Galgomundo

Jueves con la jota de Mr. Jones (so symbolic galgo)

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Foto: Galgomundo

¿Sabes qué pasa? ¿Sabes qué pasa? Dos veces le pregunta. Esta ocupada un poco, pero vive ocupada.

Es alguien nuevo. Nuevo es ella. Nueva en un trabajo de las mesas de sur, norte, islas y el resto de las cosas que pasan en las nubes. Las nubes pueden ser las mesas de afuera. Las que no encajan mucho con nada cuando es invierno. Nunca cae nieve en el piso 10 del bar de un techo en un hotel en alguna parte de los Pocitos.

Sigue, como criminales haciendo los ruidos en el medio de la isla. Parece el lugar preferido para hacer las tareas de la fascinación del fajina, todo haciendo más ruido del necesario. Cuando dejan caer los cubiertos, cuando apoyan platos uno arriba del otro.

El que es el buena vista, alto mozo se vino para el sureste. Averiguó lo que iban a pedir en el momento que suena esa canción que se hizo famosa en la película de los vaqueros de medianoche, que a mi madre siempre le gustaba repetir que era unas de sus favoritas.

Después, está el ultimo ciclista que vive en Nigran, puede que haga llegar esos 22 vinilos para que haga la distribución, y capaz alguno de esos se venda. Algo de la promoción que precise.

Ya llegó a todas las tiendas amigas que venden discos. El disco del que era una parte de Dela Vu hace como 20 años, en el caso de que conocer el tiempo fuera algo que importara. El disco esta fresco, viene de alguna parte donde las tapas son buenas y el gazpacho o uno tortilla en donde panes con un albariño pegan.

Por favor, no la ames locamente. Imposible que no lo haga. No quiero ser todas las cosas que el rey lagarto le canta a la que 1000 veces le cerró la puerta, no intentes amarla en ese momento, porque tu amor no va a ir a ninguna parte cuando la puerta quede cerrada.

Tire y empuje. Las dos palabras que abren y cierran una cantidad de puertas. Hay algo que en Galgomundo nos gusta decir, puede ser que Jim una vez se lo haya dicho cerca del oído, pero no como si fuera un secreto, puede ser que todo sea en una parte de Venice Beach, tantos pero tantos psicológicos años para atrás. Redondos los años en los que eran muchos los que no querían para nada ser lo que los cuervos cantaban en Mr. Jones.

No le dijo nunca a Ray, mas nada que el día que las puertas de la percepción se abran, todo va a estar bien. Como si ella me estuviera mirando a mí, o mirando a vos. No todos quieren pintar su foto en bellos colores.

Todo, como siempre, es simbólicamente paralelo a las canciones que suenan, y yo escribo en un rincón donde hay una lámpara de pie menos solitaria que yo, porque cada rincón del lugar tiene una. En el suroeste es que estoy. La mesa alta nunca varía de altura. Los bancos altos en los que me siento pueden ir de mas a menos confortables. El disco de la música para volar era de la soda stereo.

No está en un rincón pero es peor que la vez que le dijeron a Roxanne que, por favor apague la luz que era color del semáforo de color pare.

Están en un barullo tremendo en la cocina, que está en el camino a los baños. La cocina está en el back y no hay nada que se parezca a la magia en eso. No hay nada de la canción de Queen que suena, y todas las veces deja la batería sonando como si fuera una máquina que siempre llega, pero todas las veces suena en tiempo y forma. Como si estuviera ese metrónomo que le pusieron al baterista de Nirvana alguna vez, cuando grabó su batería y en un sólo intento y a las risas, eso quedó listo. Están los que no conocen definitivamente nada de esto, hasta que lo cantan otra vez, más otra vez, como si fuera una pista bailable de los que tenían el disco, ese donde el nombre del disco era una pregunta parecida a si te gustó mi sueter.

La acusan a ella, de que no va venir la noche después de la vez que te mataste. Estuvo en un sótano pasando música, siendo una Dj Woman, lady, hot chip, y cosas de la armada del groove que te hacen perder la cabeza mucho mas que una canción de hola y adiós de Joaquín Sabina.

Estaría peor para el sol, mejor para la luna, si fuera esa noche donde las agujas del reloj corrían y no era nada de las agujas de voy a intentar eso por el reinado y porque puedo.

No tuve la vida esa.

La propuesta para la hora exacta. Es una de Galgomundo; un programa en Radiomundo 1170 AM que va todos los días de la semana.

En los días hábiles de 13:13 a 14 horas. Queremos que a las 13:13 vaya un anuncio que diga la hora exacta es cuando el galgo empieza a ladrar. Al final de cada bloque los que cantaron a la hora exacta. Eso es una lista con todas las que giraron mejor gracias a Larrique Rulemanes.

El galgo comercial quiere hacer llegar la propuesta de la hora exacta algún día, mucho antes de este buen año llegue a su fin.

Es una larga lista de las propuestas que no llegaron. Algunas que deberíamos de volver a insistir dado que una vez estuvieron y mal no la pasaron. A modo de ejemplo, está el asunto con Build Your Dreams, que duró por un tiempo, pero no todo el tiempo que hubiéramos querido y deseado. En stand by no vamos a quedarnos. No tengo claro cuándo es que aparece el galgo en plural. Como deberíamos de cortar con eso, y hacer llegar la propuesta otra vez a construye tus sueños, que no es Juan en este caso, pero a quien se ocupa de eso con mucho gusto.

Pedirle a los de Bosch que vengan a tomar las medidas y que dejen la mejor ducha en la casa de los osos y del galgo. Puede ser que ella sea una con el nombre de la canción con su nombre, es todo relativo y altamente probable, como si esa de Portishead que habla de caminos es una de las buenas que Dummy en su primer larga duración venían.

Esto nunca se publica mas que en el diario de Galgomundo, algunas veces sueño con una vida de escritor que no tengo. Pude haber sido una carrera maravillosa. Pude haber sido tan feliz como esa que dice Burning flies. Me doy cuenta como 20 años después, que puede ser el equivalente a feliz con eso de las moscas, cuando solo intentás hacer algo como innecesario con ellas y que nadie te pidió que hicieras.

Volví al palacio de la luna, pero no lo abrí. Lo llevé a almorzar conmigo. Lo puse arriba de la mesa y no hice más nada que dejarlo tranquilo. Cuándo voy a encontrar tiempo para eso. Tampoco parece ser que cocine tanto como las veces que estaba en el parador de la carretera. Los desayunos de princesa, pero por suerte no hay ninguna de esas. Era un chiste eso. De que cada vez que llegaba ella y precisaba nada mas que el odio, de no te puedo amar, pero te preparo un desayuno de los sueños de las perdices al apio que nunca comimos.

En los cardos, había que obligatoriamente frenar. Era imposible no frenar. La que iba al volante era mi mamá. Me tuvo a mi último, y a los otros dos que venían en el asiento de atrás antes.

Porque hay saludos que hacen mucho ruido, cuando llega ese que tiene todo menos caer bien conmigo. Puede ser que el resto, los que lo saludan en la isla, lo quieran y le crean o les guste pensar que es un buen compañero cuando no es cierto que lo sea. Se saltea las ocho horas en las que tiene que trabajar, las pasa por arriba y deja todo para quien vaya a venir después. Tiene a su cargo y lejos de su mira, que todas las áreas comunes del hotel en alguna parte de los Pocitos sean limpias, se debería de ocupar bien de la limpieza en todas partes, pero no lo hace, encuentra maneras muy buenas de esconder lo que no es.

¡Viva la radio!

Saludos cordiales,

El galgo.

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