Galgomundo

La galgohistoria de los Traveling Wilburys

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Foto: Galgomundo

En las vísperas de las internas, cumple un número par, no redondo de años, cuatro antes de cuarenta años el disco de los Traveling Wilburys, el que fue volumen uno, y no el que vino un par de años después que fue el volumen tres. nadie pensó que dejar saltar del volumen primero al tercero, iba a evitar que otro Wilbury se fuera con Roy Oh pretty woman not alone anymore Orbison. No entraron en pánico pero fue todo un hit el primer sencillo, y para el segundo el Wilbury más veterano de los cinco, había dejado nada más que un retrato en el videoclip del tren, que no era para nada el último para Londres, por más que Jeff anduviera por ahí, no fueron una banda de covers de versiones de ellos mismos todos juntos.

Pudo haber sido eso, pero no hubiera habido congratulations al dar vuelta el disco, que en el primer surco tenía la canción que trajo las otras nueve. El principio de esto que viene a continuación era distinto, no tengo que avisar eso, pero decía algo como que había una vez uno que no encontraba sus lentes modelo Buddy Holly, y tuvo que salir con unos oscuros que tuvieran aumento. No era para nada ciego, no era que estuviera llorando detrás de esos cristales negros, no era rebelde sin causa, o tenia ganas de ser el hombre en negro, y no por nada malo, que tuviera el amante de June, o que se hubiera escapado de la prisión de Folsom.

Roy de las noches en blanco y negro era de los jóvenes, de antes de la canción producida por David Bowie, nada de que mi madre esta con los Beatles o los Stones, o que si alguien se había divertido algo, tomado mucho o poco vino. Los acentos Petty sureños los trae Tom, antes de haber dejado a los Heartbreakers en pausa (o stand by hasta después del gran cielo abierto). Estaba la fiebre de la luna llena por caer. La chica que decía que estaba loca por Elvis, estaba con un pie en los charts del año próximo, o algo parecido a eso, si cada cosa exacta de lo qué pasaba en cada uno de sus discos en ese momento, o vidas fuera tan importante.

La nube nueve era una clave, no porque tuviera la forma de una de esas nubes del trovador del que tiene la doble jota de Cale, una cantidad de after midnight antes. No es un truco, es la tapa del disco del guitarrista de Tulsa, que nunca quiso hacer un playback (dejar escapar la fortuna tal vez), la portada con las guitarras en forma de nube trae dos surcos que slowhand Clapton le robó y rápido convirtió en hit. No quiero, no lo hago por gusto, esto de traer tantos nombres, donde ya eran unos cuantos.

El que había convertido el último tren a Londres en éxito perdurable, que no solo vive en la noche de la nostalgia, se presenta algunas veces ELO en vivo en el estadio de Wembley donde el público presente la conocen bien, la saben cantar, esa que dice fue una de esas noches, aunque sea de día, y el hombre líder de la banda, es productor de todo el asunto junto con el silencioso provocador de sueños, no de terror, no de las pesadillas de los asaltos en la madrugada. Todos tienen un poco de amor para dar, incluido el gruñón de somos el mundo.

¿Nombré a Lucky? Todos cambiaron sus nombres reales, se pusieron unos para poder meterse en el nuevo sabor del éxito. Tomaron nuevos nombres, y brindaron por ellos, la noche que supieron en lo que se iban a embarcar por un tiempo limitado a crear. El que hablo de los poderes de la luna, tenía un disco nuevo, long play, sencillo, single que precisaba cara B.

