
HS —Yo no hice un resumen del pensamiento completo de Nancy Fraser.
TH —Tomaste las frases que te convenían.
HS —No, mencioné una idea clave en esto que esta mujer feminista y académica plantea. Es la idea de que el feminismo se ha convertido en la criada del sistema económico, la sirvienta del modelo económico. Se llama así el libro, Cómo el feminismo se convirtió en la criada del capitalismo.
TH —Algunos feminismos, dice ella.
HS —Bien, algunos feminismos, pero el título es indicativo. Quiere decir que el feminismo, al centrar su discurso en la agresión al sexo masculino –fijate que tú, Teresa, todo el tiempo estás hablando de “ustedes los hombres”, y no es “ustedes los hombres, hay algunos hombres que cometen violencia y otros que no lo hacemos; generalizar de esa manera es profundamente erróneo– se ha terminado transformando en un mecanismo de consolidación y de justificación del modelo económico capitalista tal como existe hoy en día, el sistema económico global.
EC —¿Por qué? ¿Cuál es el razonamiento? ¿Que distrae la atención del debate?
HS —Plantea varios puntos. Uno es que genera una falsa oposición entre hombres y mujeres en lugar de aprovechar la colaboración que podríamos prestarnos para mejorar los problemas, todas las situaciones de inequidad y de violencia. Generar la fricción –no lo digo solo yo, lo dice esta autora feminista– entre ellas y nosotros, nosotros y ellas, tal como lo planteás tú, Teresa, genera un enfrentamiento falso que distrae de los verdaderos problemas sociales. Después menciona otras cosas muy importantes, por ejemplo dice que la idea de que las mujeres se empoderaron –ella lo llama “vestir la mona de seda”– para hacer ocho horas adentro de una fábrica o de un taller es una falacia, que en realidad las mujeres con eso duplicaron su horario de trabajo y le generaron grandes ganancias al sistema empresarial.
EC —Duplicaron su horario de trabajo porque siguen haciendo tareas en la casa y se agregaron estas afuera.
HS —Claro, porque en lugar de luchar por que todas las tareas, incluso las domésticas, fuesen remuneradas socialmente, reclamaron lo que llamaban empoderamiento, que era ingresar a hacer horarios de trabajo. Es muy lindo si uno piensa que el empoderamiento es ser ejecutiva de una empresa en Nueva York, pero si significa estar metida ocho horas en una fábrica con una máquina que te aturde, destruyéndote la espalda y las manos, no hay ningún empoderamiento, es simplemente un laburo explotado. Ella dice que el feminismo, con el discurso de que empoderaba a las mujeres, las metió a trabajar en trabajos insalubres y les generó una sobrecarga laboral que enriqueció a los dueños del capital.
EC —Para redondear la crítica que había en tu nota, todo este razonamiento también lleva a advertir sobre quiénes financian a las ONG o a muchas de estas ONG. Tú dices que habría instituciones o empresarios a los que les serviría que estas ONG se concentraran en estos asuntos y no en los otros.
TH —Una aclaración: acá hay un planteo contradictorio, porque por un lado se nos dice que lo que nosotras decimos en nuestra plataforma sobre cómo se distribuye la riqueza, sobre el tema de la equidad salarial, sobre el tema del trabajo no remunerado, etcétera, está mal, y por otro lado se nos argumenta que las mujeres hemos sido funcionales a este sistema capitalista…
HS —Las mujeres no, las organizaciones feministas.
TH —Les quiero recordar que las organizaciones feministas tuvieron que empezar desde abajo luchando por que las mujeres votaran. Si hoy las mujeres votan, si hoy las mujeres pueden trabajar, si hoy las mujeres pueden mantenerse, si hoy las mujeres pueden manejar su dinero, si hoy las mujeres pueden participar en política…, todo eso es gracias a la lucha de las mujeres feministas.
HS —Sí, pero no del mismo feminismo. El feminismo que luchó por el voto no es el mismo que ahora plantea el tema de la violencia de género. Se identifican como olas distintas y en realidad son cabezas completamente distintas. El primer feminismo planteaba la igualdad de derechos, este otro plantea otra cosa, es un conflicto entre los géneros que no es constructivo.
