
PR —Sigamos con dos o tres temas macroeconómicos: uno es la competitividad y el valor del dólar. Cuando uno mira el tipo de cambio real de Uruguay luce claramente bajo en cualquier comparación histórica el poder adquisitivo del dólar en Uruguay es bajo frente a lo que ocurre en Estados Unidos, Argentina, Brasil, Europa, Australia, Nueva Zelanda, que con países con los que competimos en los mercados de materias primas. El desempeño general de los sectores más expuestos a la competencia internacional está también revelando que tenemos problemas de competitividad. La producción agropecuaria ha permanecido estancada en los últimos siete años, el núcleo de la producción industrial -la industria manufacturera excluyendo la refinería de petróleo, las plantas de celulosa- ha caído significativamente y el nivel de actividad es similar al de 2010, y el empleo en el sector manufacturero está en los niveles de 2003, aproximadamente. Entonces, ¿cómo se piensa recomponer la competitividad?, ¿cómo se piensa, si es que se piensa, buscar un valor del dólar más alto sin que traiga aparejado niveles de inflación complicados?
CD —Acá es importante tener un buen diagnóstico del tema para entender cuáles son nuestras propuestas. Uruguay desde el 2004 cambió para bien, si uno tiene una mirada de largo plazo: creció y hubo un aumento de productividad que se vio reflejado en un crecimiento de los salarios, afortunadamente, a través de una política que tuvo el FA en los Consejos de Salarios para que repartiesen los frutos de ese crecimiento de manera más igualitaria.
Este capaz que es un punto más técnico, pero comparar los niveles de salario en dólares o los precios relativos con los de los 80 o 90 creo que no es correcto. Los fundamentos del tipo de cambio real, que son los precios relativos, que son importantes a la hora de entender la rentabilidad y la competitividad del sector transable de la economía, son otros y son, en realidad, aquellos que nos hacen ser tal vez más caros en dólares hoy en día. Creo que ahí están gran parte de los desafíos.
El tema no viene por un tema cambiario o salarial, ni tampoco viene prioritariamente por un tema de déficit fiscal. La oposición insiste en que el déficit fiscal es la madre del borrego o la causa de todos los males que vemos en Uruguay, según la economista [del PN, Azucena Arbeleche] simplemente bajando el déficit fiscal de un saque 1,5 puntos porcentuales de repente el sector transable va a florecer, vamos a crecer y todo va a estar bien sin bajar el salario real, eso es lo que ha dicho con respecto a los Consejos de Salarios. Esas cuentas no cierran, el impacto del gasto del déficit sobre el tipo de cambio real existe pero es relativamente chico, lo más importante acá son las políticas de transformación que tienen que actuar sobre los costos internos.
Si tuvimos ese período largo de crecimiento en gran parte fue no solamente por el viento a favor que hubo externamente sino también porque existieron transformaciones como la implementación de la ley de inversiones o la propia reforma tributaria, que claramente fue importante desde el punto de vista distributivo pero también lo fue para el clima de negocios y de inversiones. Las reformas en general no dan un crecimiento más alto para siempre, permiten dar un salto pero a medida que maduran el efecto va disminuyendo y hay que hacer nuevas para aumentar la productividad. Ahí creo que estamos enfocándonos en algunos costos internos que tienen que ver, y ahora podemos hablar más de eso, con las empresas públicas, pero también con el bajo grado de competencia y los altos precios del sector no transable, que hacen muchas veces cara la producción para el sector transable.
La propia Unión de Exportadores está trabajando mucho sobre los costos logísticos, los de las terminales en los puertos, etcétera, que hacen también a la competitividad y son factores mucho más importantes en el largo plazo que el gasto público, por ejemplo. Creemos que, sí, hoy en día hay problemas de rentabilidad en varios sectores transables de la economía, sin lugar a dudas, lo que observamos en términos de la dinámica de inversión y empleo en esos sectores, pero las soluciones tienen que venir por mayor productividad en algunos sectores -que los podemos acercar y eso tiene que ver con las políticas de transformación productiva- y por actuar sobre los costos -sobre todo lo que hace a los costos logísticos de transporte y a algunos de los costos que tienen que ver con las empresas públicas-.
EC —¿No un dólar más alto?
