí, pero la solución no es sencilla.