En entrevista con En Perspectiva el candidato del Frente Amplio a la Intendencia de Montevideo Daniel Martínez explicó algunos de sus proyectos, dijo que “hay mucho para mejorar” y que "sin duda el Corredor Garzón fue un error, no hay vuelta que darle". También reconoció que Adeom “ha metido la pata en algunas ocasiones”.
“La gente reconoce mucho cuando uno trabaja los cinco años y no cada cinco años”, aseguró el candidato del Frente Amplio para la Intendencia de Montevideo (IM), el senador Daniel Martínez, y agregó que no hay que confundir “visibilidad con trabajo”: “una cosa es que tú salgas a buscar tener presencia mediática sobre los temas, y otra es que tú trabajes en los temas”.
Dijo que en la IM “quedan muchas cosas por hacer” y reconoció que hubo algunas equivocaciones: "sin duda el Corredor Garzón fue un error, no hay vuelta que darle". Consideró que tras doce años de crecimiento económico continuo “este es el momento de sentar las bases del Montevideo del siglo XXI” y que es necesario dar “el salto cualitativo”. Consultado sobre los problemas del Corredor Garzón dijo que “se necesita mucha más información en la toma de decisiones” y que durante su proyección él se hubiera reunido, entre otros, con los vecinos, los centros comerciales de la zona, y con empresas y sindicatos de transporte.
En la entrevista también señaló que una de sus premisas es que “el conocimiento nunca es patrimonio de iluminados, y menos de iluminados atrás de un escritorio”, y que gestión “implica disponer de toda la información posible sobre un problema, ver todos los caminos posibles para solucionarlo, y luego tomar la decisión y generar un plan con objetivos”.
“Montevideo necesita un shock infraestructural” para el cual necesita unos 500 millones de dólares, aseguró Martínez, antes de explicar su propuesta de un Fondo Capital para Infraestructura: un fideicomiso abierto a ahorristas e inversores que tendría como garantía la recaudación segura de algunos tributos departamentales.
Acerca de la estructura de la IM aseguró que ésta es “una organización de compartimientos estancos” y que en cuanto a gastos “hay mucho para mejorar para lograr una gestión eficaz que permita generar ahorro”. Consultado sobre su eventual relación con ADEOM, dijo que el sindicato “ha metido la pata en algunas ocasiones, sin duda”. Señaló que “los sindicatos son fundamentales para la democracia”, pero que es necesario entender que en la IM “la tarea más importante es solucionar los problemas de los ciudadanos”. “Lo quiero remarcar porque es una línea de acción: nunca hay que olvidar que unos trabajan y otros son electos” para cumplir con ese objetivo. En el cierre de la entrevista, puntualizó, respecto a Adeom, que “hay que demonizar menos y pensar formas de trabajo positivo y creativo, muy diferentes a las que algunos plantean”.
(Emitido a las 8.21 hrs).
EMILIANO COTELO:
Cuando falta un mes para las elecciones departamentales, en Montevideo la campaña todavía luce fría y sin grandes despliegues. En ese clima, y con las dificultades que ha enfrentado el Partido de la Concertación, la elección parece desembocar en una disputa entre Lucía Topolansky y Daniel Martínez.
El año pasado, el senador socialista apareció como el candidato natural del Frente Amplio (FA), después de la experiencia de 2010, cuando lo había intentado pero su proyecto se vio frustrado en el Plenario de la coalición de izquierdas.
Ahora sí, se largó, pudo ser uno de los candidatos, pero pese a que lidera la intención de voto, el triunfo no parece tampoco algo sencillo. Su principal rival cuenta con el respaldo del aparato político del MPP (Movimiento de Participación Popular), que muchos tildan de “aplanadora”.
Con el ingeniero Daniel Martínez vamos a conversar esta mañana.
¿Por qué quiere ser intendente de Montevideo?
DANIEL MARTÍNEZ:
Hay veces que la vida te lleva a eso. Pero creo que lo fundamental es que quiero a esta ciudad, soy montevideano hasta el tuétano, la he recorrido, en estos últimos cinco años he estado en más de 300 lugares. Es algo que me emociona un poco ahora cuando salgo en campaña a recorrer los lugares, en cada lado hay uno que dice: “Daniel, ¿te acordás de aquel tema que te planteé hace cuatro años, dos años?”. Se encaminó o no se encaminó, sigue, pero hay una relación muy humana, porque la gente reconoce mucho cuando uno trabaja los cinco años y no cada cinco años. Me la he recorrido, me he involucrado en los temas, he trabajado para conocerla más de lo que ya la conocía por ser un montevideano de toda la vida. Que aparte por mi propio trabajo industrial y por mi propia militancia política la tengo muy recorrida de mucho tiempo, pero ahora mucho más en contacto directo con el ciudadano e involucrándome en los problemas de los ciudadanos.