CD —El dólar más alto creo que es un camino de patitas muy cortitas. Por un lado, creo que Pablo lo mencionaba, en Uruguay tenemos que tener claro que tenemos un sistema de tipo de cambio flexible y eso es bueno. Si todos pensáramos que el dólar tiene que estar en otro lugar, los inversores grandes, institucionales, lo llevarían ahí y se daría una depreciación. El dólar no está artificialmente mantenido en niveles bajos. Si hubiese una devaluación como en Argentina, por ejemplo, que no hemos visto una gran recuperación de las exportaciones a pesar de la fuerte devaluación del peso, porque esto viene de menor salario, inflación, problemas crediticios graves… Quien quiera tener un tipo de cambio como el de Argentina tiene que aceptar también los fundamentos de ese tipo de cambio: una tasa de interés altísima, no poder financiar las exportaciones… Ese es un camino al que Uruguay no puede volver, porque las variables que fundamentan el tipo de cambio -que tienen que ver con la productividad, el salario, los propios términos de intercambio, etcétera- están en un nivel superior. Eso no significa que no tengamos desafíos estructurales que hacen que hoy en día para varios sectores es caro producir en Uruguay, pero no es caro por el tipo de cambio, sino por los costos internos, hay que actuar sobre ese frente y la productividad, más que sobre el tipo de cambio.
PR —Otra pregunta asociada a la política monetaria. Más temprano Christian remarcaba que Uruguay tuvo una inflación de 7,4 % promedio anual en estos años, que eso es notoriamente mucho más bajo que lo que vimos en la segunda mitad del siglo XX. De todas maneras, en el siglo XX una inflación de más de 7 % es bastante alta, son pocos los países que tienen inflaciones de ese nivel, y en Uruguay tenemos un rango objetivo de inflación y, en los hechos, ha sido más la excepción que la norma que la inflación estuviera en ese rango. ¿Se piensa implementar cambios en la conducción de la política monetaria? ¿Hay que cambiar el rango objetivo, hay que darle más independencia al Banco Central?, ¿por qué fue tan difícil que la inflación estuviera más en el rango?
CD —En Uruguay la política monetaria por sí sola no dispone de canales de transmisión muy potentes. Lo que haga el Banco Central con los agregados monetarios o la tasa de interés, sea cual sea el instrumento, tiene poco efecto por sí solo sobre la inflación al final. Esto tiene que ver con que la uruguaya sigue siendo una economía bastante dolarizada con mercados financieros poco profundos, entonces esa acción por sí sola muchas veces no tiene efecto o no es fácil que lo tenga sobre la inflación.
Por eso nosotros creemos que obviamente es muy importante seguir actuando sobre esos factores más estructurales, que tienen que ver con desdolarizar más la economía uruguaya, profundizar los mercados financieros, tal vez hay algo para trabajar en fortalecer un poco la comunicación y el canal de expectativas del Banco Central, eso sin lugar a dudas tiene que ver con lograr que la inflación vuelva al rango meta, porque eso hace a su credibilidad. Pero más importante es la coordinación con las otras políticas macroeconómicas, que tiene que ver con la política de ingresos y con la fiscal: fortalecer la consistencia entre las tres hace a que podamos ver, tal vez, niveles de inflación dentro del rango meta y más bajos.
En ese sentido, nosotros creemos que son un avance los lineamientos que se cambiaron en la sexta ronda de negociación salarial y se profundizaron en la séptima, hay que seguir insistiendo en eso. Se trata de lineamientos que pasaron a ser nominales y no indexados a algún tipo de inflación pasada y que son decrecientes en el tiempo, lo que también ayuda a que las expectativas… Lo veo más como un tema de expectativas que de costos, creo que tenemos una inercia inflacionaria muy alta, no creo que los salarios estén presionando tanto sobre los costos que al final aumentan los precios.
Entonces, lo que hay que lograr es que quienes fijan salarios y precios incluyan en sus expectativas esa senda decreciente de los precios y los salarios. Creo que ese es un avance importante que hay que seguir profundizando, y también en otros temas de la negociación colectiva, como contemplar diferencias entre sectores, extender más en el tiempo los correctivos y cláusulas de salvaguarda, y otros aspectos vinculados a la productividad, que eso también ayudaría a anclar mejor las expectativas de inflación, hacer de esto un instrumento más flexible que permita que la inflación vuelva al rango meta.
