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Entrevista central, jueves 13 de octubre: Eduardo Bianco y Dardo Curti

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EC —Probablemente a los sindicatos, a los trabajadores les convenga más que el ajuste se haga con el IPC global, incluyendo el tabaco.

DC —Pero también hay cuestiones de racionalidad. Hay un tema importante que es que la salud pública está en juego. Acá hay por un lado un tema de dinero, pero por otro lado hay un tema de política pública. Además hay que tener en cuenta que si las personas no consumen, no se verían afectadas por el aumento del precio del producto. Y si consumen lo que queremos es que se les encarezca. Por tanto tiene sentido no ajustar y que suba el precio del producto.

EC —Uno puede decir que es una arbitrariedad, ¿por qué el gobierno resuelve que tales o cuales partidas se ajustan por el IPC sin tabaco, cuando debería utilizar el IPC global? Pero en realidad hay ejemplos, en Uruguay mismo hay distintos índices de ajuste.

DC —Exacto, es una práctica que existe en el país, y no solo en Uruguay. En el mundo inclusive algunos bancos centrales han excluido productos cuando tienen su meta de inflación. Por ejemplo, el Banco de Inglaterra excluía las cuotas hipotecarias, su objetivo de inflación era un llamado IPCX que excluía las cuotas hipotecarias. Lo mismo el Banco de la Reserva de Australia, que en los 90 perseguía un objetivo de inflación que excluía las cuotas hipotecarias. Hay muchos casos en el mundo y se pueden usar de un modo creativo y racional.

EC —En nuestro país tenemos la unidad reajustable (UR), que es otra fórmula de ajuste que se utiliza, también las bases de prestación y contribución (BPC). No todo se ajusta por IPC.

DC —Correcto, tenemos muchos ejemplos de diversos pagos, tarifas, tributos que se ajustan por distintos índices como los que menciona, BPC, UR.

EB —Primero Luxemburgo en el 91, Francia en el 92, Bélgica en el 94 y luego Nueva Zelanda en el 2010 han ido por esta senda de la exclusión total o parcial de los productos del tabaco del IPC.

EC —No solo Nueva Zelanda ha ido por ese lado.

EB —No, ya desde hace tiempo la propia Organización Mundial de la Salud ha encargado a expertos en economía el estudio del tema y es una de las cosas que está sugiriendo a los países. (Ahora hablo desde el punto de vista médico pero con algún ribete económico.) Porque si tenemos que esta es la principal causa de muerte aislada en Uruguay, con más de 6.000 personas, y recaudamos US$ 300 millones por año en impuestos de tabaco, en cálculos conservadores –aunque nos debemos un estudio– las enfermedades generadas por el tabaco nos cuestan el triple de lo que recaudamos. Entonces nos están generando un daño sanitario y un daño económico y estamos tratando como política de Estado –porque el Estado uruguayo aprobó en el 2004 el Convenio Marco para el Control del Tabaco– de reducir ese consumo de tabaco lo máximo posible. La medida más efectiva para reducirlo es sin ninguna duda el aumento del precio.

EC —¿Eso está medido?

EB —No hay ninguna duda. Desde 1999 el Banco Mundial estudió 122 países y analizó cuáles eran las medidas costoefectivas y en el ranking, arriba de todo, por lejos, está el aumento de precios. El fumador podrá decir “a mí eso no me hace nada”, pero si usted aumentó y aumentó significativamente, cuando vienen los números, el consumo y la prevalencia bajan.

DC —Hicimos un trabajo, tenemos unos modelos econométricos para el mercado de tabaco en Uruguay, y si uno mira ve que la prevalencia cayó de casi 33 % en 2001 a 22 % en el último dato, es una baja importante. Los modelos muestran que alrededor del 80 % de la baja en la prevalencia y en el consumo se debe al aumento del precio, o sea el aumento del impuesto.

EB —Si tenemos esa situación, que esa medida es la que más nos serviría y nos ha servido para reducir, tenemos que aplicarla. Pero la realidad es que de 2005 a 2010 se aplicó ese concepto y por primera vez en la historia el precio del tabaco subió por encima del IPC –lo que quiere hacer Australia–, cuando toda la vida el precio del tabaco se había regido por el IPC textual, sic. En los siguientes cinco años y por primera vez en la vida, el precio del tabaco estuvo por debajo del IPC. La razón que nos dieron fue el contrabando; nosotros la peleamos, fuimos a buscar información y la verdad es que no hay información del gobierno, la información que tenemos es la que hemos ido generando nosotros. La industria canta, grita fuerte, habla de [30] y usa organizaciones paralelas para llevar eso, como la Asociación de Kioscos.

Entonces, primero, no aumentaron el precio del tabaco porque eso generaba contrabando. Después cuando vinimos con la evidencia de que no había evidencia significativa y que los números que manejaban las compañías internacionales no eran serios, pasamos al otro punto, que también fue creciendo, que es el tema de la inflación. Que nosotros lo comprendemos, porque él como economista y yo como ciudadano entendemos que hay cosas que tenemos que cuidar. Pero ¿qué nos pasó por no aumentar el precio del tabaco? Primero, la caída de prevalencia de consumo que habíamos tenido de 32 % a 25 % y a 23 % se detuvo; la recaudación fiscal de 2004, que era de US$ 84 millones, pasó a US$ 318 en el 2011, por aumento del precio. El precio más alto se alcanzó el 1º de marzo de 2010, y ese año tuvimos el consumo más bajo de tabaco. A partir de allí empieza a frenarse el descenso, o sea que desde el punto de vista de la salud pública nos estancamos y podríamos haber crecido si el resto de las medidas no hubieran aguantado la elevación del consumo. Nosotros y los economistas estimábamos que por el aumento del ingreso de los hogares el consumo debería aumentar, y lo frenamos. Voy a que se nos frenó el descenso en el consumo, deberíamos de haber tenido el año pasado no 22 % sino 17 % de prevalencia, y aparte perdimos US$ 40, US$ 50 millones por año de recaudación. Nos embromamos en salud y en economía por eso.

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