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#B04 Los Tres Mosqueteros Celestes

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Juegos Olímpicos de París 1924
Por Homero Fernández

Lunes 29.07.2024

En el capítulo anterior repasamos las dificultades que tuvieron que vencer los dirigentes de la AUF para recaudar los fondos para viajar a Europa en pos de la participación olímpica. Entre tanto obstáculo hubo una ayuda que fue clave.

¿Qué vínculo tienen la primera conquista olímpica de Uruguay en los Juegos de París 1924 con la tragedia de los Andes sucedida en 1972?

Aunque pueda ser una historia conocida para muchos, puede que no deje de ser interesante para otros pocos, que, como yo, ignorábamos que existía.

Las crónicas que describen al Uruguay de comienzos del siglo XX, y en especial al paisaje montevideano, incluyen en las costumbres de los uruguayos el creciente gusto por la cerveza, que, por supuesto iba acompañado por el empuje publicitario que hacía la industria promoviendo su consumo (nada nuevo un siglo después).

El auge de las cerveceras locales tuvo el máximo ejemplo en la Sociedad Anónima Cervecería Oriental. Su presidente e impulsor fue el empresario Numa Pesquera, quien representaba a uno de los grupos económicos más importantes de la época, Pesquera y Cía.

A finales de 1923 la compañía compra un predio de 30 mil metros cuadrados e instala toda la infraestructura fabril. Agrega un amplio parque con jardines y pérgolas. Se llamaba Parque Múnich.

Las familias podían llegar hasta allí para consumir su propia comida o comprar pizza, fainá y pollos al spiedo.

Pesquera, además de su destacada actuación empresarial, también tuvo tiempo para ser presidente del Club Nacional de Fútbol entre 1923 y 1925.

Hasta una de sus oficinas llegó un día su amigo Atilio Narancio en su calidad de presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol y le explicó que estaba preocupado porque su esfuerzo para enviar al fútbol uruguayo a las Olimpiadas de París estaba empezando a parecer imposible.

Más allá de las disputas políticas con otros clubes, especialmente con Peñarol, existía un grave problema que se llamaba dinero. Narancio le contó a Pesquera que había tenido que vender una de sus propiedades pero que no era suficiente.

En ese momento, el empresario le miró y le dijo: “Tomá este cheque en blanco y llenalo con lo que falte”.

Regresando a la pregunta del principio: ¿Qué tienen en común la conquista del oro olímpico en 1924 con la tragedia de Los Andes?

Isabel se había casado con su novio Gastón y vivían en Carrasco en una casa grande que era siempre el lugar de reunión de sus cuatro hijos con amigos.

Uno de los mellizos eligió el fútbol para jugar y a Nacional para admirar desde la tribuna.

Por desgracia, aunque se resistió todo lo que pudo, a los 24 años decidió subirse al avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrellaría en la cordillera de Los Andes.

Fue uno de los sobrevivientes. Ayudó a las primeras expediciones, resistió 61 días y se negó a consumir carne humana. Fue el último en morir antes del rescate.

Había cumplido 25 años en Los Andes y pesaba 25 kilos. Admirado por sus compañeros fue el motor emocional que impulsó a Roberto Canessa y a Fernando Parrado a buscar una salida.

Se llamaba Numa Turcatti. Numa, como su abuelo materno Numa Pesquera.

El mismo que medio siglo atrás había ayudado a emprender otra odisea menos sacrificada, pero igualmente gloriosa.

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