Eliminatorias Mundialistas Uruguay-Colombia
Por Homero Fernández
Jueves 14.11.2024
El dinero del narcotráfico les permitió a los clubes colombianos atraer a jugadores extranjeros y eso, indirectamente, mejoró la calidad del fútbol local que empezó a destacarse internacionalmente y clasificar a tres mundiales seguidos.
El futbol colombiano tuvo dos épocas de auge nacidas fuera de la cancha.
La primera a fines de los años 40 cuando en Argentina hay una huelga de futbolistas y el rechazo del gobierno de Juan Domingo Perón provoca la emigración de muchísimos jugadores.
Mientras en Colombia, dos asociaciones se disputaban el mando del fútbol. La FIFA desconoce a la llamada Dimayor y le deja la puerta abierta para regirse por sus propias reglas. Entonces llegan a cero costos estrellas como Adolfo Pedernera, José Manuel Moreno y Alfredo Di Stéfano.
El Cúcuta Deportivo se llena de jugadores de Uruguay, entre ellos dos campeones del mundo: Schubert Gambetta y Eusebio Tejera. Les llaman “la selección uruguaya”.
Si la libertad de contratar sin pagarle al equipo de origen y el fuerte valor del peso colombiano permitían hacer equipos tan fuertes, entre los años 80 y 90 el dinero del narcotráfico creó una segunda época dorada.
Lo denunció en 1983 el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y le costó la vida.
"Los equipos de fútbol profesional en poder de personas vinculadas al narcotráfico son Atlético Nacional, Millonarios, Santa Fé, Deportivo Independiente Medellín, América y Deportivo Pereira".
Pablo Escobar estaba detrás de Atlético Nacional e Independiente de Medellín.
Gonzalo Rodríguez Gacha con Millonarios. En América de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, líder del cartel caleño. El primer narcotraficante extraditado a Estados Unidos fue Hernán Botero. ¡Era el presidente del Atlético Nacional!
El efectivo de las entradas y la compra en dólares de jugadores extranjeros, ayudaban a lavar dinero. Pero, también torcían resultados con sobornos y amenazas a los árbitros.
En 1988 se suspendió el torneo por el asesinato del árbitro Álvaro Ortega.
Según relata Jhon Jairo Velásquez, conocido como Popeye, sicario de Escobar.
"Ese día —cuenta— yo estaba al lado del patrón y América de Cali le ganó al Medellín con la mano del árbitro. Pablo quedó muy ofendido y le ordenó a Choco que buscara al árbitro para matarlo".
Pero el terror no se limitaba a Colombia. En su camino hacia la Libertadores de 1989, Nacional de Medellín le ganó 2-0 a Vasco da Gama. Una denuncia del árbitro uruguayo Juan Daniel Cardelino de que había sido amenazado de muerte y le habían ofrecido 20 mil dólares, obligó a repetir el partido en Santiago. Ganaron 1-0 y llegaron a semifinales ante Danubio de Uruguay.
El árbitro argentino Juan Bava contó años después, a la revista El Gráfico, que para esa semifinal estaban en su hotel y unos sicarios derribaron la puerta. Les ofrecieron dinero y amenazaron con matarlos si no ganaban los de Medellín.
Cuando se fueron Carlos Espósito, el árbitro central, dijo que no sabía qué hacer. “Yo sí —dijo Bava—. Si faltan cinco minutos y Nacional no emboca, entro a la cancha y la meto en el ángulo”. No hubo necesidad, golearon 6-0 a Danubio.
La final fue contra Olimpia de Paraguay, dirigido por Luis Cubilla, que ganó 2-0 en Asunción. En la revancha el equipo de René Higuita, dirigido por Francisco Maturana, remontó y fueron a penales. En la primera serie quedaron 4-4. En la muerte súbita los paraguayos erraron los cuatro que tiraron. Dice la leyenda urbana que los guaraníes decidieron salir vivos.
Las fotos de la época muestran a Pablo Escobar levantando la Copa Libertadores. A su alrededor los campeones, algunos de ellos sosteniendo un cartel que decía: “¡Gracias, Patrón!”
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