TH —No, este feminismo plantea la igualdad de derechos. No es cierto que estemos en guerra con los varones. Con ese criterio, habríamos dicho “no, que el PIT-CNT no declare el paro”. Todo lo contrario, lo que nosotras queremos es que los varones acompañen, comprendan el proceso que estamos haciendo y sean solidarios con la equidad de género. Es muy diferente. No estamos en guerra contra los varones, estamos tratando de convencerlos de que es necesario un cambio cultural. Porque además, aunque hagamos un montón de leyes, si no cambiamos el modo de relacionarnos varones y mujeres en nuestra sociedad, en la vida cotidiana, en la vida laboral, en todos los ámbitos, van a seguir muriendo mujeres, no tenemos ninguna duda.
HS —La violencia en la sociedad genera un 94 % de muertos hombres, o sea que los principales interesados en prevenir y evitar la violencia deberíamos ser los hombres.
TH —No lo demuestran.
HS —No, no podés generalizar, porque no somos todos lo mismo. No podés hablar por las mujeres, deberías hablar por la organización que integrás o por ti misma; del mismo modo, nadie puede hablar por los hombres ni acusar genéricamente a los hombres. Somos seres humanos distintos, cada cual tiene su actitud diferente frente a esto.
Hay un trabajo que me pareció interesante de dos mujeres que desde los años 90 vienen planteando el problema de la financiación de estas ONG del nuevo feminismo, de la segunda ola de feminismo en adelante. Son Marta Fontenla y Magui Bellotti, dos argentinas, abogadas, declaradamente lesbianas y militantes feministas, que sostienen que las ONG que defienden la causa feminista están cooptadas por quienes las financian, por las fundaciones y las organizaciones del primer mundo que les transfieren fondos y que deciden cuáles son sus consignas, cuáles son sus reclamos y cuáles son sus discursos. Es un planteo problemático, pero muchos tenemos la impresión de que es así, de que acá se están trasladando mecánicamente un grupo de consignas, por ejemplo la de la diferencia salarial. Esos datos que son falsos en la plataforma de la convocatoria del 8 de marzo provienen de sociedades distintas, con situaciones distintas y vienen junto con la financiación de las ONG feministas que se mueven en América Latina, por ejemplo. No lo digo yo, lo dicen dos militantes feministas, lesbianas y abogadas argentinas.
EC —¿Cuál es el punto para que responda Teresa?
HS —El punto es que, coincidiendo con lo que dice Nancy Fraser, no es casual que esta línea de conflicto entre géneros termine siendo muy funcional a la actual organización económica del mundo, porque las organizaciones que defienden esa orientación están financiadas por los mismos intereses que se benefician con esa situación.
TH —Por supuesto no comparto esa opinión en absoluto. Las organizaciones que yo integro y las que conozco no tienen ningún tipo de financiamiento condicionado, cuando lo tienen, porque generalmente lo que hacemos es activismo; contrariamente a lo que se puede suponer, no manejamos grandes cantidades de dinero. Ojalá así fuera, porque podríamos, por ejemplo, tener una campaña de prevención, tener un montón de cosas que no tenemos. No tenemos financiamientos que nos condicionen, de ninguna manera, no es así, lo niego enfáticamente, no ha ocurrido.
Y también niego enfáticamente que este Uruguay sea la Suiza de América y que no pasen esas desigualdades de género que estamos planteando. Esto que tú decís ahora me recuerda cuando, en el año 96, quien era en aquel momento ministro de Relaciones Exteriores, Didier Opertti, fue a negociar el Programa de Seguridad Ciudadana al BID y le dijeron “tiene que haber un componente de violencia doméstica”, y él dijo “si ustedes quieren, pero miren que en mi país eso no pasa”. Por supuesto, ¿cómo en la Suiza de América iba a haber violencia? Cuando hicimos el primer estudio de prevalencia, dio que la había en uno de cada tres hogares. Por lo tanto nuestra lucha no es funcional a determinadas cosas, lo que nosotras queremos y por lo que peleamos, con muy bajos recursos, normalmente de organismos internacionales…
HS —¿Y qué estoy diciendo?
TH —Perdón, pero entonces las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo, ONU Mujeres, todas esas son organizaciones capitalistas a ultranza que lo único que hacen es dominar en torno a lo que nosotros tenemos…