PR —Una última pregunta tiene que ver con el desempeño del mercado de trabajo. En los últimos cuatro años se ha observado una tendencia declinante del empleo, la medición de los puestos de trabajo perdidos es un tema de acalorado debate en la campaña, probablemente porque los datos mensuales de empleo son bastante volátiles y por lo tanto según qué período uno tome, obtiene números más o menos diferentes. Pero 40.000, 50.000 puestos de trabajo es una estimación razonable de pérdida. El desempleo abierto actualmente está en 9 % de la población activa. En Deloitte estimamos un indicador que llamamos de insuficiencia de empleo que le suma al desempleo abierto los subempleados que reporta el INE, que estima también un número de personas que probablemente están desalentadas, no están buscando trabajo. Eso nos da que hay más o menos 340.000 uruguayos con problemas de insuficiencia de empleo.
Cada seis meses en Deloitte hacemos una encuesta de expectativas empresariales y desde hace ya unos años encontramos de modo sistemático que las empresas son reticentes a contratar. Son más las empresas que dicen que piensan reducir su plantilla laboral que las que piensan aumentarla, y en general hay dos grandes explicaciones para esa decisión. Les preguntamos a las empresas por qué la reticencia y señalan en primer lugar la falta de crecimiento económico suficiente y en segundo lugar señalan que hay un desajuste entre salarios y productividad.
Entonces, ¿cómo se piensa revertir el funcionamiento del mercado de trabajo? ¿Hace falta introducir más modificaciones en la forma de funcionamiento de los consejos de salarios? Llama la atención por ejemplo en los consejos de salarios la poca cantidad de sectores que se autoclasifican como sectores sin problemas. En la industria manufacturera el empleo está en los niveles del 2003 y parecería que la pérdida de empleos no es un elemento que lleve a los actores a calificar al sector como en problemas. Con lo cual parecería que los consejos de salarios no están proponiéndose cumplir un rol de preservación del empleo.
DM —Primero, sin duda estamos en una etapa de la humanidad muy particular, que a veces se hace difícil, porque yo te escuchaba y todas las referencias son a un mundo hasta el 2003. En una época donde cada dos años se duplica el conocimiento de la humanidad y se calcula que dos de cada tres de los niños que hoy nacen van a trabajar en oficios, en tareas que hoy no existen, a veces uno se pregunta: ¿estamos razonando bien? Estamos tratando de comparar con un mundo que no va a ser nunca más.
Yo lo miro diferente. Porque incluso alguna gente dice “pah, qué problema el cambio tecnológico, cómo va a desplazar trabajo”. Y nuestra respuesta es: en realidad no, porque el trabajo se va a hacer de una forma diferente. Esos números son impactantes, pero que dos de cada tres de los niños que hoy nacen van a trabajar en oficios, en tareas que hoy no existen. A mí en vez de asustarme me genera el desafío de entender que el mundo cambia y que si comparo con cosas que ya no tienen sentido, que no existen más, soy un tonto, como diría el Pepe, un nabo. Hay que entender. Pero esa misma gente calcula que los próximos 10, 15 años se van a generar algunos dicen 60, otros 80, hasta 120, pero no importa, algunas decenas de millones más de puestos de trabajo en el mundo. Los saltos tecnológicos en calidad siempre han implicado no disminución de puestos de trabajo, sino aumento de puestos de trabajo. El tema es cómo te parás como país, si te ponés a llorar desesperado y comparás con el pasado y decís “ay, qué horrible” y te respaldás en sectores que de repente no pueden entender ese cambio dinámico del mundo, o lo tomás como un desafío y una oportunidad para insertarte de una forma diferente. Para mí está básicamente ahí.
EC —Esas […] son interesantes, pero la pregunta de Pablo apuntaba más al corto plazo, al problema del mercado de trabajo, al problema de desempleo que está planteado hoy.
DM —Ya dijimos alguna cosa. Cuando decimos que entre la inversión de UPM y los 2.000 millones de dólares de PPP va a haber 15.000 puestos de trabajo el año que viene que hoy no existen, ya es una respuesta, y no hemos sido nosotros, ha sido el gobierno. El aumento de inversión extranjera directa es un tema interesante, algo que va a impactar no tan rápidamente, pero que puede implicar venida de inversiones; como la baja de las tasas de interés de la FED, son elementos que pueden ayudar. Eso en el corto plazo.
