Foto: En Perspectiva
Peñarol jugó ayer la segunda llave de las semifinales de la Copa Libertadores ante Botafogo.
Pero en los días previos al partido, el debate no estuvo tan puesto en el encuentro en sí, sino en dónde se jugaría: una disputa entre los clubes, la AUF, el Ministerio del Interior y la Confederación Sudamericana de Fútbol.
El lunes, el ministro del Interior, Nicolás Martinelli, había informado que el partido en el estadio Campeón del Siglo se jugaría sin hinchada visitante por razones de seguridad.
Esto luego de que la semana pasada se dieran importantes hechos de violencia con los parciales carboneros que viajaron a Río de Janeiro para la primera semifinal, un episodio por el que 21 hinchas siguen detenidos en Brasil.
El aviso del gobierno uruguayo cayó mal primero en Botafogo, que responsabilizó al Ministerio del Interior y a Peñarol por su “incapacidad”. También fue rechazado por la Conmebol, que presionó para habilitar el ingreso de simpatizantes brasileños y amenazó con forzar que se jugara a puertas cerradas, o que se trasladara el partido a otro país.
A pesar de que el presidente de Peñarol, Ignacio Ruglio, insistió en su intención de jugar “en su estadio y con su gente”, finalmente por recomendación de la Policía y de la AUF se resolvió trasladar el partido al estadio Centenario. En conferencia de prensa, el director de Policía Nacional, José Manuel Azambuya, dijo que allí sí se podía dar garantías a todas las partes.
Ruglio y su vicepresidente, Eduardo Zaidensztat, hablaron luego en otra conferencia en la que pidieron disculpas a los socios e hinchas y sostuvieron que lo ocurrido era “un mal menor” para el club. Sin embargo, opositores en la interna carbonera criticaron el manejo de la situación y hasta hubo pedidos de renuncia contra la directiva.
El operativo policial desplegado ayer fue similar a los de los partidos clásicos, a pesar de que solo entraron a Uruguay unos 700 hinchas de Botafogo. La Policía intervino al menos en una pelea entre hinchadas cerca del Montevideo Shopping, y uno de los ómnibus de los parciales brasileños fue apedreado.
Todo este caso vuelve a poner el foco en la violencia que se vive en el fútbol no solo local sino latinoamericano, y los enredos que se dan también con la gestión gubernamental y los organismos rectores del fútbol.
Le damos una segunda mirada al tema con Sebastián Moreira, del equipo de Por Decir Algo.