Y porque además me he preparado. Desde hace más de dos años ya, cuando todo pintaba que podía ser un candidato, al menos las encuestas lo indicaban, algún tanteo que se hace y la sensibilidad que uno tenía del contacto con la gente. Me gusta trabajar con mucha profesionalidad, lo que no implica ser profesional, sino trabajar sistemáticamente, informarse de los temas, tratar de entenderlos. Escuchar sobre cada tema todos los puntos de vista para ir formando opinión, escuchar todas las campanas, los distintos ángulos de enfoque. Entonces quiero a esta ciudad, siento que estoy involucrado, que la conozco, conozco su gente y tengo ganas de aceptar el desafío.
EC – Es interesante la respuesta. Se adelanta a una pregunta que iba a hacer ahora, a partir de un mensaje que mandaba ayer un oyente, David, cuando discutimos el tema de la campaña departamental en nuestra Mesa de análisis y discusión. A raíz de lo que charlábamos con los politólogos, David decía:
“Recuerdo hace cinco años cuando En Perspectiva entrevistó a la candidata para la Intendencia por el Partido Nacional Ana Lía Piñeyrúa. Se le preguntó, se le observó que de ningún partido tradicional se encargaban de designar a una figura que se pusiera a trabajar durante los cinco años del mandato frenteamplista. Nadie se convertía en principal figura opositora. La señora Piñeyrúa contestó que ella misma sería esa figura que se comprometería a trabajar en el ámbito municipal. Nada de eso se ha hecho. Solo Gandini y hasta por ahí nomás.
Me parece interesante exponer cómo dentro de todos los partidos políticos se toman la tarea de la Intendencia como algo completamente secundario. Daniel Martínez sostiene que hace tiempo está estudiando y formándose para ser intendente, pero él no ha sido una figura referente dentro del Frente Amplio en lo que a la administración municipal se refiere. ¿Cuándo cuestionó algo durante el período 2010-2015? ¿Qué aportes realizó durante la administración de Ana Olivera?”.
DM – Primero el respeto, cada ciudadano tiene derecho a tener su enfoque sobre cada tema. Me extrañó la forma, estoy tratando de terminar de entender la trama, cómo llega al pensamiento.
EC – Lo que señala es que usted, si bien está claro que trabajó en estos años en temas de la Intendencia de Montevideo, no tuvo visibilidad, no apareció como un referente.
DM – Preguntá en los barrios qué opina la gente… A mi entender y desde el respeto –no hay dueño de las verdades y mucho meno soy yo el dueño de la verdad–, el oyente confunde visibilidad con trabajo. Una cosa es que tú salgas a hacer… no digo operaciones de prensa, pero a buscar tener presencia mediática en los temas, y otra es que tú trabajes en los temas. Si yo estuve en 300 y pico lugares de Montevideo, conozco las realidades –estoy en un barrio y digo: “Che, ¿acá solucionaron el problema de la juntada de agua en las lluvias, de los drenajes?”–, adonde voy encuentro referentes con los cuales he estado en ese período, si me he reunido sobre cada uno de los temas centrales de la Intendencia con 10, 15 personas, anteriores directores, actuales directores, empresarios, sindicalistas… ¿eso no es trabajo?
Ahora bien, yo tomé la decisión –que aparte es lógica, ¿no?– de no tener visibilidad pública sobre la Intendencia…
EC – Eso fue deliberado.
DM – Entiéndeme: quieras o no, todo lo que sucedió en el año 2010 generó una conmoción en el FA. Se podrá decir que no, pero generó una conmoción.
EC – Se refiere al hecho de que bloquearon su candidatura.
DM – Exactamente, hubo un acuerdo que me bloqueó. Y claramente una parte importante de los frenteamplistas se sintieron afectados, y muchos votaron en blanco, otros no votaron, pero fue una conmoción. A tal punto que creo que todos aprendimos y hoy se salió con la triple candidatura; a eso me refería, a la capacidad de aprender de los errores. Se aprendió, por algo pasó.