También hemos dicho que somos proclives a tener políticas activas para el fomento de las oportunidades laborales en determinados sectores de la sociedad: jóvenes, mujeres cabeza de familia, promoción de pymes, una serie de sectores en los cuales nos parece bien generar posibilidades laborales para insertar en el sistema y lograr un salto en calidad. Quedarnos en el corto plazo es lo que ha hecho Uruguay toda la vida, y así nos ha ido. De ahí que lo importante sea de qué forma planteamos el Uruguay que queremos. Repito, alguna gente se quedó en la foto, a veces me da la impresión de que no se entiende ni se ve en profundidad el mundo que se nos viene, que hay que empezar ahora. Cuando hablamos de la capacitación o recapacitación de 80.000 personas por año, eso, aunque impacta menos, es la principal política de empleo y de calidad que puede tener Uruguay en los próximos 10 años.
RAMÓN MÉNDEZ (RM) —Creo que por fin estamos llegando al grueso de lo que nos preocupa, que son las propuestas, cuáles son las propuestas que tenemos para transformar, no solamente para relanzar la economía y el empleo, sino para transformar estructuralmente nuestro país. De eso se trata y esas son las preguntas que tal vez vale la pena contestar.
Decía Christian recién que nosotros visualizamos que tenemos un par de años en los cuales con las PPP, la llegada de UPM y la baja de las tasas de Estados Unidos los capitales van a buscar países emergentes como Uruguay, que tiene un riesgo país menor que el promedio del riesgo país de los países emergentes con grado inversor. Naturalmente es un lugar ideal a donde van a seguir viniendo los capitales o van a venir cada vez más capitales en este contexto.
Entonces lo que estamos haciendo es preparar las condiciones para poder aprovechar esa situación. ¿De qué manera? Con un proceso que hemos llamado transformación productiva sostenible, centrada en el ser humano, que es el objetivo final. Entendemos que así como se ha hecho en algunos casos en el pasado podemos multiplicar eso por 10 y hacer una transformación estructural con relación al trabajo y a la generación de riqueza en el país.
Se trata de un paquete de medidas que pasa en primer lugar por la selección de 10 sectores productivos donde podemos hacer cosas diferentes, donde nos podemos insertar de manera exitosa en el mundo que se nos viene. Algo así como lo que hicimos con la energía eólica, pero multiplicado por 10. Es decir, identificar dónde están las oportunidades, capacitar gente en ese sentido, generar inversión en ese sentido, generar instrumentos ad hoc […] se generan los puestos de trabajo.
¿De qué se trata? Veámoslo con relación a las pymes, que es uno de los instrumentos fundamentales, donde tenemos una buena parte de la generación de puestos de trabajo del país. Tenemos un paquete, que ya hemos anunciado y que vamos a implementar, que pasa en primer lugar por eliminar cerca de 600 trámites que lejos de agregar valor lo restan, son obligaciones para las pymes. A través a la simplificación que hoy podemos hacer, podemos dar un salto cualitativo a partir de lo que se ha construido en 15 años de gobierno frenteamplista. Eso posibilita liberar recursos para que las pymes se concentren en generar puestos de trabajo en lo que realmente es lo medular.
Otro tema central tiene que ver con la factura electrónica. Podemos por ejemplo eliminar las declaraciones juradas y hacer una declaración ficta. Eso permite que las empresas que facturan hasta 8 millones de UI por año, es decir alrededor de 1 millón de dólares por año, paguen un valor ficto tanto para el IRAE como para el impuesto al patrimonio. Eso simplifica enormemente también los costos, reduce los costos y simplifica el funcionamiento.
Después, vamos a eximir a las pymes, también a las pequeñas pymes, que facturan hasta 2 millones de UI en el primer año, unos 250.000 dólares, durante el primer año del pago tanto de IRAE como de aportes patronales para que puedan generar músculo y de esa manera generar empleo en ese sector tan relevante.
Pero el tema fundamental es el tema de fondo, el tema de cómo llevar a la ciudadanía de esos puestos de trabajo que se están perdiendo, entre otras cosas y fundamentalmente porque ciertas actividades se van perdiendo, y capacitarla o recapacitarla hacia los 10 sectores fundamentales que hemos identificado, que van desde la cadena de la madera, las ciencias de la vida, las biorrefinerías, la economía circular. En fin, lo que hemos hecho con la energía eólica multiplicado por 10.
