
EC —Economista Curti, sería bueno explicar cómo se compone la canasta que utiliza el Instituto Nacional de Estadística (INE) para elaborar el IPC.
DARDO CURTI (DC) —La canasta se compone de más de 300 bienes, si mal no recuerdo son 361 bienes. Esos bienes se obtienen a partir de una encuesta, se obtiene una ponderación de la importancia de cada uno de ellos para elaborar o calcular el IPC. Esa encuesta se hace en un cierto período por el INE y a partir de ahí se comienza a calcular el índice. En el caso de Uruguay es un índice de base fija, llamado de Laspeyres; se calculan una vez los ponderadores y se usan por un período de unos 10 años.
EC —¿La canasta se integra con lo que la gente “necesita” o con lo que realmente consume?
DC —Como está basado en una encuesta, el índice se elabora con lo que la gente efectivamente consume. Hay un punto importante: dentro de los 361 bienes de la canasta no están todos los bienes que consumimos. Por ejemplo, el cannabis no está hoy en día en esa canasta, tampoco están las armas. Y podríamos seguir con muchos ejemplos de bienes que la gente efectivamente consume y no están, y que en algunos casos pueden ser importantes.
EC —Ahí ya está abriendo un paraguas a las críticas que ha recibido un planteo como este en algunas primeras reacciones que se produjeron en Uruguay: por qué se excluiría un producto que efectivamente forma parte de la canasta de consumo.
DC —En este caso entendemos que los motivos son poderosos y hay racionalidad en excluirlo.
EC —Pero usted dice que hay otros productos que no están, que no son tomados en cuenta.
EB —Yo tengo otra visión de esto o algo para agregar. Usted puede tener productos que se consumen pero que quiere que no se consuman. Si fuéramos a aplicar a rajatabla en base a la evidencia que tenemos y el daño que nos causa este producto, el tabaco, deberíamos prohibir –mire la palabra que utilizo– este consumo, si mata a más de la mitad de los consumidores, es extremadamente adictivo y nos cuesta mucho dinero, tendríamos que hacerlo. No es nuestra intención y creo que tampoco la del gobierno hacer eso. Pero sí desestimular el consumo. Es un producto legal, se va a seguir vendiendo, pero el Estado como Estado tiene que proteger a la población y protegerse a sí mismo de los daños causados por eso.
EC —Pero una cosa es lo que se desea y otra cosa es la realidad, por ahí viene una parte del debate. En cuanto a cómo pesa el rubro tabaco en la canasta que mide el IPC, veía estos números: actualmente el rubro tabaco representa el 2,8353 % de la canasta que mide el IPC; dentro del rubro, a su vez, el producto cigarrillos tiene un peso de 2,6261 % y el producto tabaco 0,2092 %. Es una presencia relativamente significativa.
DC —Exacto. Además cuando ha habido aumentos en el impuesto, el impacto que han tenido en el IPC ha sido significativo, en el mes en que se da el aumento el IPC siente el efecto claramente.
EC —Y ese es un problema para un país que tiene un inconveniente con su inflación y la quiere bajar.
DC —Exactamente. Por un lado tenemos la inflación en los niveles que está y hay una política destinada a reducirla, pero por otro lado el Estado tiene la decisión de aumentar el precio de los productos de tabaco. Tenemos claramente una colisión de políticas, están colidiendo la política de control de tabaco en lo que refiere a la parte económica, a aumentar los impuestos, y la política macroeconómica.
EC —Vayamos a la experiencia comparada, a Nueva Zelanda. ¿Cuál fue la decisión que tomó allí el gobierno?
DC —La decisión que tomó Nueva Zelanda en 2010 fue comenzar a aumentar los impuestos al tabaco un 10 % en términos reales todos los años. Cada enero el impuesto se ajusta un 10 %, aumento real, o sea que es el 10 % más lo que haya aumentado el IPC. Eso lo hizo en 2010, 2011 y 2012, y en 2013 decidió hacerlo por cuatro años más, 2013, 2014, 2015 y 2016. Quiere decir que ya llevamos siete años de 10 %, lo que da casi 100 % de aumento, se ha duplicado el valor de los cigarrillos en ese período. Hoy una cajilla en Nueva Zelanda cuesta alrededor de US$ 20, un valor muy importante, y planean continuar en esa dirección. Ha habido una política muy fuerte de aumento de impuestos.
Obviamente, como se dieron cuenta de que esto tenía un efecto en el IPC y en algunas variables importantes, como algunos pagos que hace el Estado, en 2010 también se decidió comenzar a calcular otro IPC excluyendo los productos de tabaco.
EC —No sacan el tabaco del IPC, sino que generan un segundo IPC que se informa paralelamente y que no contiene el tabaco en su canasta básica.
DC —Exactamente. Se continúa calculando el IPC como se calculaba hasta ese momento, como en todos lados, pero además se calcula un segundo IPC en el que se excluye el tabaco.
EC —¿Qué utilidad tiene esta medida?
DC —Es a varias puntas. En primer lugar, Nueva Zelanda utiliza este IPC que excluye el tabaco en la comunicación del Instituto Nacional de Estadística cuando se habla del tema de inflación, en los comunicados. Lo hemos puesto en el trabajo: los comunicados del Instituto hablan del IPC global y del IPC excluyendo productos de tabaco. Porque uno podría sacar conclusiones erróneas si mira el IPC global y no mira el IPC sin productos de tabaco. Si están aumentando tan fuertemente el impuesto, y esto obedece a una política de Estado, tiene sentido desglosarlo, si no la extracción de la señal de la inflación puede ser confusa para la población.
EC —Me recuerda los análisis que se hacen a propósito de la evolución de los precios acá en Uruguay dividiéndolos entre productos transables y no transables, porque no es lo mismo que la evolución de los precios sea más o menos según cuál de estos capítulos se considere.
DC —Sí, incluso se calcula la inflación sin por ejemplo frutas y verduras, sin cigarrillos y demás, por la alta volatilidad que tienen. Si uno mira el dato con frutas y verduras puede sacar una señal equivocada, una señal confusa respecto al verdadero estado de situación de la inflación.