EC – Pero usted no opinó sobre temas de la Intendencia en estos cinco años.
DM – Fui muy cuidadoso; todo el mundo sabe que eso que pasó también afectó desde el punto de partida la imagen de Ana. Es objetivo. Y yo soy institucionalista, creo que la democracia se basa en instituciones. Creo en el socialismo y no creo que exista socialismo sin democracia, y la democracia se asienta en muchos elementos, pero uno fundamental son las instituciones. También creo en los partidos políticos y en particular el FA para mí está por arriba de mi propio Partido Socialista, porque creo que es el instrumento de unión de gente muy disímil pero que sueña un proyecto de país.
Por lo tanto para mí no afectar el proyecto político FA estaba por encima de “mi carrera” a la Intendencia. Había una compañera que era intendenta, yo no podía, no era correcto que saliera a marcar mucho la cancha haciendo cuestiones porque alguna gente podía interpretar que le estaba serruchando las patas.
EC – ¿Y la otra posibilidad, que usted colaborara de manera discreta, reservada, con la Intendencia de Ana Olivera?
DM – Trabajé en el territorio. Por más que siempre hay algún compañero que se equivoca e inventa cosas –se dice que yo le serruchaba las patas a Ana, pero no–, me dediqué –tengo miles de testigos, en cada barrio tengo gente que puede poner las manos en el fuego– a defender el proyecto. Reconociendo, sí, tratando de ver los errores, explicando. En muchos temas he trabajado junto con los alcaldes que me dieron la posibilidad; en algún caso alguna alcaldesa no me la dio, no importa, son decisiones personales. Siempre “che, mirá que está pasando esto”, ayudando, “vamos a ver cómo lo enfocamos, te doy una mano”, con directores de la Intendencia. Estuve trabajando permanentemente. Algunos directores me dicen “la pesadilla”. Y algunos gobernantes, porque en ese laburo, en ese trabajo permanente, lo mismo en el interior o en los barrios, no solo aparecen temas municipales, aparecen temas nacionales, entonces he interactuado con los agentes de gobierno. Claro, no salí con un cartel “¡Estoy haciendo esto, miren qué lindo que soy!”. Yo laburé.
EC – Más en general, ¿qué opinión tiene de lo que dejan los 25 años de gobiernos del FA en la Intendencia de Montevideo?
DM – Creo que más claros que oscuros. Nadie puede decir que este Montevideo es el mismo que hace 25 años. Y aparte tampoco es el mismo porque en los últimos 10 años ha habido un nivel de redistribución y de crecimiento de la riqueza que no había existido durante muchísimo tiempo. Hay que ir a principios del siglo XX para tener un ciclo tan largo de crecimiento continuo del producto bruto interno, y no encontramos para atrás un período de redistribución de riqueza tan largo y tan importante como el que se dio en este período.
Entonces, si hoy tenemos 2,8 veces más vehículos que los que teníamos, producto de esa redistribución de la riqueza, no es la misma ciudad. Si hoy tenemos un aumento impresionante de la cantidad de kilos de basura por habitante, como ha habido, es una ciudad diferente. Igual, quedan muchas cosas por hacer…
EC – ¿No se dejó estar el FA? La votación por el FA en Montevideo ha venido cayendo de manera permanente elección tras elección.
DM – Sí, sí, pero hay que medir las etapas. El gobierno de Tabaré tuvo que asumir un montón de inversiones y encarar problemáticas sociales ante la falta de políticas nacionales en esas áreas: salud, vivienda, integración social. El gobierno de Arana tuvo un primer período más o menos tranquilo, incluso una situación económica del país relativamente estable, y luego, ¡zácate!, se comió la crisis del 2002. Recuerdo muy bien una licitación que implicaba una solución muy parecida a la que yo estoy proponiendo para el tema de la basura; se licitó, ganó una empresa española, y nunca se pudo adjudicar porque la crisis del 2002 hizo perder el grado inversor y la posibilidad de financiamiento a la Intendencia de Montevideo. Ha habido períodos diferentes.
Sin duda hubo errores. El corredor Garzón, con una razón muy bienintencionada pero fue un error, no hay vuelta que darle. Desde la elección de los lugares por donde empezar hasta la forma, con gente que aprecio mucho y que sé que lo hizo con la mejor voluntad, pero fue un error. Y quedan cosas por hacer. Soy un ingeniero extraño, soy un obsesivo lector de historia…
EC – ¿Y entonces?