Las cosas son de ese modo en 1988, y desde mucho tiempo antes de ese modo, siete pulgadas giran a 45 RPM en todas las radios, trepo charts si me dejan, si hay algo más después de haber sido uno de los cuatro de Liverpool vivo en la tierra; que necesita algo distinto a una pequeña ayuda de sus amigos, o un poco, pero no tanto más que una canción para poner en la cara B, de un disco que podía tener nueve nubes y un solo hit al que ponerle la cabeza. Algo de tengo mi mente puesta en vos, y va a llevar plata una cantidad de plata, pero nunca tanta como para poder comprar el amor de lo que eran las canciones cuando recién habían salido de la caverna, que vuelva la diversión después de haber cruzado esa cebra, después de subir al techo, antes dejarlo ser y después decir en un disco triple de vean todas las canciones que tengo, y como el guitarrista invitado se lleva a mi futura ex y como ese dulce señor en el cielo una acusación de plagio.

El 25 de octubre del siglo pasado, en el 1900 del infinito dos veces, eso quiere decir que hay dos ochos y un baterista que era famoso por estar invitado en todas las buenas bandas que no tuvieran uno de esos fijos, vivo o muerto. Moon en el cielo, otro del Zeppelin dirigido estrellado y muerto. Para cuando se pueda precisar uno vivo, nada como Jim Keltner, el mejor que estuviera disponible y fuera bueno para las sesiones, de lo que estaba apunto de suceder. Tan creativo como para encontrar un sonido pegando con sus palos en la heladera de la casa donde estos otros que antes dije, en orden, o fuera de uno cronológico, que no sea alfabético en sus nombres, o apellidos al menos el de uno falso. Mucho del cuidado que había que tener, le pongo a todo esto, para que nada de lo que estuviera pasando en la cocina, se pase de horno, que no sean demasiados cocineros en la cocina de un amigo, que nada se fuera a pasar, romper en la casa prestada, donde solo se preciso un techo y un estudio para todas las voces, se sintieran más que bien cuando estuvieran todas juntas, o separadas las armonías.

Dice el silencioso que los juntó, que puede haber habido una luna trepando, no de las malas, ninguna de una canción de los hermanos Fogerty, que ninguno pudo haber estado, ni siquiera para el segundo revival de los traveling wilburys. La luna puede haber estado, es bueno creer en esas cosas que pueden haber quedado de como 20 años atrás, cuando este se fue a la India, para ver que Ravi Shankar pasaba con la parte espiritual de aquel que no era un poeta beat que tocar el sitar, de los que el premio Nobel hubiera ido a buscar en la ruta 61 revisitada. Nada del primer disco ese de los Traveling Wilburys estuvo por Nashville, capaz más cerca de la línea del cielo de los ángeles, con vuelo directo a la casa de Georgie boy donde todas las cosas debían de pasar, y ninguna era una pena, iban a si o si pasar en un estudio donde se agrego un tipo de magia, que el Sr. Lynne bien conoce como la palma de su elecric light orchestra mano.

El buen amigo de todos ellos, el que ya había estado metido en esa orquesta que no sabía decepcionar, el que era buen productor siempre, que podía no dormir, hasta despertarse en el medio de la noche para dejar pronta esa canción, que dice ahora caigo que no estas sola (no más) en la voz más antigua e increíble del grupo, quedará y sonará perfectamente bien, como quería el que no sabía que tan pronto iba a dejar el grupo, por un lugar donde no iba a estar solo, porque antes había estado con ellos. Quien iba a imaginar que el éxito estaba golpeando en las puertas del paraíso de O. No era fácil adivinar que tanto talento, podía tener tanta suerte en todo, como saber que al final de la línea iba a estar todo mejor que alright, mucho mejor que cualquier otra que no sea estar en Mobile incrustado con los Memphis blues otra vez, cómo fue tanto tiempo en el pasado una rubia sobre rubia en un estudio de felicidad cuando estas queriendo hacer todo bien.

Es claramente un super grupo cuando todos habían hecho mucho más que aprender a volar, sonar en todas las estaciones de radio, con penas de no hits en algunos momentos, con silencios de giras, con intentos fallidos solistas, con cambios de religión, grupos anónimos de no tengo problemas con la fama, mucho menos con el alcohol o otras sustancias de los camarines que me dejan sin voz en el escenario, y otros duros tropiezos con la cima, y la bajada más rápida que de Marte sin frenos hasta llegar al fondo del mar, y luego flotar en un submarino amarillo, hasta tocar la orilla otra vez, porque nadie muere ahí, antes dejamos un disco increíble, sin que estuviera para nada y nadie en Brian Epstien planes calculado.

