
EC —¿Qué pretensiones tenían en aquel momento? ¿Qué esperaban del Instituto Pasteur Montevideo?
GD —Primero, el profesor François Jacob, premio nobel de Medicina, del Instituto Pasteur, decía que en biología muchas veces la tecnología precede a la elaboración del concepto. Entonces lo primero es poner a disposición de los científicos todas las tecnologías modernas que permiten abordar los problemas de la biología.
La segunda gran disposición, que fue muy útil, fue que creamos un programa de grupos a cinco años, para los cuales se hicieron llamados abiertos, a los que se presentaron científicos de todo el mundo, pero sobre todo de la región (Argentina, Uruguay) y fueron seleccionados por un comité científico internacional. Todos los cargos del instituto fueron seleccionados por un comité científico internacional, todos los jefes de unidad. Yo soy muy partidario de algo que decía un entrenador de básquetbol de Estados Unidos; le preguntaron cómo se hace para ganar la MBA, y él dijo: “contrate a los mejores”. Entonces creo que una de las cosas que justifican el éxito del instituto es que se hicieron muy bien las contrataciones, la selección, y pudimos, con ese programa de grupos a cinco años, atraer científicos de primer nivel.
Creo que el Instituto ha hecho regresar a una veintena de científicos muy importantes, y eso lo llevó a empezar a producir una ciencia de muy buena calidad y hoy está reconocido. Esto es motivo de orgullo para mí. El Instituto Pasteur de París selecciona todos los años ocho científicos, mediante un proceso de selección muy riguroso, y les impone como condición que antes de empezar a trabajar en el allí tienen que trabajar seis meses en uno de los 31 institutos de la red de Institutos Pasteur en el mundo. Y de los ocho que seleccionaron el año pasado, cinco pidieron para venir a Montevideo. Eso muestra cómo está conceptuado el Instituto.
Además este año hubo dos premios en la reunión de los 31 institutos Pasteur del mundo, y los dos premios, en las dos cosas en que se compitió, los ganó el Instituto Pasteur Montevideo. Quiere decir que en cierta manera el Instituto Pasteur Montevideo ha conseguido llegar a un nivel internacional, que era lo que estaba buscando.
Y para mí lo más importante es que muestra que, si se ponen las buenas condiciones, en Uruguay se pueden hacer cosas. Lo más importante es que tenemos gente bien preparada, gente inteligente, gente motivada, y eso es lo que el país tiene que explotar.
EC —Aparte de lo que ya ha destacado hasta ahora, ¿dónde está la ventaja de tener el Instituto Pasteur Montevideo para el Uruguay o para los uruguayos? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿De qué resultados prácticos puede hablarse?
GD —Primero, aparte de la producción científica y de nivel internacional –hoy el Instituto es considerado una institución de referencia a nivel regional y mundial–, el Instituto tenía un compromiso muy fuerte en su creación, que era el compromiso de trabajar en los problemas nacionales. Y en ese sentido el Instituto se ha implicado.
Por ejemplo, el Instituto hizo un acuerdo con el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) y está trabajando. Se aislaron por primera vez las cinco cepas de leptospira; la leptospirosis bovina es una enfermedad que provoca abortos a repetición y que es un problema muy serio desde el punto de vista de la sanidad animal. El Instituto está trabajando en la elaboración de una vacuna que cubra todas las cepas, porque hasta ahora se vacunaba con una vacuna que cubría solamente una variedad y se acaba de demostrar que hay más de una.
El Instituto también se implicó en otra epizootia, que es la leucosis bovina. Entre el 60 % y el 70 % de nuestras vacas están infectadas con el virus de la leucosis bovina. Estamos trabajando, el Instituto puso a punto un test diagnóstico para esta enfermedad de los bóvidos y hoy se está haciendo una encuesta en todo el país para ver exactamente cuál es la incidencia y se está trabajando en la posibilidad de crear una vacuna para este problema.
El Instituto ahora tiene dos patentes de unos medicamentos nuevos creados en el Instituto y que han sido aprobados a nivel internacional, en Estados Unidos.
Esas son algunas de las consecuencias, le puedo hablar de muchas otras. Lo importante es que el Instituto ha creado un espacio donde se están integrando startups biotecnológicas, se están acogiendo y está empezando a desarrollarse eso que Luis Pasteur decía: “hacer buena ciencia y sus aplicaciones”. Esa era su dinámica, ese era su concepto del Instituto y ese es el concepto que nosotros estamos tratando de llevar a cabo.
Para mí, esto muestra algo muy importante. Hay países de talla parecida a la del nuestro, como Finlandia, Irlanda, Israel, que apostaron a integrarse a la sociedad del conocimiento y hoy son líderes mundiales. Esos países, como nosotros, tenían gente muy bien preparada, y lanzaron una política de largo plazo, con inversiones, favoreciendo a la ciencia con capital –sin lo cual no se pueden hacer este tipo de procesos–, apoyando en forma sostenida la investigación. Y hoy si usted va a Israel, por ejemplo, es un país tecnológico, todo lo que exporta es ciencia y tecnología, tiene la mayor cantidad de startups por habitante en el mundo. Eso porque creó el instituto Weizmann en el año 48, cuando la creación de Israel, y a partir de ese instituto y del instituto Technion, en Haifa, en el cual han desarrollado toda la ciencia y la tecnología, hoy es un país que vive de la ciencia y la tecnología.
De la misma manera que este instituto fue un sueño que se realizó, al menos desde mi punto de vista, mi sueño ahora es que transformemos este país en un país de ciencia y tecnología. Creo que tenemos todas las condiciones: somos un país pequeño, bien administrado, sin corrupción, con gente bien formada. Hay que hacer las inversiones necesarias para que este proceso llegue. Porque hay que tener paciencia. Israel, Finlandia lograron éxitos después de 15, 20 años de desarrollar una política de inversiones constante, de apoyo. Eso es lo que tenemos que hacer en Uruguay, creo que es posible.









