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#B02 Cisma, caos y… ¡Campeón!

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Juegos Olímpicos de París 1924
Por Homero Fernández

Sábado 27.07.2024

En medio de las catástrofes y las divisiones aparece el camino de la victoria, el trampolín motivacional que lanzará a la celeste a conquistar la gloria olímpica.

Hay una frase hecha que todos damos por buena: “La unión nos hará fuertes”.

Se usa en todos los órdenes de la vida, empezando por la familia, traspasando a los sindicatos, colándose en las competencias deportivas y hasta en los partidos políticos.

Pues bien, nada de eso primaba en Uruguay al arranque de los locos años veinte.

El poderoso Partido Colorado estaba dividido entre quienes seguían al líder José Batlle y Ordoñez, y quienes creían que había ido demasiado lejos con sus reformas.

En el escenario del fútbol aparecían las primeras escaramuzas entreNNacional y Peñarol que llevarían a algo más profundo que la simple lucha deportiva.

¿Cómo iba a terminar eso? ¿Cómo se iban a trasvasar los intereses?

¿Qué tiene esto que ver con la gloria que esperaba sentada en Colombes?

Intentemos simplificar.

El cisma del fútbol argentino registrado en 1919 acabaría influyendo. Un grupo de clubes desafiliado por la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), había fundado una nueva organización y se jugaban dos torneos.

Las primeras alarmas en el lado de uruguayo saltaron en 1922 a las puertas del Sudamericano de Brasil. En apoyo a los clubes rebeldes argentinos, Peñarol le exige a la Asociación Uruguaya de Fútbol que no juegue contra la selección de la AFA. La AUF decide participar del torneo sin futbolistas aurinegros.

Como respuesta Peñarol y Central ponen más leña al fuego. Desafían a la AUF y disputan dos partidos ante clubes escindidos de la AFA. Inmediatamente, son expulsados.

En un calco de Argentina fundan la Federación Uruguaya de Football, con clubes barriales y de cuna peñarolense y una escisión de Wanderers.

El Club Lito también participa. Se separa en dos, diferenciándose por la forma de su escudo: el Lito Redondo, en la AUF, y el Lito Cuadrado, en la FUF.

Así de enredada estaba la cosa.

Volvamos a poner una pizca de política. El presidente de Peñarol, Julio María Sosa, encabezaría la nueva federación. Miembro del Poder Ejecutivo y director del diario El Día, su rol y poder serían importantes para lo que vendría.

En medio de toda esa telaraña de intrigas llega 1923 y a Uruguay le toca ser sede del sudamericano, por primera vez desde 1917.

En marzo un gran incendio quema las tribunas del Parque Central, el escenario elegido. En julio una tromba ataca con furia a Montevideo con importantes daños.

La reconstrucción del estadio se realiza a una velocidad extrema. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, serían los participantes que jugarían solo los domingos. Los celestes tendrían varias bajas importantes.

Sin embargo, con futbolistas de la talla de Ángel Romano y Héctor Scarone, como ejes, se conforma un plantel que presentaría por primera vez en escena con la celeste a incipientes cracks como Pedro Petrone, José Nasazzi y Pedro Cea.

Uruguay gana los tres partidos y el torneo por cuarta vez de siete disputados.

Dicen que el presidente de la AUF, Atilio Narancio, les había prometido que si salían campeones los llevaba a los Juegos Olímpicos de París. En qué aprieto se metió. Faltaban seis meses.

Pero la semilla futbolística de la gloria estaba plantada aunque todavía había
muuucho camino para llegar a Colombes.

Ya lo veremos.

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