DM – Ahora estoy leyendo dos libros, “Las Instrucciones del año XIII”, la recopilación dirigida por un hincha de Defensor, Gerardo Caetano, y Ana María Ribeiro…
EC – Lo que más importa es que es hincha de Defensor.
DM – [Se ríe.] Un muy buen trabajo, interesantísimo. Te sirve para entender muchísimas cosas y ver hasta dónde fue un proyecto traicionado el artiguismo.
EC – ¿A cuento de qué viene ese libro ahora?
DM – Que aparte de eso estoy leyendo un libro que es una historia breve del Uruguay, que me regaló Mariano (Arana). Justo estaba en la parte del principio del siglo XX. Un principio del siglo XX donde se termina con las guerras caudillescas, la escuela pública vareliana empieza a jugar el papel de aglutinador y generador de una identidad nacional, vienen decenas de miles de inmigrantes del exterior que aportan y se integran a la cultura uruguaya. Fue un momento en que nos descubrimos como nación o empezamos a sentir que podíamos ser una nación y que podíamos tener futuro. Después de 30 años de proyectos que nunca se concretaban, se terminó el nuevo puerto de Montevideo, la profundización y lo que es la base del actual puerto de Montevideo, se construyó el Palacio Salvo, se construyó la rambla Sur, se construyó el Palacio Legislativo… Era una nación que empezaba a creer en su futuro e hizo una inversión en infraestructura que sentó las bases del Montevideo siglo XX y hasta ahora.
¡Qué paradójico, ¿no?! Estamos en una situación parecida: 12 años de crecimiento continuo, con políticas de Estado y proyecto país en materia de energía, de industria, de turismo… Los proyectos de largo plazo han generado una situación en la cual el éxito económico es indudable y el país empieza a tener confianza en sí mismo. El crecimiento de los emprendedores –un tema que me interesa mucho, hasta hice una ley que no logré que fuera aprobada, espero que en este período se tome como base y se apruebe el proyecto–, la cantidad de proyectos innovadores de gente haciendo cosas diferentes. Este es el momento de sentar las bases del Montevideo del siglo XXI.
Entonces, hay cosas que de repente no se hicieron y otras en las que la situación requiere que demos el salto cualitativo, para lo cual proponemos una serie de obras de inversión con su financiación.
***
EC – Hablemos de la gestión. Usted pone mucho énfasis en que la Intendencia necesita mejorar la gestión. ¿Qué quiere decir? ¿Puede explicar qué implica esto con algún ejemplo concreto?
DM – Primero, gestión implica disponer sobre un tema de toda la información posible, analizar todos los caminos posibles para solucionar ese problema y luego tomar las decisiones y generar un plan con objetivos para que la meta se cumpla.
EC – Un caso, ¿cuál sería?
DM – Ya que hablamos del corredor Garzón, hablemos de ese caso. Me parece que se necesita mucha más información a la hora de la toma de decisiones. Personalmente me habría gustado disponer de una visión mucho más global, de flujos, cantidades, horarios, tiempos, recorridos, que algunos datos hay y otros no. Habría elegido también un lugar a partir de criterios de prioridades que la ciudad necesita, de repente no habría elegido Garzón y Gral. Flores, calles que yo recorro sistemáticamente desde hace muchos años y allí nunca había tenido ningún problema de tránsito, no era un problema la llegada. Y habría partido de una premisa que para mí es la gestión correcta, que es que el conocimiento nunca es patrimonio de iluminados, y menos de iluminados en un escritorio.
EC – ¿Y en este caso el conocimiento fue patrimonio de iluminados?
DM – No, no, es un concepto general. Una anécdota de cuando diseñaba un sistema de bomba con automatización, sensores, válvulas, botonera, todo, para la refinería. Lo diseñaba en el escritorio: la bomba tiene que levantar tal presión, por lo tanto el caño tiene que tener tal diámetro, la pared del caño tiene que ser tanto, acá tengo que poner un sensor de caudal, acá una botonera… todo bárbaro. Pero después de tener un proyecto que desde el punto de vista técnico funcionaba, hablaba con los que lo iban a operar, los operadores: “¿Qué tengo que cambiar para que esto sea fácil para operar para ti?”, “Ah, subime esta válvula, esta botonera ponémela acá. ¿No sería bueno colocar un sensor más acá?” Cambiaba. Iba al de mantenimiento: “¿Podés mantener esto? ¿Tenés algún problema para desarmar esto?”. “Elevá un poco más esto, porque si no, no llego con la llave de caño a aflojar este bulón”. Hablaba con el de seguridad industrial… Hablaba con la gente que estaba involucrada en la especificidad de temas que iban más allá de mi conocimiento. Siempre todos los temas son la suma del aporte de muchos involucrados.
