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Entrevista central, jueves 16 de febrero: Luis Romero Álvarez

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EC —Vayamos a Uruguay, de ahora en adelante. ¿Cuáles son las repercusiones acá de esta nueva tendencia económica más proteccionista que estaría tomando forma en el mundo desarrollado, en Estados Unidos, etcétera?

LRA —Creo que el mundo funciona con una ley del péndulo, corsi e ricorsi, oscilamos de un lado hacia el otro, es inevitable, a eso no nos podemos oponer. Hay que verlo venir y adaptarnos para aprovechar, para sacar ventaja y para no ser golpeados. Está claro para mí que vamos hacia un mundo desde el punto de vista comercial más difícil. Por lo que estábamos hablando, la multilateralidad después de la Ronda de Doha ya no caminó. La Ronda Uruguay del GATT había sido una ronda multilateral exitosa y Uruguay tuvo una participación y una predominancia muchísimo más grandes que el tamaño de su PBI o su influencia comercial mundial. Después vino la Ronda de Doha, en la que se hicieron intentos infinitos de acordar todos contra todos y no funcionó. Eso es un llamado de atención, Uruguay se jugó todo a la multilateralidad en la Ronda de Doha y no caminó.

Entonces empezaron los acuerdos bloque a bloque, país a país, y ahora reforzados por esta tendencia en que el tema globalización a la carrera, a todo galope y con las riendas sueltas no camina más. Quiere decir que hay que ser más inteligente en el manejo de nuestro país en cuanto a cómo administrarlo. Volvemos a David Ricardo y Adam Smith: tenemos que hacer y concentrarnos en hacer lo que hacemos mejor. Está clarísimo desde la noche de los tiempos que en Uruguay el que hace mejor, su número 9 goleador, su Luis Suárez, es el sector agropecuario.

EC —Esa es una de sus afirmaciones polémicas.

LRA —Yo digo que el sector agropecuario es nuestro sector internacionalmente más competitivo y desafío a cualquiera a que me demuestre lo contrario. Es así. El sector agropecuario de Uruguay es su Luis Suárez. ¿Qué hemos hecho en los últimos 100 años? A Luis Suárez lo pusimos de golero en la selección uruguaya, con lo cual no hicimos goles y cada vez que patearon al arco nos hicieron un gol porque el pobre no era golero, era un gran número 9.

EC —Cada tanto con la mano ataja…

LRA —Eso también es verdad. El hecho es que armamos mal al país. Al sector agropecuario lo perjudicamos de múltiples maneras, en unas épocas le pusimos tipos de cambio distintos, después le atrasamos el tipo de cambio, lo hemos complicado de muchísimas maneras. Basta con comparar con cómo manejó el país Nueva Zelanda, que tiene el mismo tamaño, la misma población, está muy lejos de los mercados –ellos están más lejos de Asia que nosotros de Europa–, tiene todas las adversidades. Le dieron prioridad estratégica dentro de su país al sector agropecuario y son tres veces más ricos que nosotros. No tienen petróleo, no tienen nada, simplemente el sector agropecuario es promovido y está en una posición predominante dentro de la estrategia del país. Aquí tenemos un sector agropecuario rezagado, en una época funcionó lo que Martínez Lamas llamaba la bomba de succión, se le sacaron recursos a mansalva, siempre ha estado postergado. Eso es un error que cometimos que nos costó tres veces el producto. Podíamos tener un PBI tres veces más grande y no lo tenemos por ese error estratégico país que no es del FA, viene de atrás. Esto no es una crítica política al gobernante de turno, es un análisis estratégico del país.

Entonces hacia delante primero tenemos que reconocer que a nuestro Luis Suárez lo tenemos que poner a jugar de 9.

EC —En ese plano, ¿cómo concibe la producción agroindustrial? ¿Hasta qué grado de industrialización? ¿Cuánto de agregado de valor? Porque ese es un debate. Acá tengo un mensaje, dice un oyente: “La primarización de la economía uruguaya refuerza el modelo agroexportador, que es concentrador”. Y va al empleo: “un curtidor tiene un puesto de trabajo de mucho mejor calidad que un tractorista”.

LRA —Correcto, ese es un debate muy valioso. Yo, como todo el mundo, quisiera avanzar en la cadena de valor, y ahí tenemos un problema uruguayo. Los que no entienden nada del agro ni del comercio internacional siempre dicen: “¿Por qué los frigoríficos no exportan la carne en una bandejita con puré o con arroz?”. ¿Ustedes se piensan que los frigorifistas uruguayos, que son aviones a chorro, no saben poner un pedazo de carne en una bandeja con arroz? Y si no lo hacen, ¿por qué será? Es porque en el Uruguay –y esas son las cosas que tenemos que corregir– cada vez que avanzamos una etapa en la agregación de valor perdemos rentabilidad. Uruguay es competitivo produciendo la vaca, pierde competitividad cuando la mata y la corta al medio, pierde competitividad cuando la desosa y por supuesto pierde competitividad hasta volverse no rentable cuando hace un churrasco. Ese es el Uruguay. Eso es lo que hay que corregir.

Tenemos que aprovechar la competitividad natural que tenemos gracias al sol y el agua y los buenos suelos en el campo para producir la vaca, la soja, el arroz o la leche o lo que sea. Tenemos que poder usar esa productividad natural nativa para darles pie a agroindustrias, para que ellas también sean competitivas hacia arriba. Eso no lo hemos hecho. Porque, primero, tenemos tarifas carísimas; segundo, hemos manejado un sistema de salarios relacionados con la productividad insoportable para las industrias; tenemos una actividad sindical muy agresiva contra las industrias que no incentiva a invertir ni a capacitar al trabajador ni a mejorar su productividad. Resultado: los salarios que tenemos, con la productividad que tienen los trabajadores uruguayos, no da para agregarle valor a lo que nosotros producimos superbarato a nivel del mundo.

Estoy de acuerdo en que la extensificación en el sentido de transformar al país en una gran estancia con 50.000 peones no es la solución, por supuesto que no. La solución es usar como locomotora al sector agropecuario, producir barato lo que Dios nos permite producir barato, y usar eso como estribo para crear muy buenas cadenas agroindustriales que llegan incorporando servicios, logística, incorporando miles y miles y miles de puestos de trabajo. Pero la punta de la cadena, la carne en la bandejita con arroz, también tiene que ser competitiva. Eso ya no es un problema del productor agropecuario que entrega su producción en la portera, de ahí para adelante no es culpa de él. De ahí para adelante es culpa país, estamos mal armados, porque no puede ser que cada vez que contratamos una persona perdamos competitividad.

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