El tema central en esto tiene que ver con las recapacitaciones. El plan estratégico de recapacitación de que hemos hablado permite recapacitar a 400.000 personas –la tercera parte de la fuerza económicamente activa laboral del país– de una manera totalmente planificada, no simplemente darles cursos de Excel o que aprendan a usar Word, cosas por el estilo. El ejemplo que ponemos siempre es recapacitar a una cajera de supermercado que hoy tiene gran riesgo de perder su puesto de trabajo; en este caso en un mes y medio puede transformarse en una persona que hace testing de software, que es una demanda enorme de la CUTI, de las empresas de software del país. De ese modo rápidamente generamos posibilidades y capacidades laborales que hoy no se tienen. Confiamos en que eso, en el marco de todo otro paquete de medidas, en un plazo corto va a generar una cantidad de puestos de trabajo.
Y a eso le sumamos, como paquete global para que todo esto sea posible, un fondo de 120 millones de dólares en el primer año para generar los incentivos para que esto suceda. No para la recapacitación, porque esto se hace simplemente redireccionando los fondos de Inefop, incluso con parte de los fondos de Inefop es suficiente para recapacitar y redireccionar las capacidades de 400.000 trabajadores. Este fondo de 120 millones de dólares en el primer año va a permitir ser mucho más proactivos para transformar la competitividad de nuestras empresas fundamentalmente en estos sectores.
EC —¿De qué manera se aplicaría ese fondo?
RM —Es un fondo que no tiene fiscal, que se nutre de algo que han hecho los gobiernos de un Banco República saneado, que genera utilidades…
EC —Pero ¿quiénes accederían a él?, ¿de qué manera?
RM —Es un fondo de segundo nivel, de segundo piso, en el cual a través del Gabinete de la Transformación Productiva y de la secretaría Transforma Uruguay, con la transversalidad que explicaba Daniel recién, junto con los fondos de algunas agencias para la transformación productiva, como ANDE, Inacoop, ANII, INIA, diferentes agencias para promoción de la transformación productiva en general, ante el cual se presentan proyectos de diferentes tipos. El fondo va a financiar investigación, transferencia de tecnología, aumento de competitividad de las pymes, digitalización; tenemos un plan enorme para digitalizar todas las pymes del país. Son planes grandes, importantes, que transforman estructuralmente, y eso naturalmente tiene un derrame sobre la economía, pero sobre todo sobre la generación de puestos de trabajo, que es muy relevante.
Esto se casa también con un aterrizaje territorial, que son las ocho estaciones del futuro, que son ocho enclaves en ocho puntos estratégicos del país que vinculan lo sectorial con lo territorial. Por ejemplo, en el centro-norte del país, en Tacuarembó, la estación del futuro va a estar vinculada a la cadena forestal, en particular vamos a ir hacia la producción de madera para la construcción, en lo que Uruguay tiene un futuro extraordinario, puede transformarse junto con Chile en uno de los líderes de la región en construcción en madera. Tiene que ver con las biorrefinerías para reemplazar el uso del petróleo para plásticos, para fibras, etcétera. La de Colonia estará seguramente vinculada a la lechería, la de Maldonado con las nuevas industrias creativas, la de Montevideo con las ciencias de la vida y la tecnología de la información y las comunicaciones. Ese paquete pretende, gracias a todo lo que se ha construido, poder mantener durante dos años este crecimiento a partir de las PPP, y vamos a ir relanzando en paralelo para hacer esta transformación más estructural.
Recordemos que por ejemplo en energía en apenas seis años se trajeron 6.000 millones de dólares de inversión pública y privada, se generaron 50.000 puestos de trabajo y hoy tenemos empresas uruguayas exportando conocimiento a la región. La idea es hacer eso por 10.
DM —De todas formas, él describió que ha habido todo un trabajo de prospectiva, que se publicó hace bastante poco, en el que se determinó qué sector de Uruguay tiene las ventajas comparativas naturales, de masa crítica de gente con conocimientos y hay posibilidad de competir. No estamos hablando de cadenas de valor, estamos hablando de eslabones de cadenas de valor en general, que van a ser los sectores priorizados, en base a un estudio de competitividad, porque el Uruguay no puede darse el lujo de apoyar cualquier cosa que venga. Es parte de focalizar en esos sectores.









