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Cucarachas Enojadas, No es una pena y gracias al Galgo es viernes

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FOTO: EL GALGO

Y tengo sueño. El despertador es una llamada a las 7 en punto. Le digo que por favor vuelva a llamar en 15 minutos. En unos días se cumple medio siglo de un pésimo momento en la historia de este país, y en algunos vecinos en la misma, con la D que nada tenía que ver con la D de Dylan. Los del depo records me envían un flyer, un volante no impreso por mail, con el que antes nombré de sombrero, hay un festejo con delay, cuidado con la escalera al bajar (o capaz la arreglaron) de unos cuantos intérpretes de los que no puede leer ninguno de los nombres, que piensan reinventar eso de cantar otra vez las canciones del hombre del premio Nobel de las canciones, porque por el libro de la tarántula, no te postulan. El segundo libro con el nombre de crónicas, leído eso por Sean Pean en un audiobook, estuvo bien. Los CDs me los encargo o los encargamos con Analía. Los días en el jazz and blues, en la calle Cavia, Faraway so Close, esos días. El piso alto donde por un tiempo bastante largo, fue que vivimos felices. Después ella volvió para su Buenos Aires querido, pero lo cierto es que sus padres desde el principio y ella desde que nació y por unos años en un lugar más lejano que canitas que del puerto.

Si el barco ese no puede navegar, que lo dejen en el puerto, en algún puerto donde nadie, o al menos yo, no haya tenido una novia. Apenas se puede tener un amigo en cada barrio, no cubro todo Montevideo, con un amigo por cuadra. No tengo un millón de amigos, pero si buscas encontrar uno cada tanto. Ni te digo si andas like a Rolling Stone, por no decir como un vagabundo.

No volvimos a las páginas del canto rodado, ese quedó en la casa de mi hermana fue ayer que dijo mi nombre sin gritar, desde la altura de una ventana del 116.

No hubo ocultamiento, el archivólogo se los pasa en USB. Derecho al acceso a la información pública.

Habla a man called con E con uno que intenta explicar lo que nadie sabe. Qué importa quién accedió, porque le dan tanta vuelta, tiene que ser como ir a una biblioteca y levantar un libro. Parece que hay una forma intermedia, y no existe tal cosa, ni siquiera a los pies. No puede haber medias para esto, no sé qué medidas son las que algunas veces andan bien o andan mal, lo está dejando hablar, yo creo, hasta que ya no puede más de pisarse el palito. Cosas difíciles de conocer, y sigue, y sigue, y ahora agrego la palabra protocolo.

La otra vez, le pregunté a la que ayer cumplía años, de cómo era uno de esos, si iba a querer pedir un Manhattan en el piso diez, del bar en un techo en alguna parte. Nadie responde nada en la radio. Hago un esfuerzo por no escuchar lo que hablan, pero lo más seguro es que voy a tener que apagar la radio, para que ya no me distraigan por más importante que sea el tema, de interés para la sociedad, y los oyentes de radiomundo y el océano también. Es muy raro que Randall, de dónde saliste con ese nombre, estoy viene mal trabajado desde hace mucho tiempo, pero no dijo nada de eso, más bien lo contrario, lo lamento chicos, voy a tener que por un rato.

Después del sí me permites Cotelo, el sí, yo no.

Bye, Randall, como dice Keith R. esta corriendo muy profundo. No hay conexión entre orgullo y pena. ¡Ahora el muro! Okey. Que hagan un acto con Rogelio Aguas que sigue vivo. Que levanten un muro con toda la información, para que todos los que pasen puedan leer, hacer el parlamento de eso, sin trancar con un rodaje, que va por Av. Libertador de saber, y no joder más. Un anónimo, no dice que sea alcohólico del terror, empiezan a colgar con palillos, lo que unos quieren mirar.

Y ahora que ellos ya no están, ¿hacia dónde vamos? Volvemos a the alarm, esta bien, hay una vueltita con eso, the alarm era un CD, un disco que estaba en el edificio que el sol le entraba de frente en el quinto piso, arriba de grandes tiendas Montevideo, mal vendido hermana, eso no te lo iba a gritar desde abajo a la ventana.

Gracias, Garoto por compartir el diario de Galgomundo como chocolate.

¡Viva la radio!


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