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Juegos Olímpicos de París 1924
Por Homero Fernández

Viernes 09.08.2024

No es exagerado comentar la admiración del público futbolero francés producto de lo que había visto en los partidos de la celeste y también de los comentarios que se publicaban en los diarios parisinos.

“La final del fútbol. Uruguay contra Suiza en el Estadio de Colombes. Dos hermosos equipos van a luchar por el título mundial”, anunciaba un diario de París.

La mañana antes la delegación uruguaya había realizado un homenaje a la Tumba del Soldado Desconocido, instalada hacía cuatro años bajo el Arco del Triunfo. Una corona de rosas confeccionada por Madame Pain quedó colocada como testimonio.

Para la tarde del 9 de junio de 1924 el estadio estaba a reventar. Había muchas banderitas uruguayas y francesas. En el partido preliminar por la medalla de bronce Suecia derrotó a Holanda. Ahora era el momento para la final.

“Los esfuerzos de este pequeño país nuestro, chico por la superficie y la cantidad de habitantes, son sin duda más admirables aún ya que por la sola fuerza moral nos izamos al primer rango de las naciones del mundo entero y eso en nuestra primera aparición olímpica”.

No, no lo decía un diario uruguayo, sino uno suizo. Dos rivales orgullosos de su tamaño. Suiza llegaba a la final con una buena historia con triunfos contundentes.

Más de 40 mil personas en Colombes y dos millones siguiendo el paso del partido a través de las radios y en los altavoces de las plazas de Uruguay.

Comienza el partido y a los pocos minutos Uruguay tiene premio. A los 9, Romano pasa a Petrone que, ¡cuándo no!, mete el primero ante la algarabía del público que es notoriamente favorable a los celestes. El primer tiempo termina con algunas buenas intervenciones de Mazali y con Andrade desvanecido después de un encontronazo.

La ventaja es mínima, pero es clara.

Comienza el complemento, los suizos persiguen el descuento, pero en un descuido un nuevo gol uruguayo, esta vez por intermedio de Cea. Ya es una locura Colombes y ni que hablar de Montevideo.

Está cerca la victoria y el público se desentiende del partido y cuando Romano hace el tercero a falta de cinco del final, muchos invaden la cancha.

Ya está. El juez da el pitazo final y Uruguay se corona campeón del mundo al ganar la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de París 1924.

Trepado en un globo aeroestático, sobrevolando la cancha está la voz de Edmond Dehorter, “el relator desconocido”, el periodista francés pionero de la radio deportiva.

Transmite así el final del partido desde las alturas, tal vez con poca certeza y mucha imaginación.

“El Juez Marcel Slawick da por terminado el partido. El título de campeón olímpico es para este país desconocido llamado Uruguay. Desde aquí, se puede ver al jugador Andrade que va en nuestro lado derecho del campo y le pide a un niño la pelota en la línea. Luego se dirige al capitán Nasazzi para darle la pelota en su juego final. El capitán toma la pelota bajo el brazo mientras corre para celebrarlo con el resto del equipo. Por detrás, la “Maravilla Negra” le quita la gorra y se pierden entre las celebraciones de sus compañeros de equipo.

Amigos míos, este final entusiasma. Estoy aquí arriba emocionado de ver y transmitir este juego final con todos ustedes. Gracias.”

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