
Foto: AFP
EMILIANO COTELO (EC): A fines de la semana pasada Estados Unidos impuso nuevos aranceles a decenas de países.

La Casa Blanca publicó una lista actualizada con las tasas que se aplicarán a las importaciones de bienes según su origen a partir de esta semana.
Se trata de aumentos significativos, en muchos casos alineados con lo anunciado en el “Día de la Liberación” a principios de abril, pero que aún no se habían implementado.
La orden ejecutiva firmada por el presidente estadounidense Donald Trump establece que los países no incluidos específicamente en la lista, como Uruguay, mantendrán un arancel del 10% sobre sus productos.
Entonces, ¿Quiénes fueron los más afectados? ¿Qué lograron los países que negociaron acuerdos comerciales con Estados Unidos en estos meses? ¿Cómo queda el escenario externo para Uruguay? Lo conversamos en los próximos minutos con el economista Mathías Consolandich, de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Mathías, empecemos por esta nueva ronda de aranceles. ¿Qué tan llamativos fueron los aumentos?
MATHÍAS CONSOLANDICH (MC): No resultó sorpresivo, porque se implementaron los aranceles adicionales que se habían anunciado en abril y que se venían postergando hace meses. En muchos casos, se hizo con tasas algo más bajas de las que se habían amenazado en ese momento, pero que siguen siendo muy relevantes.
Las magnitudes varían según el país, pero se mantiene un arancel base del 10% para todos y hay incrementos adicionales que van desde el 15% en los casos más bajos hasta el 40% en los más extremos.
Por ejemplo, India tendrá un arancel de 25%, Vietnam y Taiwán de 20%, la Unión Europea y Japón de 15%. En los casos de México y China hay negociaciones en curso, por lo que todavía no hubo modificaciones.
En nuestra región, lo más destacado fue Brasil, que muchos de sus productos enfrentarán un aumento del arancel de 40%. Para nosotros en Uruguay, como decía Emiliano no hay cambios, nos quedamos con el mínimo de 10% que ya estaba vigente desde abril.
RA: Llama la atención que los países que firmaron acuerdos comerciales en estas semanas con Estados Unidos igual quedaron con aranceles altos. Ese es el caso de la Unión Europea, por ejemplo, ¿podemos repasar en que consistió ese acuerdo?
MC: Si, ambas partes acordaron que Estados Unidos fije un arancel de 15% a la mayoría de las importaciones europeas, incluyendo los autos. Algunos productos puntuales como aviones o semiconductores que son de interés para Estados Unidos quedaron exentos de los aranceles.
A su vez, Europa, por su lado, bajó los aranceles a los autos estadounidenses y facilitó el acceso a algunos productos agrícolas. Además, se comprometió a realizar compras anuales de petróleo y otros combustibles por US$ 750 millones y a promover inversiones europeas en la economía estadounidense por hasta US$ 600 mil millones, aunque eso siempre es muy difícil de instrumentar y cuantificar.
En definitiva, es acuerdo que estableció un arancel para los productos europeos menor al 25% amenazado inicialmente por Trump, pero que igual deja un arancel casi diez veces mayor al que había hace un año.
RA: Parece un acuerdo poco balanceado, en el que las concesiones las hacen los europeos y “gana” Estados Unidos. Algo similar también ocurrió en los acuerdos de Japón y Reino Unido. ¿Cómo se explica esto?
MC: Ese es un debate interesante Romina, sobre cómo deberían responder los países con peso al mayor proteccionismo de Estados Unidos. Un país como el nuestro, que representa una fracción muy pequeña de las importaciones totales de Estados Unidos tiene un margen de acción muy limitado. Pero ese no es el caso de Europa, por ejemplo, que es uno de sus principales socios comerciales y un jugador central en varias cadenas industriales.
Las posiciones más duras proponían tomar medidas en espejo, con aumentos generalizados de los aranceles en la misma magnitud que lo hizo Estados Unidos. Sin embargo, discutimos otras veces en el programa sobre los costos que eso implica para los consumidores del país que aplica los aranceles y para la economía en general. Por eso, podría no tener mucho sentido autoinfligirse ese daño.
Otras posiciones más moderadas sugerían tomar medidas selectivas, tratar de detectar oportunidades de aranceles que maximicen el impacto en la economía de Estados Unidos y en la base electoral de Trump, pero minimicen los costos para el país que los fija. Por supuesto que eso tiene el riesgo de que Trump redoble la apuesta y escale el conflicto… pero lo que se busca es sentar las bases para negociar desde una posición de mayor fortaleza en el futuro.
RA: Pero no se terminó optando por ninguna de esas dos opciones… de ahí las criticas que se generaron en estos días sobre que no hubo ninguna resistencia.
MC: Es verdad eso, pero también hay que contemplar cual es la disposición a negociar de Estados Unidos y hasta qué punto Europa, o cualquiera país afectado por los aranceles, está dispuesto a asumir los costos de corto plazo de una guerra comercial que escale, se prolongue y genere más incertidumbre.
En el caso europeo, tampoco debemos olvidar que hay otras prioridades en agenda: fortalecer las capacidades de defensa, gestionar el conflicto en Ucrania y promover reformas que impulsen la inversión y el crecimiento en una economía poco pujante. No poder abordar todo esto a la vez puede reflejar ciertamente una posición de fragilidad en el escenario internacional, pero la disputa comercial iba a consumir mucho espacio de la agenda. Además, es un frente que, podría buscar mitigarse abriendo la economía europea hacia otros mercados, en Asia o avanzar en los acuerdos con India y el Mercosur.
Con todo esto Romina no quiero justificar que fueron buenos acuerdos, con el aumento de aranceles todos pierden, digo estos comentarios de contexto para poder decodificar que puede estar por detrás de la no respuesta de muchos países.
RA: Para ir terminando Mathías, ¿Qué debemos esperar para Uruguay en esta reconfiguración del contexto internacional?
MC: Como hablamos otras veces, la escalada proteccionista encarece insumos, interfiere en cadenas globales de valor y reduce la eficiencia. Reitero que con el aumento de aranceles todos pierden, y la suba que se está implementando en Estados Unidos es significativa. De hecho, la tasa de arancel efectivo que quede con todas estas medidas es de alrededor de 20%, la más alta en 70 años.
Por lo tanto, desde la perspectiva de Uruguay, que es una economía pequeña y abierta al mundo, esto plantea un escenario claramente desfavorable.
Y también tenemos que estar atentos a nuestra región… porque Uruguay enfrenta un arancel comparativamente bajo frente a otros países, pero Brasil en el otro extremo recibió un arancel muy alto, que puede tener impactos directos grandes sobre su nivel de actividad.
Es verdad que pueden aparecer algunas oportunidades sectoriales puntuales para nosotros, como en el caso de la carne, ya que Brasil es un proveedor relevante para Estados Unidos y este nivel de arancel lo deja prácticamente fuera de mercado.
Sobre el impacto regional de estos temas Romina y los matices sectoriales puede que valga la pena volver a profundizar en estos días en el programa.