¿Qué habría hecho yo en el corredor Garzón? Tengo ideas maestras, después voy a tener que hacerlas circular y pasar por la gente y por los involucrados. En el corredor me habría reunido con todos los vecinos para que me dieran su punto de vista, presentarles el plan, lo que íbamos a hacer, para que me dieran su retorno. Me habría reunido con los centros comerciales de los barrios involucrados –porque el comercio siempre es afectado por el movimiento de tránsito– para que me dieran sus puntos de vista, los pedidos de cambio. Me habría reunido con las empresas de transporte para tener sus puntos de vista…
EC – ¿Faltó diálogo?
DM – Me habría reunido con el sindicato… No es diálogo, es una forma. Eso no es de izquierda ni de derecha, para mí gestionar también es entender que el conocimiento nunca es patrimonio de uno solo, siempre hay que hablar con todos los involucrados en un tema para poder llegar a las soluciones que tengan menos errores. Porque las soluciones sin errores no existen, hay que buscar que tengan la menor cantidad de errores posible.
EC – Eso que usted explica es lo que habría hecho…
DM – Sí.
EC – … pero el corredor Garzón ya está.
DM – Tú me pediste que te explicara qué es gestionar para mí. Es eso. Y entender, porque ese sí es un debate de la izquierda, que de a poco se va laudando. Recuerdo que una vez en Facebook una muchacha hincha mía me decía: “¡No, Daniel, no hables tanto de gestión! ¡A veces parecés un empresario hablando!”. Y yo le decía: “Escuchame, si no gestionás bien, no lográs los objetivos”.
EC – Usted fue empresario, además.
DM – Aparte fui empresario. Fui dirigente sindical y fui empresario, y por suerte me fue muy bien como empresario y me fue bien como dirigente sindical. Tú no logras objetivos si no gestionás bien. Cuántas veces en el mundo, y en el Uruguay también, errores de gestión hipotecaron proyectos que eran correctos y que bien hechos habrían sido un golazo para el país. Es un concepto importante, por eso lo he resaltado tanto. Para mí es un debate al cuete, pero se da.
EC – El corredor Garzón es uno de los temas de esta campaña electoral departamental en Montevideo. Ya está, la obra se hizo, no funciona, no cumple con los objetivos…
DM – Se ha logrado mejorar bastante, pero sigue con problemas.
EC – Si usted es elegido intendente, ¿qué piensa hacer con eso, con el corredor Garzón, que ya está?
DM – Levantarlo todo y echar por la borda 70, 80 millones de dólares me parece un error. Se ha dicho.
EC – Sí, una posibilidad sería eliminar esa franja en el centro del pavimento dedicada a los ómnibus y convertir Garzón en una avenida más ancha de lo que era antes, y punto.
DM – Creemos que no hay necesidad de eso. El aumento de la cantidad de vehículos es un problema que vive toda América Latina, por eso ya hace muchos años se empezaron a desarrollar soluciones a partir de experiencias, ensayo y error, corrección, ensayo y error, corrección. Es muy interesante lo que generó en Curitiba el arquitecto Lerner cuando era gobernador del estado de Paraná. Con un sistema de vías de transporte rápido, los llamados BTR (buses de transporte rápido), logró un avance descomunal en la calidad del servicio.
Es imprescindible un servicio de transporte público de calidad. Me parece bárbaro que los ciudadanos puedan comprarse su moto, su vehículo, espectacular; pero no puede pasar que todos usemos todos los días el transporte particular de a uno para todo. Porque entonces vamos a tener que diseñar ciudades empezadas de cero, con avenidas de 300 metros y no van a alcanzar. Además, si cada uno usa su vehículo particular generamos anhídrido carbónico, que contamina la atmósfera, efecto invernadero, cambio climático… todos sabemos lo que está pasando.
Por lo tanto se empezaron a ensayar diferentes alternativas. Una de las más destacadas, en un modelo bien americano, en una ciudad parecida a Montevideo, fue la de Curitiba con este sistema de BTR, vías rápidas con paradas de ómnibus distantes a una velocidad importante producto de que tienen preferencias que vamos a explicar.
