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Entrevista central, jueves 15 de diciembre: Guillermo Dighiero

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EC —Ya que se remontaba a los orígenes, a aquellos años en los que usted vivía en París, afinemos un poquito más la historia. Usted tenía aquellas inquietudes, pero ¿cómo es que efectivamente surge la posibilidad de abrir un Instituto Pasteur en Montevideo? Por lo que usted mismo ha contado, esto comenzó a charlarse hace casi 20 años, 19 años, ha mencionado el año 1997. ¿Puede ser?

GD —Sí, en el año 1997 hubo un primer esbozo de proyecto que no prosperó. Yo trabajo en el Instituto Pasteur desde hace 30 años, llegué al Instituto en 1980, en plena revolución de la biología molecular. Y con dos colegas uruguayos, José Arocena, que hoy es el presidente de la Corte Electoral, y Alberto González, que es informático y profesor en Ucudal, escribimos un libro, en el año 82, que se llamaba Uruguay, año 2000. El desafío de la revolución científico-tecnológica. Veíamos lo que estaba pasando, veíamos que se estaba produciendo una revolución en el mundo, y advertíamos de la necesidad de que Uruguay pudiera acompasar esa revolución. Ahí empezó a surgir la idea de crear un instituto. A la salida de la dictadura creamos una asociación de científicos uruguayos para ayudar a los científicos que venían, a los jóvenes estudiantes. Y ahí empezó a madurar esta idea. No fue una idea mía, fue una idea que se maduró colectivamente, en equipo, y se fue creando el concepto de cómo tenía que ser un instituto para el Uruguay. Fue una cosa que tuvo mucha maduración.

EC —¿Cómo se logró que el Pasteur, que por aquellos años manejaba la posibilidad de instalarse en la región, se instalara en Montevideo?

GD —El Instituto Pasteur siempre acoge con mucha prudencia estas iniciativas porque tiene muchísimas demandas. Entonces primero pidió que se hiciera una fase intermediaria y se constituyó una red, que se llamaba […] Pasteur, integrada por científicos de Argentina, Chile, Brasil y Uruguay. Esa red funcionó, se hicieron una serie de mítines, de congresos y de cursos, y creo que el Instituto vio que era serio, que había científicos serios […]. Después surgió un elemento que fue absolutamente decisivo para que el Instituto surgiera, y fue que Francia otorgó a Uruguay 5 millones de euros de deducción de deuda.

Esto fue una pelea, de alguna manera, que se consiguió gracias al esfuerzo del presidente Jorge Batlle, que siempre apoyó esta iniciativa y que le escribió personalmente una carta al presidente Jacques Chirac solicitándoselo y haciendo referencia a antecedentes. Durante la Primera Guerra Mundial Uruguay había comprado empréstitos de guerra de Francia, que Francia pagó 30 años después, por tanto había en cierta manera una deuda histórica. Y eso, más el hecho de que el director del Pasteur acogió con mucho entusiasmo el proyecto que se hizo, que era un proyecto muy moderno, un instituto totalmente distinto y moderno, todo se conjugó y se obtuvo esa donación de Francia.

Luego el Parlamento apoyó la iniciativa, porque como se trataba de un problema de deducción de deuda necesitaba aprobación parlamentaria, que se logró, el Parlamento en 48 horas y por unanimidad aprobó la ley de creación del Instituto. Se conjugaron una serie de cosas que hicieron que esto fuera posible.

EC —Estamos hablando de un proyecto primero soñado, después largamente preparado, intentado sin que prosperara, que finalmente vio la luz en la administración del presidente Jorge Batlle. Allí se lo pone en marcha y la inauguración ocurre ya durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez, en diciembre del año 2006. Termina siendo una especie de proyecto multipartidario, una política de Estado. Hay que verlo de esa manera, ¿no?

GD —Creo que sí. Incluso el presidente Vázquez, en el momento de la inauguración del Instituto, hizo referencia muy elogiosa a la labor que había hecho el presidente Jorge Batlle y le agradeció mucho lo que había hecho. Fue una cosa muy interesante, porque un científico argentino que estaba me dijo: “Esto en la Argentina jamás podría pasar, que un presidente alabe a su predecesor”. Y agregó: “Son del mismo partido, ¿no?”. Eso muestra lo que es el Uruguay.

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