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Entrevista central, jueves 16 de febrero: Luis Romero Álvarez

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EC —¿Y acá tuvimos el malestar correspondiente?

LRA —Por supuesto, ahí estuvo el malestar correspondiente. Creo que eso estuvo bastante en la raíz del crecimiento del FA, de la desilusión de muchas personas con los partidos tradicionales, que no supieron manejar ese proceso que fue nuestra globalización anticipada, a la chiquita, que fue la salida necesaria, obligatoria, imprescindible de la sustitución de importaciones.

Pero hay maneras, como dicen en campaña. Se puede hacer con un plan gradual, a lo largo de 10, 15 o 20 años, con lo cual la persona que tenía un capital humano porque era un gran curtidor, por ejemplo, termina su vida útil y su hijo ya va a ser un gran manejador de cosechadora forestal, y está perfecto, así suceden las cosas. O podíamos hacerlo en dos o tres años, atraso cambiario y rebaja de aranceles mediante y liquidación de subsidios como la ley Pineda mediante, todo junto, todo rápido, todo ya. Nadie nos obligó a hacerlo así, lo hicimos así porque nos equivocamos. Y esa equivocación dio origen a otras cosas.

EC —Y usted mismo como analista, colóquese en el plano de analista, ¿en su momento tuvo en cuenta estos resultados que ahora constata y dice que están en el origen, por ejemplo, de fenómenos como el de Trump o el del Brexit?

LRA —No. Como analista me sorprendí de muchas cosas que pasaron en este país y no las vimos venir.

EC —Usted era partidario de la globalización tal cual se dio. ¿No tenía esa visión radical de cómo hacer las cosas?

LRA —No, yo siempre apoyé la línea de la apertura económica y la línea de integrar el Uruguay al mundo, porque creo que ya es indiscutible. Uruguay, una economía chiquita, cerrado es un fracaso absoluto. Uruguay se tiene que integrar al mundo, no a la región, al mundo; esto de un regionalismo abierto es una mentira, lo podemos demostrar. Uruguay necesita ser Chile. Chile tiene un acuerdo con Mercosur porque es un miembro asociado, no miembro pleno, si Chile le quiere vender a Mercosur le vende con arancel cero, si quiere comprar algo el Mercosur le compra con arancel cero, pero Chile tiene 90 tratados de libre comercio con quien quiere. Eso tiene que ser Uruguay. No tiene que ser un paisito que tiene un tratado de libre comercio –con México–, tiene que ser un país que tiene 90 tratados de libre comercio. Y con los vecinos, como era en la época del Cauce y del PEC, si me quieren comprar me compran sin arancel, si les quiero comprar les compro sin arancel y se terminó, hasta ahí fue. Todo lo demás ha sido una construcción intelectual que no dio resultado, que fue un gran engaño y que nos ha perjudicado muchísimo en los últimos 25 años.

La línea madre, la línea central de ir hacia un país abierto, tener tipo de cambio fluctuante, no tener tipo de cambio fijo, la defendí siempre y creo que es la correcta, la que se impone en Uruguay y la que el FA básicamente no cambió. No pudo mejorarla porque no se pudo salir ideológicamente del Mercosur, tuvo muchas contradicciones internas, pero básicamente esa línea se respetó. Y creo que es la línea para el Uruguay.

Digo sin vergüenza “nos equivocamos”, y nos equivocamos todos, porque no hubo alguien que dijera “¡cuidado, esto hay que hacerlo distinto!”. Eso no quita que eran errores y que hicimos las cosas mal. Creo que es de buena gente reconocer “esto se hizo mal”, sin apuntar con el dedo a nadie, simplemente como país no lo manejamos bien. Me parece mejor reconocer que no lo manejamos bien y sacar lecciones de eso que pasarlo abajo de la alfombra y decir “mientras estuve yo estuvo todo bien, después los demás hicieron todo mal”.

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EC —Ha venido ocurriendo, una especie de paradoja: hasta ahora las movilizaciones más fuertes contra la globalización, y en particular contra los TLC, se daban en países en desarrollo y podían ser clasificadas como de “de izquierda” o, incluso, “de ultraizquierda”. En Uruguay las vemos. Se denunciaba que los trabajadores de nuestros países iban a verse perjudicados. Pero ahora resulta que aquellas políticas, la globalización tal cual se dio, perjudicaron a trabajadores de países desarrollados. Ejemplo Estados Unidos, o ejemplo Reino Unido. ¿Cómo se entiende esto?

LRA —El daño que produce la globalización no es sobre la economía de un país, es sobre sectores de la economía de un país. Por ejemplo, Estados Unidos obviamente se benefició de la globalización, pero su sector automotor perdió, los empleados de su sector automotor perdieron contra empleados del sector automotor de Corea, de Vietnam, de China, etcétera. Eso queda claro, los sindicatos de los sectores ganadores no vociferan, los sindicatos de los sectores que crecieron con la globalización no dicen nada, y está bien, porque no tienen nada que reclamar. Los que se levantan son los perdedores, los sindicatos de los que están perdiendo o están con miedo de perder su puesto de trabajo y de una mala manera. Creo que ahí está el corazón del problema.

La globalización ha sido resistida en parte por temas ideológicos. Hay gente a la que no le gusta la libertad, y yo a esa gente siempre me enfrenté intelectualmente. Artigas tenía la bandera “libertad o muerte”, y yo a los americanos cuando vienen y tengo discusiones con ellos, o a los cubanos cuando fui a Cuba les dije “la bandera de mi líder, Artigas, era libertad o muerte”. Yo no transo nada a cambio de la libertad; de la libertad religiosa, civil, comercial, económica, política. La libertad es la libertad y eso no se transa, no quiero 10 % menos de libertad y 50 % más de igualdad. Ese negocio no me sirve, pero ese negocio caminó en muchos lados y para ese negocio están prontas muchas personas en el plano político que defienden lo otro y no la libertad.

Entonces hay mucha gente que ideológicamente ataca la globalización o los tratados de libre comercio porque no quiere la libertad. Cuando uno escarba un poquito, el problema es la libertad. Con esas personas nunca voy a estar de acuerdo, y me voy a enfrentar intelectualmente siempre con todos mis recursos y espero ser ganador, estar en la línea de los ganadores en ese debate, porque precisamos más libertad, no menos libertad.

Después hay otra gente, otros sindicatos, otros dirigentes que se preocupan, con razón, por eso que dijimos que se hizo mal en la globalización, que se hizo mal en Uruguay cuando desarmamos la sustitución de importaciones, que fue el timing. ¿Por qué no lo podemos planificar? ¿Por qué no podemos dosificar lo que tiene que ocurrir, para que vaya pasando gradualmente año a año y que las personas con un capital humano valioso en un sector terminen su vida productiva y el hijo esté en otro sector? ¿Eso no puede hacer? ¡Por supuesto que se puede hacer! Eso fue lo que se hizo mal y contra eso se han levantado, creo que con razón, muchas personas, no solo sindicatos.

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