Para ese sistema, lo que está hecho (en el corredor Garzón) sirve espectacular. No va a haber un montón de líneas como hay ahora, menos cantidad de líneas, de repente con ómnibus dobles. Es un sistema en el que entre puntos más distantes, paradas bastante distantes, los ómnibus van a una velocidad importante, logran recorrer mucha distancia en poco tiempo, logrando de esa forma más velocidad en el transporte público. Con paradas cerradas, que implican protección real del ciudadano, condiciones de espera mucho mejores. En cada parada un estacionamiento, de forma que tú puedas ir en vehículo hasta la parada y ahí hacer el trasbordo que te lleve a otros puntos, dejar el auto, la bicicleta…
EC – ¿Eso se puede hacer con lo que hoy está construido?
DM – Totalmente. Hay que agregar algunas cosas, por lo menos dos pasajes de nivel, en dos lugares por lo menos. Porque cuando los ómnibus van por la vía rápida, cuando llegan a un cruce importante hay un problema de choque de flujos de vehículos. Para eso –lo ves en cualquier ciudad del mundo–, una vía queda a nivel de suelo y la otra va por arriba. En Montevideo hay que hacer seis o siete de esos.
EC – ¿Dónde, por ejemplo?
DM – Ahí claramente, en Millán y Garzón, en Garzón y Propios; otro lugar clarísimo es avenida Italia y bulevar Artigas. En varios lugares de Montevideo viaductos como los que se hicieron son imprescindibles.
EC – ¿En la zona del puerto también?
DM – No, ahí pensamos que la solución es un acceso elevado. Pensamos que eso es más un trabajo conjunto con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
EC – Esa es una solución que usted ha manejado para enfrentar la saturación que vive la rambla portuaria.
DM – Absolutamente. En realidad no afecta tanto al montevideano, porque no es tanta la gente que va por la rambla portuaria; afecta muchísimo más a la producción de todo el país. Por eso entendemos que es una obra del Ministerio de Transporte y Obras Públicas en coordinación con la Intendencia de Montevideo.
EC – Usted ha propuesto crear un “fondo capital para infraestructura”. ¿De qué se trata?
DM – Como te decía, Montevideo necesita un choque infraestructural, la rambla Sur, los accesos, solucionar el problema de Instrucciones y Belloni, esa parte dramática que ni vereda tiene pero cada vez más es la conexión con las rutas 6 y 7. Requiere las vías rápidas, requiere plantas de preclasificación y recuperación económica del valor de la basura; simultáneamente, solucionar el tema de los clasificadores, capacitarlos para trabajar en condiciones dignas en las plantas. Requiere mejorar la iluminación y que sea toda led para ahorrar mucho más y ser coherentes con la eficiencia energética. Requiere por lo menos unas cuatro plazas de convivencia ciudadana más, tipo Líber Seregni o Casavalle. Requiere recuperar o hacer nuevas unas 30 plazas por año de entorno barrial, tener un espacio, como dicen los vecinos, para que los gurises en vez de estar dándose la papa con la pasta base en una esquina estén teniendo una actividad deportiva en el barrio. Para tener un localcito donde reunir la comisión de fomento, donde hacer estudios complementarios de liceo y escuela, donde los mayores de tercera edad puedan también tener su esparcimiento. Requiere un montón de cosas, y para eso necesita recursos. La idea es un fideicomiso.
EC – O sea, la Intendencia no tiene fondos para encarar todo ese paquete de obras.
DM – Entre lo que hay que hacer y lo que se puede hacer en un período quinquenal, pensamos en un monto de 500 millones de dólares. Más que eso es hasta físicamente imposible; ojalá se pueda y a los tres años digamos que sacamos un segundo fondo capital. Para poder implementar y construir todo eso.
EC – ¿Cómo se nutre ese fondo capital para disponer efectivamente de esa cantidad de dinero?
DM – Es un fideicomiso abierto a los ahorristas, a los inversores, garantizado por algunas recaudaciones seguras de la Intendencia, tipo patente y contribución inmobiliaria.
EC – Es un préstamo, en definitiva, un crédito.
