Eliminatorias Mundialistas Uruguay-Brasil
Por Homero Fernández
Domingo 17.11.2024
Roque Gastón Máspoli, el golero uruguayo que resguardó la meta celeste bajo la presión de Maracaná, es el futbolista que más veces defendió a Uruguay en los partidos ante la selección de Brasil.
Uno mira la foto del equipo campeón de Maracaná y allí está Roque Gastón Máspoli como futbolista.
Hace lo mismo con la del Peñarol campeón de América y del Mundo de 1966 y allí está Máspoli como entrenador. Observa la del Mundialito de 1981 y también está Máspoli al frente de la celeste
campeona.
El arquero tiene hasta ahora el privilegio de ser el jugador uruguayo con más presencias ante Brasil. Jugó 12 partidos, uno más que Obdulio Varela y Eusebio Tejera. Perdió 6 veces contra los norteños, empató 3 y ganó 3.
Una, la de Maracaná, ya sabemos que sobrepasa cualquier suma.
Sin duda, es uno de los más ganadores de la historia del fútbol uruguayo.
Aunque se inició con Nacional, donde jugó 6 partidos y fue tres veces campeón uruguayo. Luego pasó a Liverpool. Allí disputó 42 partidos. Fue su puente para Peñarol donde estuvo en el arco casi 400 partidos. Allí se coronó 6 veces como jugador y 5 como entrenador.
Una fotografía luego de la gran victoria en Maracaná lo muestra emocionado abrazando a Juan López, el director técnico celeste. Otra, consolando a un rival brasileño.
Después de la hazaña, paradójicamente, tuvo que ser suplente algunas veces en Peñarol. Sin descontar su calidad debajo de los palos, literalmente en aquellos tiempos, se le achacaba no saber salir del arco.
Los críticos señalaban con ironía que si Aníbal Paz, el golero de Nacional que dominaba muy bien el juego aéreo, hubiese sido el arquero aurinegro el gran goleador Atilio García no habría hecho tantos goles de cabeza a Peñarol.
Alguna vez alguien le preguntó cómo vivía esos momentos de suplente y contestó con un concepto que el día de hoy tiene vigencia: “Uno era profesional, y cumplía con su contrato. A mí siempre me molestó, que cuando sacan a un jugador, se enoje. Porque se excluya a un jugador, no se desmerece su condición.
Uno debe hacerse una autocrítica, analizarse y muchas veces reconocer que no jugó bien, y rendirse ante la evidencia.
Además, hay un compañero que también lucha por estar en el equipo, que tiene su derecho, y que el técnico entiende que tiene que jugar”. ¡Y era campeón del Mundo de Maracaná!
Así como Máspoli siempre estaba dispuesto a salir al rescate de Peñarol en varias oportunidades, igualmente le pasó con la celeste.
En las eliminatorias para Francia 98, ya al borde del colapso, no rehusó en tomar el timón de un equipo malherido.
Y ante la tensión, ponía el humor. “La que más contenta se puso fue mi mujer, Irene, porque así yo tenía en qué ocuparme y me tenía fuera de casa".
Su trabajo como director técnico lo llevó también a España, Paraguay, Ecuador y Perú. En todos los casos aplicaba una filosofía de cercanía con los jugadores.
Lo dejó claro cuando volvió a Peñarol en 1963, acompañado del preparador físico Alberto Langlade.
“Quiero destacar que ni yo ni el profesor Langlade, nos pondremos en posición de los cargos que nos han asignado, sino que seremos amigos de todos y cada uno de los players”.
El testimonio del rudo defensa aurinegro, el paraguayo Juan Vicente Lezcano lo ratifica. “¡Qué persona extraordinaria! Te hablaba como un padre, te hacía sentir el cariño. Mantenía la alegría en el vestuario”.
Sobre su gestión como golero, la histórica revista humorística uruguaya Peloduro le dedicó una contraportada con su retrato y un texto que decía: “Máspoli es ya un adjetivo ditirámbico para incorporarse al idioma del comentario deportivo. Podrá decirse en adelante y por este decreto académico
de PELODURO: "Fulano de Tal, el nuevo arquero de tal cuadro es “casi un Máspoli", o "Muy Máspoli la actuación de Zutano en el match de ayer", o "Mengano jugó máspolimente".
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