Eliminatorias Mundialistas Uruguay-Brasil
Por Homero Fernández
Sábado 16.11.2024
Uruguay ha alcanzado un honor que Brasil no tiene. Ha dado dos vueltas olímpicas en el territorio ajeno. Después del Maracanazo, aunque con menos trascendencia mundial, la celeste levantó otra copa de la mano de un juvenil.
Uruguay dio dos vueltas olímpicas en Brasil. Primero fue Maracaná, tal vez más brillante a nivel mundial. Tres décadas después, fue en Bahía.
Allí se jugó el segundo partido de la final de la copa América de 1983 entre Brasil y Uruguay.
Para llegar los celestes tuvieron partidos de ida y vuelta contra Venezuela y Chile. Fue contra los trasandinos que perdieron el invicto por 2 a 0. Luego,
Uruguay tuvo que viajar a Venezuela para completar la serie y con la obligación de ganar. Triunfó 2 a 1con un gol sobre la hora que valió la clasificación. La conquista la logró el joven delantero Carlos Aguilera.
Para llegar a la final de la copa había que pasar por la aduana de Perú.
Primero fue de visitante. Con una gran actuación del golero Rodolfo Rodríguez que atajó un penal y, nuevamente, de Carlos Aguilera que hizo otra vez el gol de la victoria.
En la revancha en Montevideo el marcador fue un empate a 1 con la clasificación de la celeste. Una nueva final en la Copa América para Uruguay que en ese entonces acumulaba 11 conquistas, una menos que Argentina.
Y, otra vez Uruguay contra Brasil.
En Montevideo se jugó el primer partido el 27 de octubre.
Los celestes ganaron 2 a 0 con goles de Enzo Francescoli y Víctor Diogo. Una semana después las históricas camisetas se volvían a ver. Brasil necesitaba ganar para forzar un tercer partido.
Aunque había un gran ambiente en la previa también sobrevolaba el temor de una segunda frustración frente a Uruguay. Los programas deportivos hacían mención del tema y eso supuso un extra especial para los jugadores brasileños.
Empezaron bien, con un gol de Jorginho a los 23 minutos que desató la alegría de los miles de aficionados presentes en el estadio.
Por más que insistió el equipo brasileño no pudo aumentar la diferencia, aunque el 1 a 0 era suficiente también para aspirar al desempate. Pero, como siempre, los celestes estaban dispuestos a dar la sorpresa al final. Si el gol de Ghiggia en Maracaná cayó faltando 11 minutos, el empate de Uruguay fue casi puntual y sucedió cuando quedaban 15.
Venancio Ramos avanzó por la derecha y escapó de su marcador. Alcanzó a levantar un centro al medio del área. Allí había dos defensores brasileños, Marcio de 1,80 metros y Mozer, de 1,87 metros, y dos atacantes uruguayos.
Uno de ellos, que medía un metro con 66 centímetros se hizo gigante sobre la muralla amarilla y de cabeza clavó la pelota en el arco defendido por Leao, quien no pudo retener el balón pese a su estirada.
La proeza pertenecía a Carlos Aguilera, el habilidoso atacante que jugó 64 partidos con la celeste y convirtió 22 goles. El mismo que había hecho dos goles decisivos para llegar a la final.
Años más tarde preguntado sobre lo que recordaba de aquel partido lo destaca.
“Cada vez que Uruguay juega en Bahía, más allá del nuevo Estadio es en el mismo lugar y el recuerdo, eterno. En realidad, de casi todo, porque después del gol de cabeza, por el golpe, no me acuerdo de nada más. En ese momento el gol más importante de mi carrera no lo pude celebrar”.
Pese a las dificultades de Aguilera para recordar, las estadísticas avalan su gran campeonato en el que no siempre fue titular, pero terminó de goleador con tres anotaciones. Meses antes, con la selección sub-20 había obtenido la misma distinción. Artillero del torneo con 7 goles… en 7 partidos.
Cuando terminó el partido en Bahía, los jugadores y cuerpo técnico uruguayo se lanzaron a la cancha. Otra vuelta olímpica en Brasil. Uruguay campeón.
No estuvieron los goles del “potrillo” Fernando Morena, fracturado en la primera fase ante Venezuela, pero sí la cabeza de Carlos Aguilera. Un héroe de apenas 19 años.
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