DM – Sí, claro. Si bien los ratios que miden la salud financiera de la Intendencia de Montevideo son mucho mejores que los que tenía, es la única intendencia que ha financiado buena parte del saneamiento con fondos propios –en el interior lo hace todo la OSE–, por tanto hay buena parte de la línea de crédito tomada. En el 2016 se termina Saneamiento IV, que termina de conectar buena parte del oeste, no se termina todo pero va a llevar a arriba del 95% la conexión al saneamiento. Es una deuda importante que afecta la línea de crédito. Entonces Montevideo tiene dificultad para tomar nueva línea de crédito, por lo cual un fideicomiso, más en ese monto, es la forma de conseguir financiación garantizada con recaudación segura.
EC – ¿No es necesario tomar, al mismo tiempo, medidas estructurales a propósito del presupuesto de la Intendencia? La oposición denuncia permanentemente que el 80% de los ingresos se va en gastos de funcionamiento y sueldos, lo que implica que queda un porcentaje muy bajo para inversión. ¿Piensa corregir estas proporciones?
DM – Los sueldos directamente son el 46%. Ha venido bajando de a poco, de a 1% anual, pero ha venido bajando. Cada empresa tiene sus características; si me decís una fábrica electrónica robotizada sería un disparate lo que estamos diciendo, pero para una empresa que hace zanjas en lugares adonde no entran máquinas puede ser natural. ¿Dónde se vio una regla que diga que todas las empresas tienen que tener la misma participación de mano de obra? Depende del tipo de empresa. Es interesante también ver que Montevideo no es la peor ciudad en la relación funcionarios-población…
De todas formas creo que hay mucho para mejorar y para hilar bien en cuanto a la mejora de la eficiencia y de gestión en la Intendencia. Uno de los temas en los que voy a trabajar muchísimo es en tener indicadores de gestión y tener información para la toma de decisiones, algo que tanto en mi gestión privada como pública siempre fue una herramienta descomunal. Conocer, tener todos los puntos de vista de la información para tomar decisiones. Hoy uno mira la Intendencia y hay áreas que no entiende para qué existen, por qué no están dentro de otras. Te lo dicen los anteriores directores y los actuales en general, es una especie de organización de compartimientos estancos, de chacras. Hay que romper eso, generar una estructura mucho más matricial.
En la estructura de gastos hay mucho para mejorar, de forma de lograr una gestión mucho más de excelencia, de eficacia y de eficiencia que permita generar ahorros. Creo que es posible. Sin duda es un cambio largo, porque es un cambio cultural. Continuar con lo que se ha empezado, la gestión por objetivos, pero agregarle una serie de elementos que hacen a la excelencia de gestión, que hay que empezar, y es lo primero. Me preguntan “¿usted va a variar la contribución con una reorganización basada en el mercado?”. Eso lo hablaremos dentro de cinco años, ahora hay mucho para hilar fino para que el ciudadano sienta que ha mejorado la gestión y que lo que él paga está siendo realmente bien utilizado.
EC – ¿Y el capítulo Adeom? ¿Cómo lo piensa manejar? Esa relación entre la Intendencia y el sindicato es para buena parte de la población uno de los asuntos más sensibles del debate sobre cómo gobernar Montevideo. Tengo la impresión de que hay una sensación instalada: el sindicato tiene un poder extraordinario que jaquea a las autoridades con paros y medidas distorsivas cuando tiene que hacer determinado reclamo, que obviamente perjudican a la población, y que los intendentes del FA no han sabido lidiar, no han encontrado la manera de enfrentar ese contrapeso. ¿Cómo examina ese factor?
DM – Creo que Adeom –soy muy respetuoso de la independencia del movimiento sindical, pero soy un ciudadano, puedo comentar– ha metido la pata algunas veces, creo que ha olvidado una máxima que el Pepe D’Elía nos repetía a aquellos jóvenes que salimos de la clandestinidad y lideramos la formación del PIT en la salida de la dictadura y los primeros años de democracia. Para los jóvenes que no saben quién era, Pepe D’Elía fue presidente de la central obrera y un referente ético increíble, un hombre que murió viviendo con una de sus hijas, no solo por su vejez, sino porque entre la pensión graciable que tenía y su jubilación no le daba para vivir solo. Un hombre que era tal vez de los más poderosos y respetados del Uruguay, un referente ético.
***
Transcripción: María Lila Ltaif
[soundcloud url="https://api.soundcloud.com/tracks/199846040″ params="auto_play=false&hide_related=false&show_comments=true&show_user=true&show_reposts=false&visual=true" width="100%" height="450″ iframe="true" /]