El disco nube nueve de Harrison que estaba siendo producido por el querido Jeff, precisaba una cara B. Eso pasa con los sencillos, cuando aún se imprimían de esa manera, en el lado A el hit, y en la cara B, ¿Quién sabe? ¿Qué puede ser? una buena sorpresa. Fijate que no muy lejos de por aquí, mi querido George, andan estos tipos, dos que creo andaban de gira juntos Petty y Dylan, y en alguna otra parte, al vuelta de la esquina, el de las noches de blanco y negro se ilumina. Más grande que el misterio de la chica del póstumo que iba venir, estaba tenemos Roy.

Todos estos más el baterista, que no era Ringo, o porque iba a ser Charlie Watts en todo este asunto que no era all that Jazz, pero en algo se parecía. La capacidad de poder improvisar canciones, una detrás de otra después de haber hecho la cara B del silencioso, y escuchar al dueño del sello del que iba a editar nube nueve, decir, que tal si me traes no más nubes, pero tal vez nueve pistas más de estas con estos tipos, de lo que todos se sabían los nombres, pero capaz se lo querían cambiar. Cada uno podía ser un Wilbury distinto de nombre, como si me acuerdo que Bob era Lucky, había uno que era Lefty, y el resto otros nombres de corazones partidos ficticios, para que toda la historia de cuando cada uno tenga que apoyarse en el otro suene mejor, funcione. Ya saben lo que dice la canción, cada uno necesita otro donde apoyarse.

Eso hicieron en muy corto tiempo: una canción por día y una salida cada dos noche y verá que puede. Tiene todo esto unas felicitaciones puestas cuando das vuelta el lado, y me rompes el corazón. El last nite no cuenta de cómo formaban un círculo de guitarras en la cocina del tipo de los dulces sueños son hechos por ustedes. Era la casa de ese tipo, que hizo esa canción con Lennox. Annie digo, John no pudo haber estado, pero porque iba a estarlo, si esto sucede después de la doble fantasía. Solo quise decir que en la cocina de la casa de ese tipo Stewart de los ochenta, con esa banda con la E que no es Erasure, pero que me cuesta pronunciar, les prestó el lugar para que pudieran grabar todas sus voces y guitarras.

Lo que se llevaron de la cocina al estudio, del porche a la cocina y al estudio otra vez, fueron canciones que inventaron a la velocidad de la luz o de las páginas de revistas con modelos de autos, que prestaban sus partes, para canciones que vieron la luz enseguida, porque había luz por todas partes.

Que todas tenían sus propias sombras no importaba. Los Traveling Wilburys pudieron ver la luz en esos días, recibieron unas guitarras hermosas por correo de regalo para una sesión de fotos y ninguna gira. Llegaron a la casa de Dave en sus propios autos deportivos, o Van de trabajo para tantas mudanzas y caravanas para divorcios en la carretera. Olivia la querida amada del hijo de Harry, digo que a la señora Harrison le gustaba filmar, y eso fue lo que hizo además de verlos tocar ukeles (cito a Tom, hasta que los pequeños caen como moscas).

Se los ve tan felices esa mañana en la que vuela un pájaro que es el primero de los Beatles, que es igual al último por lo libre.

Las grabaciones de esa casa prestada, las latas, volaron hasta un castillo que había visto salir una vez un disco triple, que en una parte tenía una que era de Lucky, que decía si no fuera por vos, George, este disco nunca hubiera existido. Gracias de parte de cada uno de ellos, incluido uno que era creo el monkey man y no sé que Twitter que no era el hilo, era algo que había que tratar con cuidado. Como cuando uno escribe y otro lee.

Sinceramente,

The galgo.

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