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#D4 La boina fantasma lo empezó todo

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Eliminatorias Mundialistas Uruguay-Perú
Por Homero Fernández

Martes 14.10.2024

La superioridad manifiesta de Uruguay en las primeras épocas fue desapareciendo a lo largo del tiempo y Ecuador se ha transformado en un rival importante a la hora de competir por un lugar en un Mundial.

Uruguay y Ecuador jugarán este martes su partido número 50 desde el primero disputado en 1939 en Lima, Perú. Los celestes han ganado 31 y los ecuatorianos 8; el más reciente 2-1 en septiembre del año pasado.

Los celestes tienen un récord para cuidar: no han perdido nunca como local jugando eliminatorias, Copa América o amistosos en contra de Ecuador.

Durante los 11 partidos de eliminatorias jugados en Montevideo, 8 victorias y tres empates, Uruguay le hizo 21 goles a los ecuatorianos y recibió 6. La última goleada celeste por una eliminatoria ante Ecuador en Montevideo fue el 4 a 0 en el 2000 para el Mundial de Corea-Japón.

Pero, en la altura de Quito, los ecuatorianos han humillado más de una vez a la celeste. En 1997, para las eliminatorias de Francia 98, goleó 4 a 0 a un equipo que incluía a Enzo Francescoli, Fabián O’Neil y Sebastián Abreu. Poco después, Uruguay se tomó la revancha en Montevideo 5 a 3, con doblete de Abreu.

En 2020, para Catar 22, los ecuatorianos ganaron 4 a 2. Uruguay pudo descontar recién al final con un doblete de Luis Suárez.

¡Qué lejanas habían quedado aquellas verdaderas palizas a la que era sometida la selección ecuatoriana por parte de los celestes!

En 1939 y 1941, en los torneos sudamericanos, Uruguay los superó dos veces por 6 a 0. Y en 1942, en Montevideo, 7 a 0.

En esas goleadas destacaba como artillero estrella Severino Varela, el gran delantero que usaba en su cabeza una boina blanca y que con media docena de tantos es el goleador histórico ante ese rival.

En 1942, Varela fue traspasado de Peñarol a Boca Juniors. Arribó a los xeneises en una época difícil, cuando River Plate arrasaba, con figuras como Labruna y Pedernera, a la vez que Boca se hundía.

Sin embargo, la incorporación del uruguayo cambió el panorama. Hizo 20 goles en su primera temporada y volvió a los boquenses a la gloria.

Le sacaron a River el campeonato argentino por un punto, gracias a Severino que terminó siendo popularmente “la boina fantasma”.

El histórico periodista deportivo uruguayo Diego Lucero describe magistralmente uno de esos goles contra River.

“Severino le marca aquel gol de palomita, merecedor de que en su recuerdo se levantara un obelisco, cuando faltando apenas segundos para terminar el partido que iba empatado en uno, Severino se tiró con todo al alcance de un centro rastronero que venía de la derecha y la boina fantasma, casi a ras del suelo, alcanzó a darle a la globa el toque que le hacía falta para que cantaran su zumbido los piolines”.

Y, luego en ese mismo texto publicado en 1970, Lucero describe su perfil humilde.

“Severino Varela llegaba los domingos de mañana a Buenos Aires en el vapor de la carrera, trayendo un paquetito con los tarros y la boina envueltos en papel de diario. Después de los partidos, armaba otra vez la linyerita y se iba pa’l puerto. Cuando la Boca ardía festejando sus hazañas y la ciudad entera y el país, a todo lo largo y lo ancho, desde la puna de Atacama allá arriba, hasta los hielos antárticos allá abajo celebraba las victorias de Boca y los golazos de Severino y su boina fantasma, Severino Varela, modesto, humilde, acompañado por dos o tres amigos fieles, feliz con la alegría del deber cumplido y su sonrisa de siempre, se tomaba “el barco de la carrera” y volvía a su Montevideo amado, a su hogar, a su laburo de la Usina.

Nunca quiso quedarse en Buenos Aires. Le ofrecieron instalarle negocios, comprarle casas.

La hinchada lo quería hasta el delirio. Pudo ser un hombre inmensamente rico.

Nada. El volvía el domingo de noche a Montevideo, a su barrio, la casa, la compañera, los amigos del laburo de la Usina. Pero aquí dejó un tesoro. Un tesoro de afectos que no hay computadora que lo mida, cuente y fije. Y hace que después de un cuarto de siglo, llega Severino Varela a la cancha de Boca y el tablón estalla, jubiloso, clamoroso, saludando al inolvidable muchacho de “la boina fantasma”.

Aquel era Severino Varela el gran héroe celeste, y de Boca, que empezó a escribir con goles la historia entre Uruguay y Ecuador.

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